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Reportaje:

La mina de oro de la banca italiana

Las entidades extranjeras quieren aprovechar el desarrollo de los préstamos personales y la gestión de ahorros

Una mina de oro. Ésta es la imagen que más se adapta al actual sistema bancario italiano. Los últimos quince años no han pasado en vano sobre un tejido históricamente fragmentado en pequeños organismos locales, con baja rentabilidad y situaciones patrimoniales a menudo de riesgo. Las privatizaciones y las fusiones han llevado al nacimiento de algunos grandes grupos nacionales, concluyendo una labor de reajuste con el resto de Europa. Todavía queda mucho por hacer o, como dicen los expertos, "aún hay mucho valor que obtener", y se han dado cuenta de ello muchos grupos extranjeros que, con vistas a la consecución de un mercado único del crédito, ven en Italia la "próxima" buena ocasión.

Nadie sabe decir lo preciado y duradero que será el 'filón', frente a la creciente competencia del sector y una economía estancada
El sistema se está impregnando de empresas extranjeras. El 25% del crédito al consumo está en sus manos
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Entre los grupos extranjeros que se están interesando por Italia se encuentran los españoles Santander y BBVA, que son desde hace ya tiempo socios, respectivamente, del tercero (Sanpaolo Imi) y del sexto (Banca Nazionale del Lavoro) banco del país. Especialmente la entidad presidida por Francisco González, en su intento de adquirir la BNL, está descubriendo que intentar la aventura del crédito en Italia significa también tener que hacer frente a todos los riesgos de una fiebre del oro: hay que excavar bajo estratos de ineficacia y legados históricos; los dueños de las concesiones (el Estado, el Banco de Italia en particular, pero también una parte del tejido empresarial) no están dispuestos a dejar vía libre a los competidores extranjeros; y, por último, nadie sabe decir lo preciado y duradero que será el filón de oro conquistado. Por el contrario, hay elementos (como la creciente competencia en el sector y el hecho de enfrentarse a una economía estancada) que hacen presagiar que el periodo de las grandes ganancias podría ser corto.

El riesgo para todos es que el billete de entrada al mercado italiano salga muy caro en relación con los frutos obtenidos. Esto no quita que las oportunidades sean evidentes, especialmente en dos de los segmentos de los servicios financieros en los que se concentra principalmente la atención -y los márgenes- de las empresas de crédito europeas: los préstamos personales (crédito al consumo e hipoteca para la casa) y la gestión de ahorros. En el primer frente, Italia presenta el nivel más bajo de Europa de endeudamiento familiar: la relación renta disponible-deudas está en el 36%, frente al 61% de Francia, el 92% de España y el 104% de Alemania. Por el contrario, el inmenso patrimonio en manos de las mismas familias (generado por una de las más altas tendencias al ahorro del mundo) se confía sólo en parte a los gestores extranjeros.

Precisamente, la perspectiva de futuras ganancias ha provocado que, en la segunda mitad de los años noventa, muchos grupos extranjeros hayan participado en el proceso de privatización de los bancos italianos. Lo han hecho, eso sí, aceptando la regla impuesta por el Banco de Italia, para el que el control debía estar siempre repartido con socios nacionales, principalmente las fundaciones bancarias, organismos jurídicos creados expresamente para heredar del Estado una parte de las participaciones bancarias.

Los pactos sindicales que rigen cinco de las seis primeras sociedades de crédito confirman el esquema: los franceses de Crédit Agricole tienen el 14,8% de Banca Intesa; los alemanes de Allianz, el 5,2% de Unicredito; Santander, el 7,7% de San Paolo Imi; ABN AMRO, el 9% de Capitalia; BBVA, el 14,7% de BNL. Una presencia que, a pesar de ser secundaria, ha hecho declarar varias veces al gobernador del Banco de Italia, Antonio Fazio, que el sistema italiano es el más abierto a la presencia extranjera.

Diez años de recuperación

Sin embargo, en los últimos 10 años también la auténtica actividad bancaria se ha vuelto más rentable gracias a los numerosos cambios. En 2004, un estudio de la ABI, la asociación bancaria italiana, anunciaba: "La trayectoria de las privatizaciones y de las fusiones ha llevado a una disminución del número de entidades (de las más de mil de finales de los ochenta se ha bajado a las 778 de 2004) y a la concentración del 90% de la actividad de crédito en unos 70 grupos bancarios. El desfase con los demás países europeos, en cuanto a la falta de eficiencia, se ha ido reduciendo progresivamente. La dimensión media de las instituciones se ha duplicado (el patrimonio neto medio ha pasado de 80 a 160 millones de euros) gracias también a las numerosísimas operaciones de fusión y adquisición".

En efecto, entre 1992 y 2000 ha habido 584, más del 25% de todas las operaciones de este tipo realizadas en Europa. Al menos desde 1997, se ha tratado de operaciones de rescate de entidades al borde de la quiebra y, posteriormente, se ha pensado en crear grandes conglomerados nacionales, hasta el punto de que ahora las cuotas de mercado de los cinco primeros grupos llegan al 51% (un valor cercano al de Francia y España, y superior al de Alemania y Reino Unido).

La disminución de los costes y el aumento de la eficiencia han sido evidentes, como subraya el director general de la ABI, Giuseppe Zadra: "En 2004, los bancos siguieron la andadura de la economía con un índice de mejora del 1,2% respecto al año anterior", subraya. "Los índices de eficiencia y rentabilidad alcanzados por el sistema bancario se han estabilizado en la media europea, y esto es muy importante para el país", añade Zadra. Y en efecto, el ROE, el dato que indica el rendimiento de cada banco, señala un incremento en el periodo comprendido entre 2003 y 2004 de 192 puntos básicos (del 7,35% de 2003 al 9,27% de 2004), mientras que para los grupos bancarios, este indicador ha registrado un crecimiento más marcado, pasando del 6,70% de 2003 al 9,68% de 2004.

