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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Después del horror

El País

El descubrimiento de una red de pederastas que abusaba sexualmente de niños, algunos de un año de edad, filmaba sus actuaciones y distribuía después los vídeos por Internet ha horrorizado a la opinión pública. El asunto combina la psicopatía de unos individuos dispuestos a todo, incluyendo la grabación y comercialización de sus abusos, con una demanda creciente de tales productos por parte de personas que se consideran con derecho a satisfacer todos sus deseos. Es decir, un problema viejo que ha encontrado en las nuevas tecnologías un espacio nuevo para desarrollarse en condiciones de impunidad y anonimato.

Es digna de elogio la eficacia demostrada por la policía en la localización y detención de los presuntos delincuentes; lo importante es ahora aprender de esta experiencia para evitar su repetición. En este caso, el problema no radica en la levedad del castigo. Una reciente reforma del Código Penal precisó este tipo de delitos y elevó las penas, que van desde los 10 a los 14 años de prisión, pudiendo llegar en casos excepcionales a los 20 años con que se castiga el asesinato. Que el canal de comercialización sea electrónico en lugar de un medio convencional no parece argumento suficiente para agravar esos castigos. Tampoco es aconsejable la imposición de censuras indiscriminadas en Internet, un medio cuya principal virtud es la accesibilidad global e instantánea a todo tipo de contenidos.

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La respuesta a la ciberpederastia no puede ser otra que una ciberpolicía especializada. Una de las cosas que ha demostrado el horripilante caso actual es que las brigadas de investigación tecnológica, con la ayuda de una imprescindible coordinación internacional, son eficaces para detectar, rastrear y localizar a los pederastas en su guarida.

Quienes introducen material delictivo en la Red dejan rastros que un detective experto puede olfatear con las herramientas tecnológicas adecuadas. Puesto que los ciberdelitos irán con toda probabilidad en aumento -recordemos las crecientes estafas a los usuarios de la banca electrónica-, resulta evidente que estas brigadas policiales deben reforzarse, formarse continuamente y dotarse de los medios necesarios.

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