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Reportaje:

Una restauración llena de dudas

La recuperación de 'Lamentación sobre Cristo muerto' mantiene las incógnitas sobre su autoría

El visitante que llegue desde hoy al Museo de Arte Sacro de Vitoria no pasará de largo ante el recién restaurado óleo Lamentación sobre Cristo muerto: sobrecoge la palidez de Jesús recién descendido de la cruz junto a su madre, María, y sus fieles Juan y María Magdalena, en una composición tan armónica como dramática, sin autor conocido. El lienzo es la joya del patrimonio mueble de la catedral de Santa María de Vitoria desde mediados del siglo XVII.

Atribuida al pintor belga Gaspar de Crayer, aunque no falta quien señala a Van Dyck como su verdadero autor, es un profundo y sentido retrato del momento más trágico de la Pasión, pintado por encargo de los hermanos Francisco y Martín Galarreta, personajes destacados de la sociedad alavesa de la época. Los Galarreta seguían el consabido principio de ganarse el Cielo con obras en la Tierra, en un momento duro para la Iglesia. Así que en uno de sus viajes a los Países Bajos encargaron este cuadro para la que entonces era colegiata de Santa María.

La historia de la obra es la de gran parte de la iconografía católica del Barroco: fomento de la piedad popular ante la fuerza de la Reforma con pinturas ni fechadas ni firmadas, maltrato de lo que se consideraban más obras religiosas que creaciones artísticas, reconocimiento tardío con el paso de los siglos, y posterior restauración con las últimas técnicas de infrarrojos, rayos x,...

Afortunadamente, esta pieza de 276 por 208 centímetros ha sobrevivido los últimos 350 años con milagrosa integridad. En principio, el óleo llegó de los Países Bajos y se instaló en la capilla de San Prudencio por expreso deseo de los donantes. En 1675, pasó a la sacristía, lugar que hoy suena menor, pero que entonces se consideró de mayor categoría para exhibir el óleo.Lamentación sobre Cristo muerto tuvo añadidos varios que transformaron el original en tamaño y en nuevas incorporaciones pictóricas. Además, sufrió daños inevitables, pues para su correcta contemplación se usaban velas y cirios que en más de una ocasión quemaron la tela. Todo ello se ha descubierto en su restauración, que ha renovado barnices, bastidor y varias lagunas de pintura que desaparecieron con los años.

La recuperación, en cambio, no ha resuelto algunas de las incógnitas que rodean al cuadro, entre ellas su autoría original o los añadidos (la tela nueva es de cáñamo, mientras que la original era lino) que se pudieron realizar entre 1640 y 1785. En esta última fecha está datado el primer documento histórico sobre la obra, que la describe tal y como se la conoce hoy.

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