Freno al impulso

Pero aunque se han conseguido muchos resultados, otros están aún lejos y, lo que es más grave, algunas tendencias positivas parecen haber perdido su empuje: "El aumento de las ventanillas (que se han duplicado en 15 años) y la concentración de la oferta no han traído un aumento real de la competencia", explica Marcello de Cecco, profesor de Historia Económica en la Scuola Normale de Pisa. "Por el contrario, han surgido muchos pequeños micromercados muy concentrados en los que predomina el líder territorial. Con esta distribución, comprarse una base de clientes amplia y fiel será siempre menos costoso que intentar construirla desde cero. También porque hasta ahora los agentes extranjeros no han intentado abrirse paso con comportamientos de ruptura respecto a las costumbres de las instituciones italianas".

La escasa movilidad de los clientes entre los bancos está provocada, además, por el sistema normativo y de precio (está en curso una instrucción de las autoridades nacionales antimonopolio sobre este frente), pero también por la poca costumbre del consumidor italiano a considerar el banco un servicio como cualquier otro: la fidelidad al propio banco prima sobre la búsqueda de la mejor oferta.

Con todas estas premisas, era inevitable que la presión exterior se hiciese cada vez más fuerte, y estallara con las dos ofertas públicas por parte del BBVA sobre la BNL, y de los holandeses de ABN Amro sobre Banca Antonoveneta, que podrían hacer caer el tabú de un banco italiano de primera línea controlado por un banco extranjero. El valor de las dos operaciones también es simbólico y, precisamente, jugando con la defensa de la italianidad de los enemigos de las ofertas extranjeras, están intentando ganarse el apoyo político y el de la opinión pública.

Pero el sistema se está impregnando cada vez más de la presencia extranjera en modos y formas menos evidentes, pero no marginales. El ejemplo más evidente es el crédito al consumo, donde el 25% del mercado está en manos de agentes extranjeros. Un mecanismo inevitable, según explica el presidente de la BNL, Luigi Abete: "El crédito al consumo es una actividad desconocida para los bancos italianos; se realiza también fuera de las sucursales para llegar directamente a los lugares de compra. Es inevitable que, frente a un mercado que crece rápidamente, todas las instituciones italianas creen empresas conjuntas con los socios extranjeros para aprovechar sus competencias; nosotros lo hemos hecho con el BBVA".

Gestión de ahorros

Una situación análoga empieza a observarse en la gestión de ahorros, como demuestra el paso de la mayoría de la principal sociedad de gestión de activos, Nextra, de Banca Intesa a Crédit Agricole. El banco italiano será un mero distribuidor, una tendencia que muchos analistas están denunciando como un peligro para el futuro. Por ejemplo, los analistas de Lipper, la principal sociedad de investigación especializada en fondos comunes, opinan: "La industria italiana de la gestión de activos deberá afrontar en 2005 un dilema estratégico: los bancos deberán elegir entre producir márgenes invirtiendo en la gestión y en la investigación ligada a ella, o en las redes de distribución".

El segundo camino parece, con mucho, el preferido. Si a esto se añade que en los principales servicios de banca de inversión, los interlocutores ya son las emanaciones de los grandes bancos de negocios (los bancos extranjeros se han encargado del 70% de las emisiones de obligaciones referidas a empresas italianas), se descubre que el mercado único europeo ya ha destruido con hechos la concepción nacional de la banca. "El interés de las grandes redes bancarias transnacionales", concluye De Cecco, "será el de concentrarse sólo en algunos segmentos y servicios, aspirando a economías de escala y una normalización de los procesos; el resto se confiará a los tejidos nacionales de instituciones más pequeñas, como ya ocurre en Alemania y España. Parece que el modelo europeo se va a convertir en esto". E Italia, entre reacia e inconsciente, se está adaptando.

Luca Iezzi es periodista de La Repubblica

El gobernador del Banco de Italia, Anonio Fazio.
El gobernador del Banco de Italia, Anonio Fazio.EFE

Mucha cantidad, pero poco peso

La creciente competencia apenas ha acentuado la simplificación iniciada por el proceso impuesto desde arriba, que, además, está detenido por expresa voluntad del principal director del Banco de Italia, el gobernador Antonio Fazio.

El fragmento del discurso que pronunció ante la asamblea anual de 2002 es ya célebre: "Consideramos que el proceso de concentración en el vértice de nuestro sistema bancario, a menos que se produzca una posible operación importante [la integración BNL-Monte dei Paschi de Siena, que nunca cuajó], se ha completado. Nuevas asociaciones provocarían una reducción de la competencia". Desde ese momento, las posibles integraciones se han encontrado en un callejón sin salida: los vetos de la banca imposibilitaban la fusión con otras sociedades italianas, o el entrar a formar parte de grupos internacionales, mientras que sus dimensiones y las dificultades en las operaciones transfronterizas impedían operaciones relevantes en el extranjero. El proceso de crecimiento permanecía incompleto, sin el nacimiento de verdaderas muestras nacionales.

Para tener un punto de comparación con la realidad europea, basta con mirar la composición del índice Euro Stoxx, que incluye a los 60 bancos de la zona euro más importantes en cuanto a cotización en Bolsa: en este índice, Italia es la más representada, con 17 títulos, frente a los cinco de Francia, los seis de España y los tres de Alemania. Tanta cantidad se paga en términos de peso específico: no hay ninguna institución italiana entre las seis primeras, aunque sí dos entre las diez primeras.

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