ETA, ¿descabello o resurrección?
Siempre he sospechado que los socialistas y los batasunos llevaban mucho tiempo tomando potes juntos. Ahora estoy seguro. Se le escapó a Sabater cuando les contó a los periodistas que ETA le había remitido una carta a ZP. Lo había dejado entrever el propio presidente cuando se empeño en sacarle al Congreso de los Diputados una autorización expresa para oficializar los contactos, para sacar a la plaza pública lo que estaban haciendo en la trastienda. Luz y taquígrafos antes de que le pillasen y lo de la transparencia se fuese por el sumidero. Pero sobre todo me ratifica en mi sospecha, el hecho de que, a pesar de que hablamos de ZP, no haya nadie tan insensato como para tirarse a la piscina sin saber si hay agua.
Alguien le ha dicho que ETA está en una situación muy delicada. Sin duda porque la represión policial y el cerco internacional en los años del PP la ha debilitado enormemente. Pero sobre todo por la presión de los presos que consumen sus días en la cárcel sin saber ya muy bien ni por qué, ni para qué. Aquí también la firmeza con que el PP defendió que los terroristas debían cumplir las penas íntegramente ha sido clave. Por eso, se entiende mal que ZP haya decidido cambiar radicalmente una política antiterrorista que estaba dando tan buenos resultados, por otra que no se sabe adónde va; salvo que crea que ahora tiene la oportunidad de acabar con la banda y subir a los altares como subieron John Hume y David Trimble. Lo malo es que Euskadi no es Irlanda y encima corre el riesgo de resucitar a un toro que estaba prácticamente muerto. Y como bien saben los toreros no se puede entrar a descabellar, sin haber agotado las suertes anteriores.
Parece que alguien ha dicho a ZP que ETA ha prometido no poner encima de la mesa de la paz, en la que se sentarán los poderes públicos y los encapuchados, la cuestión de la autodeterminación; porque saben que ni siquiera él podría comprometerse a arriar la bandera española en el País Vasco. Parece también que le han dicho que ETA se limitaría a pedir la derogación de la Ley de Partidos, y lo ha hecho: EHAK ya está sentada en el Parlamento de Vitoria. Le han prometido que ETA se limitaría a pedir la voladura del Pacto Antiterrorista, y lo ha hecho: ZP se ha divorciado del PP y se ha matrimoniado con el PNV, con IU y con ERC. Le han dicho que ETA se limitaría a pedir la rehabilitación pública de Batasuna y su vuelta a las instituciones... y Otegui ya se presenta en los juzgados de Madrid como interlocutor del Gobierno. Le han dicho que se limitaría a pedir que ponga en la calle a todos sus presos, incluidos los condenados por delitos de sangre, y... ya veremos.
Pero una cosa es la mesa de la paz y otra muy distinta la mesa política. Aquí se sentarán todos los partidos sin exclusión alguna y se hablará de todo, sin limitaciones. Aquí no se sentarán los etarras con capucha; se sentarán los etarras de paisano, los civiles. Y se hablará de autodeterminación, de la anexión de Navarra, de la independencia... del entierro de España. ¿Alguien en sus cabales piensa que ETA se va a conformar con menos de lo que pidió ya Ibarretxe? ¿Alguien cree que llevan casi medio siglo matando para conformarse ahora con poner a sus chicos al frente de las oficinas de la Seguridad Social?
Y mientras tanto ¿qué? Los batasunos están convencidos de que viven una especia de tregua tácita. Y tienen razón para pensarlo, porque ZP ya ha dado algunos pasos, aunque no haya dado el paso que públicamente le pidió Otegui. Lo de los pasos lo entiendo, porque lo de EHAK ya no tiene remedio; aunque ZP se inclinase ahora por la ilegalización, las nekanes seguirán sentadas en el Parlamento de Vitoria decidiendo quién va a gobernar en Euskadi los próximos cuatro años. Lo del Pacto Antiterrorista tampoco parece que tenga vuelta atrás; ZP le ha dado el portazo al PP y ahora depende de la buena voluntad de patriotas tan acreditados como Imaz, Eguibar, Antxo Quintana o Carod. Lo del paso lo entiendo peor, porque ya poco se puede ceder en Euskadi... salvo que traguemos con la autodeterminación, es decir, con la independencia, con el abandono a su suerte de cientos de miles de vascos y la disolución de España.
La situación empieza a ser esperpéntica. Los ministros no paran de hablar de firmeza, aunque mucho me temo que se limiten a detener a los sospechosos de costumbre como en el conocido final de Casablanca. Los batasunos están convencidos de que ya han acordado una tregua tácita y por eso no entienden que el ministro Bono les ponga a parir, que la policía vaya por ahí deteniendo terroristas o que Otegui haya pasado una noche en chirona. Y algo de razón tienen, porque no se insulta, se detiene, ni se mete en la cárcel a las personas con quien uno se sienta a la mesa. Se han molestado con razón y han exteriorizado su malestar con lo que ellos llaman "acciones de baja intensidad": unas bombas en Zarautz, un coche bomba en Madrid, unos petardos en Barakaldo... en fin, cosas sin importancia para quienes llevan más de mil muertos.
¿Y ahora qué? Ya tenemos a EHAK mandando en el Parlamento Vasco. ZP ya ha pagado parte del precio que le pedían y me parece francamente difícil que se lo devuelvan si las cosas salen mal. Ya ha conseguido que el mismo día haya dos manifestaciones: una convocada por las Asociaciones de Víctimas en la que él no podrá aparecer y otra convocada por los Batasunos, que celebran su actitud dialogante, pero que tampoco recibirían a ZP con los brazos abiertos. Una división más entre los españoles. Pero lo peor es que ya tenemos a ETA marcando la agenda de ZP. Porque lo que es seguro es que ZP no tiene más remedio que seguir bailando al ritmo que le marquen los etarras, si no quieren que le pongan algunos muertos encima de la mesa y arruinen completamente su carrera política. A lo dicho, puede haber entrado a descabellar y salir con la taleguilla echa añicos.
José Manuel García-Margallo es eurodiputado por el Partido Popular.
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