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Perfil | Luis Portillo

Ladrillos de vértigo

Alejandro Bolaños

"Hay empresarios que pagan porque les saquen los periódicos y otros que pagarían para que no les saquen". Esta frase se atribuye en el empresariado sevillano a Javier Benjumea, el fundador de la multinacional Abengoa, que era un acérrimo defensor de la discreción en los negocios. El nombre de Luis Portillo ha sonado con insistencia en la última semana, a cuenta de la oferta del grupo sevillano Expo-An, la compañía que dirige, por Inmocaral, uno de los últimos trozos del pastel inmobiliario. Pero Portillo, de 45 años, es un fiel defensor del negocio discreto y, hasta hace un par de años, su trayectoria vertiginosa apenas había trascendido extramuros de los salones inmobiliarios y bursátiles.

Se incorporó hace dos décadas al negocio inmobiliario familiar, que empezó a ganar dimensión con obras de la Expo 92. Pero el grupo dio el gran salto a finales de los años noventa, cuando se prepara la mecha del boom inmobiliario. Portillo lanzó varias promociones en la metrópolis de Sevilla, con especial presencia en Dos Hermanas, una localidad que ya supera los 100.000 habitantes. Y también construye en los principales municipios de la Costa del Sol (Marbella, Estepona, Benalmádena).

A diferencia de otros empresarios inmobiliarios andaluces de fortuna, empezó a diversificar pronto (entre sus 20 empresas hay una fuerte apuesta por la agroindustria, además de intereses en educación, transporte y medioambiente). Es, incluso, administrador único de la plaza de toros de Marbella, aunque por los toros se le ve poco; casi todo su tiempo libre es para la familia y para navegar. Pero lo que más le distingue de otras firmas regionales es su activo papel en los mercados financieros: además de cuantiosas líneas de crédito con El Monte y Cajasur, tiene un importante número de acciones del BSCH y del BBVA. Con El Monte y HC, el grupo de Domingo Díaz de Mera, protagonizó hace dos años una polémica operación bursátil, al adquirir un paquete de acciones de Metrovacesa y abortar así una OPA hostil de un grupo italiano por la primera inmobiliaria española, que dirige Joaquín Rivero.

Portillo es ahora el cuarto accionista de Metrovacesa, con una participación valorada en 170 millones de euros. La incógnita está en qué hará tras la compra de Inmocaral, ya que la familia Carrasco, actual propietaria, ha garantizado la venta de, al menos, el 51% de las acciones. Lo que sí está claro para los que le conocen, que resaltan su ambición profesional, es que, quizá a su pesar, su nombre se va a sumar al de la corta lista de empresarios inmobiliarios que captan la atención mediática.

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