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La OSCE critica en Córdoba la falta de avance en la lucha contra el antisemitismo

Moratinos pide a los 55 Estados que superen la fase de las declaraciones y pasen a la acción

La tercera conferencia sobre antisemitismo de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) se abrió ayer en Córdoba con la constatación de que casi la mitad de los 55 Estados que la integran han incumplido los compromisos gestados hace dos años en Viena y suscritos el año pasado en Berlín para solucionar este problema. Ello pese a que, según la mayoría de los oradores, el antisemitismo está en auge. El ministro español de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, pidió en ese marco que la OSCE pase a la acción y deje de hacer meras declaraciones.

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Puso el dedo en la llaga el presidente de turno de la OSCE, el ministro esloveno de Exteriores, Dimitrij Rupel, cuando informó, al inaugurar la conferencia, de que sólo 29 países habían respondido a la petición de que enviaran datos sobre los delitos de odio racial o religioso cometidos en su territorio.

La creación de sistemas de detección, control e información sobre este tipo de delitos es una de las medidas fundamentales para combatir el antisemitismo y otras formas de intolerancia, según subrayó Edgard Bronfman, presidente del Congreso Mundial Judío, que insistió: "Muchos países han adoptado medidas parciales para cumplir estos compromisos (de la OSCE), pero otros han fallado miserablemente".

Las organizaciones judías que participan en la conferencia han denunciado también estos incumplimientos y España, país anfitrión, no se libra de ser señalada con el dedo. El Instituto Jacob Blaustein, basado en Nueva York, ha distribuido, por ejemplo, un informe en el que sostiene que España carece de sistemas de control de incidentes antisemitas y que, aunque ha adoptado leyes para combatir ese tipo de delitos, "rara vez las aplica".

La Liga Antidifamación publica, en cambio, un informe sobre el grado de extensión de tópicos antisemitas en 12 países europeos, del que la opinión española sale mal parada, muy por detrás de los países que albergan grandes comunidades hebreas, como Francia o Reino Unido, y a la altura de los más reticentes, como Polonia o Hungría.

Según dicho sondeo, un 51% de los españoles cree que los judíos de España son más leales a Israel que a su Gobierno; que el 45% piensa que los judíos tienen demasiado poder en el mundo económico; que el 46% estima que los judíos siguen hablando demasiado del Holocausto; que el 20% considera a los judíos responsables de la muerte de Cristo, o que el 37% dice que el Estado de Israel influye, y en la mayoría de los casos para mal, en la opinión de los judíos.

Los portavoces españoles insisten, por su parte, en lo mucho que se ha avanzado en este campo en poco tiempo, con medidas como la celebración del Día el Holocausto, el 27 de enero; con la penalización de los delitos de odio racial, religioso o cultural; con la cooperación destacada en los programas de la OSCE para extender la educación sobre el Holocausto y el antisemitismo o para formar policías en ese tipo de crímenes. Pero reconocen que la conciencia española de estos delitos es muy reciente y que queda mucho por hacer.

Símbolo del desfase y las contradicciones españolas en este campo es la presencia, a pocos metros de donde se celebra la conferencia, del nonagenario francés Roger Garaudy, cristiano y comunista en los sesenta, convertido más tarde al islam y condenado en Francia por negar la realidad del Holocausto, que reside en Córdoba con apoyo público.

"El negacionismo [negación del Holocausto] es la forma más rechazable de antisemitismo contemporáneo", dijo Simone Veil, superviviente del lagger, ex presidenta del Parlamento Europeo y premio Príncipe de Asturias de Derechos Humanos, que constató cómo el antisemitismo crece en su país, el de mayor población hebrea en Europa. "No sólo el antisemitismo", añadió, "sino una intolerancia fundamental a todo lo que no sea uno mismo".

Luego el intercambio entre los jefes de las 55 delegaciones, entre los que se cuentan una docena de ministros, con los que ayer almorzó el rey Juan Carlos, derivó por derroteros habituales. El viceministro de Educación de Israel, Michel Malchior, señaló que el antisemitismo resurge en el mundo árabe. El secretario de Estado de Exteriores de Marruecos, Taieb Farsi-Fihri, se declaró preocupado por "la islamofobia y xenofobia" que se entiende en países europeos. El arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, en representación de la Santa Sede, pidió "medidas concretas" contra los prejuicios anticristianos.

El jefe de la diplomacia española incidió con el mensaje central de esta conferencia, que inspira las conclusiones finales: "El respeto y la tolerancia no crecen por generación espontánea. Precisan de medidas concretas y de compromisos reales. No necesitamos declaraciones, sino decisiones concretas en el campo de la educación, en el uso de los medios de comunicación o en el estudio de la historia", dijo Moratinos.

Moratinos saluda a un participante en la conferencia de Córdoba.
Moratinos saluda a un participante en la conferencia de Córdoba.REUTERS

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