El heredero de la reforma en Líbano
Saad Hariri asume el programa de su padre, asesinado el 14 de febrero, aunque su conexión con Arabia Saudí crea recelos
"Mi padre sirvió a Líbano toda su vida. Nosotros seguiremos haciéndolo como él", aseguró Saadeddine Hariri el 15 de febrero, un día después de que su padre, Rafik, pereciera en un atentado en Beirut. Saad -segundo hijo del primer matrimonio de Rafik Hariri, nacido en Arabia Saudí hace 35 años y casado con una mujer perteneciente a una influyente familia siria que le ha dado dos hijos- no ha decidido aún si será el próximo primer ministro libanés, incluso en el supuesto de que sus candidaturas obtuvieran un claro triunfo. No será por falta de determinación.
El archimillonario Saad Hariri es consciente de que no atesora las tablas necesarias para lidiar en el laberíntico escaparate político libanés. Especialmente en la crucial etapa que atraviesa este país, en el que coexisten 18 confesiones religiosas y que debe afrontar tras las elecciones que concluyen el 19 de junio profundas reformas. Pero siempre insiste en que está rodeado de buenos asesores y parece dispuesto a prestar atención. "Es muy educado y sabe escuchar, como su padre", dice Mahmud Choucair, ex presidente del Colegio de Médicos de Líbano y la persona que reconoció el cadáver de Hariri tras el asesinato.
"Tiene un carácter muy frío; es calculador y valiente; su padre dijo de él que en muy poco tiempo supo triunfar en los negocios en Arabia Saudí", añade Choucair. Y es que Saad Hariri, graduado en Administración de Empresas en EE UU, heredó la dirección de las compañías de su progenitor cuando éste se convirtió en primer ministro, en 1992. En Riad dirigía la constructora Oger, que emplea a 35.000 trabajadores. Hasta que la familia decidió que él tomaría el testigo tras el magnicidio.
"Su discurso no es muy elaborado, pero conecta con la gente. El dolor le ha dado fuerza", afirma Choucair. Una energía que será necesaria para promover las reformas que propugnaba Rafik Hariri y que Saad ha asumido como legado. Al igual que se ha propuesto descubrir a los asesinos de su padre. "The Truth [La Verdad]", reza un cartel a las puertas de su mansión y en muchos lugares de la capital, donde ayer sólo votó el 28% de los electores.
No obstante, un rasgo del joven dirigente, amante del buceo y coleccionista de obras de arte, despierta recelos en ciertos sectores. Saad Hariri, propietario de la cadena de televisión Future, posee la doble nacionalidad libanesa-saudí y no escasean quienes temen la influencia de la monarquía de los Saud. El sábado pasado, víspera de las elecciones en los tres distritos de Beirut -ciudad en la que ha copado los 19 escaños en juego-, Saad viajó a Riad para interesarse por la salud del rey Fahd. "El príncipe Abdalá le considera un hijo suyo", señala Choucair. El analista Chibli Mallat, partidario de las reformas seculares, apunta: "Hariri tiene un problema. No es una marioneta, pero es el hombre de Arabia Saudí".
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