Espías entre bastidores
Casi noventa meses reconoce haber empleado el profesor Antonio M. Díaz Fernández en preparar y escribir su libro Los servicios de inteligencia españoles. La enjundia de su contenido corrobora tan laborioso esfuerzo, ya que este investigador del Instituto Universitario Manuel Gutiérrez Mellado se adentra, a través de un cuidadoso relato, hasta la entraña misma de un mundo blindado por el más hermético para-sí hegeliano, el de los servicios secretos. Para desplegar su navegación se sirve de la racionalidad que le procuran sus conocimientos de las Ciencias de la Administración.
Porque, precisamente, los servicios de inteligencia devienen en los administradores de la innombrable -pero vigente siempre- razón de Estado, decálogo inefable de pautas invariantes para la subsistencia estatal. Cobijados bajo el espeso manto de la secrecía, los servicios de inteligencia propenden hacia la transgresión de la moral y del Derecho con la invocación de que resulta inevitable para asegurar la supervivencia del Estado frente a sus numerosos enemigos.
LOS SERVICIOS DE INTELIGENCIA ESPAÑOLES. Desde la Guerra Civil hasta el 11-M
Antonio M. Díaz Fernández
Alianza. Madrid, 2005
479 páginas. 22 euros
El libro de Díaz Fernández puede ser considerado uno de los primeros de la literatura político-jurídica española que acomete la tarea de sistematizar la información sobre la historia de la textura administrativa de los servicios secretos y, además, la de racionalizar la prolija, cambiante y, a veces, contradictoria legislación de los controles democráticos sobre aquéllos. El autor acompaña su relato con anexos documentales de gran diafanidad y utilidad comparativa.
La fórmula descriptiva elegi
da por el relator se presenta signada por una saludable distancia respecto de los hechos, a la manera anglosajona, donde la ironía suave no estorba al dato incontrastable. Es un método inteligente para desenvolverse en un suelo tan deslizante como el que perfilan las casi doscientas entrevistas con prebostes y espías que fundamentan una parte de su relato. Alguno de ellos, como el ineludible coronel San Martín, el hombre al que el almirante Carrero Blanco encomendó la responsabilidad de sus principales antenas informativas, intentan demostrar que gracias a él y a su servicio, el tránsito de la dictadura a la democracia fue posible. Cabe hacerse una idea de qué tipo de democracia preconizaba este militar, que se adhirió al golpe del 23-F.
De lectura obligada para políticos, espías-funcionarios y juristas, es recomendable para el gran público también porque puede hallar en él un guión cabal sobre cómo la democracia española ha pugnado, con distinta fortuna, por instalar la actividad de los servicios secretos dentro del marco de la ley y bajo su imperio.
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