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Mozas y Aguirre diseñan un edificio 'orgánico' para la nueva sede de la Vital

La caja de ahorros ubicará en el inmueble de Salburua la mayoría de sus departamentos

La Vital apuesta por crecer con Vitoria. Ello explica su proyecto más decidido desde la constitución de la entidad de crédito hace 15 años: ubicar su sede corporativa en el nuevo barrio de Salburua, adonde llevará los departamentos que no atienden directamente al público. Será un edificio de carácter orgánico, inspirado en el entorno natural de la zona, uno de los principales humedales vascos. El proyecto ha sido redactado por los arquitectos Javier Mozas y Eduardo Aguirre, autores de otra de las obras emblemáticas de la ciudad, la renovación de la parcela de la Plaza de Toros.

La caja de ahorros no ha marcado ninguna directriz al equipo de arquitectos para orientar su trabajo. Sin embargo, hay algunas coincidencias que llaman la atención: la obra conmemorativa del 15º aniversario de la Vital se encarga un 15 de julio a los autores del Plan Parcial del sector 15 de Salburua, donde se ubica el inmueble. Con aquel trabajo, Mozas y Aguirre obtuvieron el premio del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro de 2003 en el apartado de urbanismo, un proyecto que ya establecía una ordenación de parcelas orgánica, en forma de amebas.

Además, el proyecto encargado por una caja de ahorros que se denomina Vital y con el que pretende iniciar un nuevo ciclo en su historia, se ha resuelto con una planta en forma de cromosoma y unos edificios camuflados en una apariencia de árboles. Las construcciones superan los 15 metros de altura y su verticalidad y movimiento conducen a la mímesis con el entorno natural de Salburua. Una configuración formal orgánica que poco tiene que ver con otros proyectos realizados por este equipo, que han estado más marcados por el ángulo recto.

"No son más que meras casualidades, es cierto", explica Eduardo Aguirre. "La única condición que pedía la Caja Vital es que fuese un edificio flexible que se pudiera amoldar a las variaciones que pudiera tener la entidad a lo largo de los años", añade. De ahí viene la planta en H, como si fuera un cromosoma. No podía ser de otra manera si quería integrarse a la perfección en una parcela en forma de ameba. "De todos modos, ésta es una sugerencia que viene del plan parcial del que somos autores", concluye Aguirre.

"Nosotros afrontamos el encargo a partir del mismo análisis del entorno que realizamos en otras propuestas. Lo que ocurre es que es la primera ocasión en la que trabajamos tan marcados por la naturaleza", comenta el coautor del proyecto con Javier Mozas. Tanto que la fachada bebe de la verticalidad de la chopera que le aísla de la ciudad y del movimiento de los juncos de las balsas cercanas. Esta piel que cubre la estructura de los edificios, se ha planteado con elementos en forma de cromosomas, hasta 92, los correspondientes a cuatro individuos, cada uno con su código genético diferente. "Es una construcción con su propio ADN", sintetiza Aguirre.

El proyecto también tiene en cuenta que el entorno es una zona de nidificación de aves, por lo que se ha procurado que la construcción no cuente con una iluminación nocturna excesiva ni con reflejos que puedan cegarlas en sus vuelos diurnos. Y, siguiendo con la apuesta por un desarrollo sostenible, el edificio se mantendrá con un control del consumo de energía o de la contaminación acústica.

Mozas y Aguirre han pensado igualmente en los empleados que acudan hasta estos 16.660 metros cuadrados construidos en una parcela de 11.041 metros cuadrados de planta. Todos los puestos de trabajo contarán con luz natural; se ha primado el trabajo en equipo, hasta el punto de que el inmueble sólo dispondrá de 14 despachos, mientras que una de sus alas albergará una gran sala multiusos capaz de acoger reuniones de hasta 70 personas.

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