Dos 'mossos' relatan en el juicio por asesinato el tiroteo con los presos huidos

"¡No me remates!". Ésa es la expresión con que se dirigió hace cuatro años el agente de los Mossos d'Esquadra Eduardo Cosculluela al delincuente Francisco Javier Picatoste, segundos después de que éste disparase contra él y le arrebatase su pistola. El policía salvó su vida y sigue en activo. Su compañero de patrulla, Xavier Murillo, también fue tiroteado y sobrevivió, pero quedó parapléjico. Ambos agentes acudieron a la Audiencia de Barcelona a declarar como testigos en el juicio que se sigue contra Picatoste y Manuel Brito, dos peligrosos delincuentes que el 14 de octubre de 2001 llevaron a cabo una espectacular fuga que se saldó con el intento de asesinato de los mossos y, 32 días después, la muerte de un joven y la violación de su novia, según la fiscalía.

La acusación pública les acusa de nueve delitos y solicita penas que suman 72 años de cárcel para Picatoste y 93 para Brito. El juicio se inició el pasado lunes y los dos acusados reconocieron todos los cargos excepto la violación, de la que está acusado Brito. Picatoste declaró que él desconocía que se hubiese producido la agresión sexual y fue más allá. "Si yo lo hubiera visto, no estaría aquí porque le habría pegado un tiro. Y él lo sabe". En el banquillo se sientan también otras cinco personas acusadas de facilitarles alimentos y material para huir.

La fuga se inició en el hospital Arnau de Vilanova de Lleida, adonde había sido trasladado Manuel Brito desde la cárcel de Ponent, situada a unos 1.000 metros, tras simular una fractura en el brazo. A la salida del centro sanitario le esperaba Picatoste, con el que había coincidido en prisión y que aprovechó un permiso para no regresar y planificar la fuga. Cuando los agentes iban a introducir a Brito en el vehículo policial, Picatoste disparó contra los policías, él y su compinche les robaron las pistolas y huyeron.