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El Partido Baaz sirio se plantea cómo reformar el régimen

Los críticos dudan de las promesas de apertura del presidente Bachar el Asad

Ángeles Espinosa

¿Tiene el régimen sirio capacidad de reformarse desde dentro? Las autoridades de Siria aseguran que sí, que están en ello, y remiten al décimo congreso del gobernante Partido Baaz, que se inició ayer, el primero desde la desaparición del otro régimen baazista, el del Irak de Sadam Husein. "No va a cambiar nada", advertía Ayman Abdelnur hace unas semanas en Damasco, la capital siria.

El aviso no proviene de un activista de la oposición, sino de un destacado miembro del Baaz desencantado tras cinco años de promesas incumplidas.

El congreso no pasará de ser un ejercicio de relaciones públicas

El presidente sirio, Bachar el Asad, aseguró ayer ante los 1.231 delegados del Partido Baaz -al poder en Siria desde 1963- que se debe "ampliar la participación popular en la toma de decisiones y los valores de apertura", y "combatir la corrupción". El Asad insistió en que "las ideas y los preceptos del Baaz siguen de actualidad y responden a los intereses del pueblo y de la nación", informa la agencia France Presse.

"No hay más que ver los delegados que fueron elegidos para saber que no habrá reformas significativas", explicaba Abdelnur. En efecto, conocidos militantes pro reforma como el ministro de Industria, Ghasan Tayara, o el de Electricidad, Munib al Daher, no recibieron suficiente apoyo para formar parte de los compromisarios que, al menos en teoría, deben aprobar las líneas maestras de la política siria. El ex gobernador de Damasco y titular de Asuntos Presidenciales, Ghasam Lahham, lo logró por los pelos. Muchos de los considerados reformistas ni siquiera presentaron sus candidaturas.

"Los profesionales más independientes optaron por distanciarse del partido ahora que no hace falta pertenecer a él para optar a los altos cargos oficiales", interpretaba el analista Sami Mubayeb. También puede que, conocedores como Abdelnur de los entresijos del poder, no se fíen de que el congreso vaya a ser el paso definitivo hacia la reforma política que Bachar el Asad promete desde su llegada al poder en 2000.

La clave para evaluar la sinceridad de la iniciativa radica en qué pasa con el artículo 8 de la Constitución. Dicho apartado da al partido Baaz el control de todas las instituciones del Estado, desde el Gobierno al Ejército, pasando por los múltiples órganos de seguridad. Aunque se trate de un liderazgo teórico, está en la base de la confusión entre el Estado y el partido. Su separación abriría la puerta a un verdadero diálogo político con otras fuerzas.

Los signos son contradictorios. En marzo las embajadas sirias en el todo el mundo recibieron la orden de emitir pasaportes a todos los exiliados que lo deseen. Sin embargo, en las últimas semanas, fueron detenidos al menos 11 activistas pro democracia y pro derechos humanos. Aunque ocho de ellos fueron liberados después de seis días en prisión, esa actitud represora se compadece mal con la esperanza de que el congreso anuncie una amnistía general, la abolición de la ley de emergencia -en vigor desde 1963- o una nueva ley de partidos que permita formaciones verdaderamente independientes del Baaz.

Por debajo de ello, la convocatoria no pasará de ser un ejercicio de relaciones públicas. Que la cúpula del Baaz deje de llamarse "dirección regional" tiene sin duda un alto contenido ideológico (la renuncia al panarabismo y el reconocimiento de que no hay una dirección nacional que agrupe a los Baaz de Siria, Irak y otros países árabes), pero los sirios desean que el congreso tome decisiones más tangibles en la solución de sus problemas inmediatos: el paro y una economía arcaica. Ni siquiera piden el desmantelamiento del partido Baaz.

El Asad defendió ayer en su discurso de inauguración del X congreso la actuación de su partido y aseguró que "hemos dado numerosos pasos para impulsar la reforma económica y social, y otros para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos", aunque también reconoció que estos pasos "no satisfacen las aspiraciones de los sirios", informa Efe.

"Bachar el Asad no puede llegar tan lejos porque hay elecciones presidenciales en 2007 y necesita al partido para que le presente como candidato", señalaba Abdelnur, que hasta hace poco más de un año trabajaba en el equipo de consejeros del presidente. En su opinión, la reforma de ese dinosaurio va a limitarse "a devolver unos cuantos edificios, reducir el número de coches oficiales atribuidos a los cargos oficiales y disminuir un poco su peso en el Gobierno". Si este crítico tiene razón, será otra oportunidad perdida.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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