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Reportaje:

Palo y zanahoria a las cajas en Endesa

Rechaza las exigencias de La Caixa y Caja Madrid, pero las contenta con dos consejeros afines

Demasiado ruido para tan pocas nueces. Los presidentes de Caja Madrid y La Caixa, Miguel Blesa y Ricard Fornesa, se han tenido que conformar con la entrada de dos consejeros afines en Endesa, mucho menos de lo que pretendían por ser titulares del 9% y del 5%, respectivamente, del capital de la eléctrica. El actual equipo directivo de Endesa ha salido airoso, al menos por el momento, del órdago de las cajas al haberse anticipado con un cambio de estatutos nada más ganar el PSOE las elecciones generales.

Como tampoco quiere enemistarse con las cajas o el PP, Pizarro se ha sacado de la manga dos consejeros no dominicales para Caja Madrid y La Caixa
Endesa modificó sus estatutos tras la victoria electoral del PSOE y nadie va a poder hacerse con su control con sólo un 5% o un 10% del capital

Va a ser difícil y caro para quien lo intente desplazar de los asientos de presidente y consejero delegado de Endesa a sus titulares, Manuel Pizarro y Rafael Miranda, en contra de su voluntad. El semifrustrado intento de desembarco en su Consejo de Admistración propiciado primero por La Caixa, ariete buscado o sobrevenido del Gobierno socialista en la sustitución de Alfonso Cortina al frente de Repsol-YPF, y posteriormente de Caja Madrid, cuyos gestores cuentan con el respaldo expreso del Gobierno madrileño del PP y de su presidenta, así lo pone de manifiesto.

Con un 5% o un 10% del capital nadie va a hacerse, mientras estén vigentes sus actuales estatutos, con el control de Endesa. Sus gestores se curaron en salud y propiciaron, pocas semanas después de la victoria socialista en las elecciones generales de 2004, la aprobación por la junta de accionistas de una oportuna modificación de los estatutos que cuantifica, regula y limita la presencia en el consejo de administración.

Aspectos esenciales para entender la batalla entablada en los últimos meses por las cajas en Endesa. La Caixa abrió el fuego cuando, aprovechando los cambios en la regulación y en los reguladores de la energía, reactivó su antigua aspiración de hacer valer el 5% del capital que posee en Endesa y solicitar un puesto en el Consejo. Vana pretensión. Desaparecida la incompatibilidad administrativa a que estuvo sometida en mor de la competencia, participa en varias empresas energéticas relevantes en el mercado doméstico (Repsol, Gas Natural y Endesa), la caja catalana se topó con una nueva incompatibilidad introducida por la propia Endesa en sus estatutos.

La pretensión catalana, que llovía sobre mojado para el PP tras los relevos de sus presidentes amigos en Repsol, Red Eléctrica, Aldeasa y en la Comisión Nacional de las Telecomunicaciones (en este caso acompañado de un traslado de sede a Barcelona), contribuyó a politizar una decisión, dar acceso o no al Consejo a un inversor que es socio de referencia de un competidor (Endesa vende gas y Gas Natural vende electricidad), perfectamente defendible y atacable desde criterios societarios.

El resurgir de rumores sobre una fusiónn entre Endesa y Gas Natural agravó aún más el malestar del Gobierno madrileño. Su vicepresidente llegó a advertir que la Comunidad de Madrid no consentirá que Endesa abandone la región "por intereses políticos", y apeló a la responsabilidad de Caja Madrid, como accionista de la compañía, para defender los intereses de la economía madrileña.

Miguel Blesa se sumó de inmediato y con entusiasmo a las criticas de los políticos populares, y uno y otros fueron más allá en sus declaraciones y posicionamientos que el propio presidente de la eléctrica. Éste se limitó a poner el valladar de los estatutos ante la reclamación de La Caixa y evitó cualquier declaración hiriente. Una política de cautela que ha vuelto a poner en práctica en las últimas semanas ante el intento de hacerse con el control de Endesa por parte de Caja Madrid.

Blesa logró a mediados de abril el respaldo unánime del Consejo de Administración de la entidad que preside, en la que figuran representantes de partidos, sindicatos e impositores, para adquirir un 4% de Endesa por 726,3 milllones y elevar así su participación en la eléctrica al 9%. Un porcentaje que quiere incrementar hasta el 10% y que le convierte ya en su primer accionista. Pocos días después Blesa, que desde hace años ocupa un asiento en el Consejo de Administración de Endesa, reclamó en público y también a través de una carta a Manuel Pizarro dos puestos más en el Consejo y una vicepresidencia de la compañía.

Pizarro, hombre vinculado al anterior ex vicepresidente del Gobierno, el popular Rodrigo Rato, pero también con buena relación con su sucesor en el cargo, el socialista Pedro Solbes, volvió a evitar entrar en una guerra de declaraciones o a recabar apoyos o una mediación en el PP, y se limitó a decir no a la reclamación de Caja Madrid con los estatutos y un informe jurídico en la mano. Según éstos, un 9% del capital de Endesa sólo da derecho a un puesto en su Consejo, el que ya ocupa Blesa, y el cargo de vicepresidente no existe actualmente en la compañía.

Pizarro, según quienes le conocen bien, no aspira a perpetuarse en la presidencia de la eléctrica ("ha ocupado cargos de mayor poder, relevancia y emolumentos"), pero tampoco está dispuesto a dejar que un inversor, sea una caja u otro grupo, se haga con el control de Endesa con la adquisición de un porcentaje pequeño del capital.

Pero como tampoco quiere enemistarse con las cajas o con el PP ha acabado sacándose de la manga y cediendo a Caja Madrid y La Caixa dos consejeros no dominicales (éstos representan el patrimonio del accionista) pero afines a sus intereses: Alberto Recarte, un economista vinculado al PP, a la controvertida fundación FAES promovida por el ex presidente Aznar y a la propia Caja Madrid; y Joan Rossel, presidente de la patronal catalana Foment del Treball, vicepresidente de la CEOE, y ex presidente de Enher y Fecsa, a propuesta de La Caixa. La junta de accionistas refrendó hace unos días, aprovechando una renovación parcial de sus miembros, la incorporación de estos consejeros y Pizarro no descartó la creación en el futuro de un puestos de vicepresidente como el que reclama Blesa.

A partir de ahí, las dos cajas reiteran que su inversión en Endesa no tiene objetivos ajenos a los meramente empresariales (alta retribución al accionista, seguridad y buenas expectativas de plusvalías), que van a permanecer en la compañía y que mantienen buenas relaciones con su equipo gestor. Algo que no explica el empecinamiento de Blesa, que ya estaba en el Consejo, en aumentar el peso de Caja Madrid en el mismo.

Esta batalla poco diáfana de las cajas, aunque tal vez no la del control de Endesa, puede haber concluido definitivamente. Las nuevas normas contables, la imposibilidad que tienen las cajas de consolidar participaciones empresariales superiores al 20%, el consumo de recursos propios a partir de 2007 con la entrada en vigor de los acuerdos Basilea II, y las expectativas de tipos de interés, aumentan el riesgo de este tipo de aventuras para las entidades de crédito.

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