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Reportaje:ES EL MOMENTO DE... | PROPUESTAS

La danza del paloteo

Hay dos momentos especialmente emotivos. Uno se produce en la calle; el otro tiene lugar en el interior del templo. El callejero se desarrolla durante la procesión del Santísimo, el jueves de la octava de Corpus Christi (este año, 2 de junio), en una de las plazas de Fuentepelayo (Segovia). Allí, los danzantes forman pilares humanos que sostienen un arco central -debajo del cual pasa la custodia portada por el sacerdote y bajo palio- y sendos arcos laterales.

El interior, más recogido e íntimo, se lleva a cabo al regreso de la procesión a la iglesia de Santa María la Mayor, con torre y ábside románicos. Antes de que la Sagrada Forma sea devuelta al sagrario, cuando se bendice con ella a los fieles, los danzantes se colocan a ambos lados del presbiterio y mientras unos caen de rodillas, los otros, en pie, prosiguen la danza, al dictado de una música que no cesan de ejecutar la gaita y el tamboril.

Sin embargo, el instante más intenso, el que los hombres y mujeres de Fuentepelayo prefieren sin dudar, se vive la víspera, a partir de las nueve de la noche, durante la celebración de completas. Si toda la fiesta conserva un carácter bastante familiar -han sabido mantenerse fieles a su fecha original y, por tanto, es siempre entre semana-, la danza y procesión con el Santísimo por el interior del templo, al anochecer del miércoles, es sólo de ellos y para ellos. Y eso se nota.

Carlos V, clavito de oro, la diana, la ventana, el arco y la jota son las mudanzas de paloteo que interpretan los danzantes, vestidos con indumentaria tradicional; estos paloteos de la octava figuran entre los mejor conservados y más interesantes de España. En otros momentos sustituyen los palos por castañuelas rematadas por flores de cintas de seda.

En la procesión del Corpus, la custodia de plata sobredorada del siglo XVI, protegida por un palio de la misma época, va precedida por sendas cruces procesionales, en plata y oro. Al llegar a la iglesia de El Salvador, con ábside gótico y magnífico artesonado tardomudéjar, se produce uno de los descansos, imprescindibles para resguardarse del sol, que cae a plomo en este mediodía segoviano.

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