Una alegría europea
Votáramos sí o no en los referendos español, francés y holandés sobre la Constitución Europea, millones de europeístas -que los hay- tenemos hoy una pequeña alegría. En plena inmersión en un necesario periodo de reflexión sobre la UE, el sí de los suizos a un mayor acercamiento a Europa representa un respiro no menos necesario. Europa no se hundía porque se esté hundiendo su Constitución. Sin embargo, dado el depresivo panorama actual interior, tal vez se requería este aliento venido, casi por sorpresa, desde fuera. La participación suiza, a petición de su Gobierno, en los convenios de Schengen y Dublín supondrá, entre otros aspectos, su colaboración en materia de justicia, policía y procedimientos de asilo. Sean o no acuerdos modestos, su ratificación popular es simbólicamente significativa. El sí de los suizos, de siempre muy celosos de su soberanía, no tiene un valor despreciable. Según parece, la UE no ha perdido todo su atractivo, al contrario de lo que se haya podido llegar a pensar en estos momentos bajos.