México calienta motores
Los tres grandes partidos se convierten en campo de batalla ante la elección de los candidatos a los comicios presidenciales de 2006
La lucha por la presidencia de México ha empezado. Falta más de un año para los comicios de julio de 2006 y los tres grandes partidos son campos de batallas internas ante la elección de los candidatos. Diversos analistas y asesores consultados coinciden en pronosticar una lucha por el poder de la forma más descarnada, en la que abundarán los golpes bajos.
El escenario preelectoral está dominado hoy por el alcalde de Ciudad de México y favorito en todas las encuestas, Andrés Manuel López Obrador. El candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD) aventaja con claridad a los aspirantes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y del Partido de Acción Nacional (PAN).
En muchos aspectos, el PRD de López Obrador es una copia calcada del PRI
Destacados políticos se han lanzado al ruedo en las últimas semanas con el afán de competir por la nominación presidencial. Cuauh-témoc Cárdenas, fundador del PRD, ex alcalde de Ciudad de México y candidato derrotado en las tres últimas elecciones presidenciales, ha decidido intentarlo una cuarta vez.
Los sondeos le dan escasas posibilidades de derrotar a López Obrador en unas elecciones internas. Lo sabe Cárdenas, a pesar de que asegura tener el apoyo de numerosos empresarios, organizaciones sindicales y campesinas, y de buena parte de la militancia perredista. Dentro del PRD, los vientos soplan en otra dirección desde que López Obrador se presentó ante la opinión pública como víctima de una confabulación política para apartarle de la carrera electoral retirándole la inmunidad constitucional, por una disputa urbanística.
La presidencia de la República zanjó de un plumazo la batalla legal del alcalde, que hoy se siente más fuerte que nunca. El pasado fin de semana presentó su comité de precampaña con aires triunfalistas y aseguró que si las elecciones presidenciales se celebraran ahora, ganaría a su adversario más cercano por 18 puntos de diferencia.
La precampaña comenzará el 1 de agosto y concluirá el 18 de septiembre, con la elección del candidato del PRD a la presidencia entre López Obrador y Cárdenas.
En las filas del PRI, referente indiscutible de la política mexicana por haber gobernado durante más de 70 años, el mejor situado es Roberto Madrazo, presidente del partido. Tiene a su disposición el poderoso engranaje priísta, tremendamente eficaz en casi todos los Estados del país. Antes de cantar victoria tendrá que derrotar al precandidato presidencial que designe la plataforma disidente de Unidad Democrática, más conocida como Tucom (Todos Unidos contra Madrazo).
Enrique Jackson, coordinador de los senadores priístas, es el principal aspirante de este grupo, junto a Arturo Montiel, gobernador del Estado de México, y Tomás Yarrington, ex gobernador de Tamaulipas, entre otros. El Tucom elegirá a su precandidato la segunda quincena de julio, según establecen el programa de trabajo y el calendario difundidos del pasado fin de semana. El objetivo de los priístas disidentes es competir con Madrazo en unas elecciones internas. A tal fin confían en que el hombre fuerte renuncie cuanto antes a su cargo de presidente del partido y exigen igualdad de oportunidades.
Destacados dirigentes priístas, incluido Madrazo, subrayan que para ganar las elecciones tienen que ir unidos y alertan sobre los riesgos de la división. Pero, más allá de los gritos de alarma, parece poco probable una escisión en las filas del PRI. Ya la tuvo en 1987, cuando Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Andrés Manuel López Obrador y otros cuadros del partido crearon la Corriente Democrática, que compitió como Frente Democrático Nacional en las elecciones presidenciales de 1988 y que posteriormente se transformó en PRD. Hoy, la situación política es distinta y no es atractivo dejar el PRI antes de las elecciones. Podría serlo en un escenario postelectoral con López Obrador victorioso. "Si gana el Peje, habrá cola de priístas que llamarán a la puerta del PRD en busca de cargos", señala un consultor político vinculado al PRI. López Obrador es conocido popularmente con el apodo de Pejelagarto, pez que abunda en su Estado natal de Tabasco.
El drama del partido que gobernó durante más de siete décadas y que controla el Parlamento y un buen puñado de Estados es que el PRD le ha robado espacio político, porque en muchos aspectos es una copia calcada del PRI histórico, que ensalzaba la bandera del Estado benefactor. El discurso y la práctica política de López Obrador, muy atractivos para los sectores más pobres, recuerdan a lo que hacían los dirigentes priístas cuando promovían los subsidios del Banco de México para programas agrícolas y otras medidas asistencialistas, junto a una aceitada capacidad de movilización.
No en vano, los principales asesores del precandidato del PRD provienen del PRI. Los sindicatos con mayores recursos, fuerza motriz del poder político en México, son actualmente filoperredistas, como los del sector industrial, telecomunicaciones y electricidad.El Partido de Acción Nacional (PAN), en el Gobierno desde el año 2000, presenta cuatro precandidatos a la presidencia. El favorito es Santiago Creel, que acaba de renunciar a la Secretaría (Ministerio) de Gobernación para dedicarse de lleno a la campaña. Cuenta con el respaldo del presidente Fox, aunque en una de sus primeras declaraciones como precandidato se desmarcó del actual jefe de Estado.
Creel tendrá que enfrentarse en unos comicios internos a Felipe Calderón, ex secretario de Energía; Alberto Cárdenas, secretario de Medio Ambiente, duramente criticado por organizaciones ecologistas, y Francisco Barrio, ex secretario de la Contraloría y ex gobernador del Estado de Chihuahua.Ningún partido tiene garantizados los votos necesarios (entre 17 y 18 millones) para ganar la presidencia.
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