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Reportaje:Extraordinaria pujanza internacional del sector del granito en Porriño, capital española del sector | ELECCIONES GALLEGAS | La Galicia que empuja

La piedra global

El granito es la piedra fundamental de Galicia. También es una piedra prestigiada en todo el mundo como vistoso material de construcción, singularmente en fachadas y pavimentos. Desde el Ayuntamiento de Tokio al metro de París, pasando por otros edificios emblemáticos de Nueva York o los Emiratos Árabes, la piedra gallega luce en el mundo con esa gracia que, sin embargo, ha sido relegada por la de la pizarra -asimismo gallega, de Ourense, y no menos cotizada internacionalmente- en la construcción de la Ciudad de la Cultura que la Xunta promueve en Santiago de Compostela. Las divisas y dividendos del granito están en alza, es un sector próspero y abierto a crecimientos futuros y, desde hace décadas, Porriño es su capital en Galicia y en España.

Porriño exporta la piedra a cualquier lugar, pero sólo una pequeña parte es gallega

El sector, sin dejar de ser extractivo, ha cedido la primacía económica a las empresas que transforman la piedra. Porriño la exporta a cualquier parte del mundo. Pero ya sólo es de origen gallego en una pequeña proporción. El resto ha llegado en bruto, atravesando los mares en bloques, y es devuelta con sus mejores galas a cualquier otro país con posibles para costear los fletes y el lujo. Estos tráficos han convertido a Vigo en el tercer puerto de piedras, después de Carrara (Italia) y Vitoria (Brasil), pero eso es sólo la punta del iceberg.

"Los arquitectos ignoran las múltiples posibilidades y aplicaciones del gratino, sus variedades, aunque esperamos superar pronto esa importante laguna. Estamos en ello", afirma un optimista José Ángel Lorenzo, gerente y secretario de la Asociación Galega de Graniteiros, la de los transformadores, la más puntera. Otras dos organizaciones agrupan respectivamente a las empresas extractivas y a las suministradoras de maquinaria. Arquitectos y diseñadores, confía Lorenzo, acabarán reparando en las muchas virtudes del granito.

Un jovencísimo Antonio Palacios, antes de realizar su gran obra madrileña (Palacio de Comunicaciones, Bellas Artes...), lo empleó para construir el ayuntamiento de su pueblo, Porriño, en 1921. En Vigo se erguían entonces con la piedra del país edificios civiles que son su principal referente monumental y que hace unos días suscitaron comentarios de admiración de William Foster. Pero en Porriño el granito sólo se utilizaba para cierres, muros, postes de cultivos vinícolas, adoquines... Aplicaciones, en fin, de escasa solemnidad.

Fue en los años sesenta cuando se descubrió el gran filón del Rosa Porrino, la denominación que universaliza (con problemas de ñ) una variedad exclusiva, que pasea por el mundo el nombre de la localidad y cuyas reservas garantizan homogeneidad y capacidad de suministro de "cualquier cantidad" para más de un siglo. Además, se explotan otras variedades, como el Rosa Dante o el Gris Mondariz. Pero el Rosa Porriño es la bandera. Los italianos empezaron a comprar y transformar toda la producción de las canteras de Porriño, la dieron a conocer por el mundo y los canteros locales sólo tuvieron que subirse al carro de ese tirón económico, eufóricos y despreocupados del impacto ambiental.

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"Arrastramos una cierta mala conciencia por esas prácticas", reconoce el alcalde, Raúl Francés (BNG). "Aún no está regulada la licencia de actividad ni el modo legal de ocupar los terrenos. Lo intentamos en varias ocasiones, pero estamos en minoría y nos bloquearon todas las tentativas en ese sentido. El proceso va más lento de lo deseable, pero creo que ahora ya no tiene vuelta atrás", señala. El sector aporta ahora a las arcas municipales más de un millón de euros al año (para un presupuesto de unos 14 millones) y, con esos y otros fondos, se estudia la recuperación de una cantera agotada para destinarla a usos ciudadanos.

Hay cuarenta canteras activas en el municipio, casi todas en las parroquias de Atios y Budiño. La superficie abierta suma aproximadamente 1.200.000 metros cuadrados, aunque los yacimientos explotables casi cuadriplican esa superficie. Las canteras trasladan las imágenes más espectaculares del vaciado ciclópeo de los cerros. Antes, a lo bruto, a base de dinamita y con mucha mano de obra. Ahora, con técnicas y sutileza de cirujano para ir arrancando bloques regulares de seis a ocho metros cúbicos, o sea, 25 toneladas, la carga de un camión. Unos 800 operarios se emplean en esas tareas.

"Pero hoy el gran filón está en la transformación", precisa José María Alonso, directivo del grupo Graninter, una de las 15 empresas que se dedican a ello en Porriño. Este sector empezó a coger cuerpo en los años 80 y hoy emplea directamente a 2.000 personas, aunque el empleo inducido habría que multiplicarlo por cuatro, dice Alonso.

En las fábricas, los bloques de piedra son seccionados en planchas idénticas por máquinas enormes. Consiguen un ritmo de corte de dos a tres centímetros por hora. Es decir, tres días para cada bloque. El filo de acero, que se refresca con una mezcla de agua y granalla (polvo de acero), da para dos bloques: hay que renovarlos cada semana. Después, las planchas se someten a un acabado de pulidos, abujardados, granallados... para conseguir la impronta visual deseada, y ahí aflora en todo su esplendor la variedad de vetas, brillos, colores, tonalidades, aguas y dibujos de las distintas piedras, trasladando al inmenso almacén de la fábrica el efecto de una enorme exposición de arte abstracto: la realidad, otra vez, imitando al arte.

Bloques de granito apilados en la empresa Graninter, en la localidad de Porriño (Pontevedra).
Bloques de granito apilados en la empresa Graninter, en la localidad de Porriño (Pontevedra).ANXO IGLESIAS

Nuevos retos para la nueva 'Edad de Piedra'

En las canteras gallegas se extraen anualmente más de 800.000 toneladas de granito, equivalentes al 60% del total español. Las industrias de transformación trabajan el doble de ese volumen de materia prima importándola de países como India, Venezuela, Brasil, Angola... El producto transformado se coloca en el mercado nacional o se reexporta a terceros países. El año pasado, Galicia exportó granito por valor de 90 millones de euros, de los que el 70% (65 millones) correspondió a granito elaborado. Hace diez años sólo facturaban 22 millones por ese concepto. José María Alonso, directivo de la empresa Graninter, sintetiza las claves del negocio: "La piedra en bruto tiene un coste promedio de 240 euros por metro cúbico, que, transformado, se cotiza a unos 850 euros".

Pero esa realidad no es ajena, evidentemente, a los países productores. Todos tratan de apurar las ventajas económicas de la transformación a pie de cuenca, con menos reparos en el respeto ambiental y a costes laborales que imposibilitan la competencia. Así, China, por ejemplo, el líder mundial absoluto, y otros países emergentes. De ahí la agitada revisión de estrategias que vive el sector en Porriño. "Asumimos la globalización y la libre competencia, pero en igualdad de condiciones", dice José Ángel Lorenzo, de la Asociación Galega de Graniteiros. "Como esa igualdad va a ser difícil, nuestra forma de competir pasa necesariamente por la calidad en su sentido amplio".

Esto es, implicando en el sector a profesionales colaterales, como arquitectos e interioristas, introduciendo nuevos productos y diseños y acometiendo iniciativas como las del Centro Tecnológico del Granito, que empezará a funcionar después del verano; un proyecto de marketing sectorial, en colaboración con la Zona Franca de Vigo, que también está en marcha; un observatorio para el seguimiento del mercado internacional, un plan estratégico de distribución y, en fin, alianzas de colaboración con otras organizaciones europeas y de los países productores. En Porriño se habla de la nueva Edad de Piedra, que apenas acaba de comenzar.

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