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Entrevista:ÁLVARO SALVADOR | Escritor | Signos

"Me temo que voy a seguir siendo un poeta que escribe novelas"

El prisionero a muerte (Renacimiento) es la nueva novela de Álvaro Salvador. Su acción autobiográfica nos lleva desde la Granada de los años cincuenta hasta el comienzo de la transición, en un relato lleno de emoción que nos irá devolviendo sin darnos cuenta a la infancia de su protagonista. Salvador, que en los años ochenta fue uno de los promotores del movimiento poético la Otra Sentimentalidad, ha publicado importantes libros de poemas y ensayos reconocidos en certámenes internacionales. En la actualidad es catedrático de literatura hispanoamericana de la Universidad de Granada.

Pregunta. ¿Qué hay de vuelta a la infancia y de melancolía en El prisionero a muerte?

Respuesta. Pienso que hay mucho de vuelta a la infancia en esta novela, era inevitable. No obstante, he intentado en la medida de lo posible que, la también inevitable melancolía, no perjudicara a la tensión de la narración, al aspecto duro y moral de los acontecimientos que se cuentan y que forman parte de mi memoria personal y de la memoria histórica de una generación.

P. Dice que pretende llevar los postulados de la Otra Sentimentalidad a la novela...

R. Sí, tanto en esta novela como en la anterior, Un hombre suave, he procurado trabajar en la prosa con temáticas muy presentes en mi poesía y en la de la Otra Sentimentalidad: las relaciones amorosas, el amor filial (el padre, la familia), la historia reciente del país... También he procurado tratar dichos temas desde una perspectiva nada convencional ni políticamente correcta, sino todo lo contrario.

P. ¿El género autobiográfico se apoya en la memoria melancólica o en el futuro probable?

R. Estrictamente no tiene por qué apoyarse en ninguno de los dos. La melancolía es inevitable porque cuando se escribe de un modo autobiográfico, se escribe mayormente de lo perdido y de lo pasado. Creo que el género autobiográfico bien entendido debe ser histórico en el amplio sentido del término. Quiero decir: una historia individual, subjetiva incluso, pero que nos lleve a reflexionar sobre la historia colectiva de un grupo o de un país. Y, por supuesto, creo que el género autobiográfico puede ser un género de ficción, por eso la cita de Papini que abre el libro.

P. La figura paterna es fundamental en su nueva obra. ¿Desde que perspectiva la afronta?

R. Escribí un poema sobre mi padre hace unos años y es uno de los pocos poemas de los que me siento satisfecho. Lo escribí cuando hacía más de 20 años que mi padre había muerto. Las circunstancias de su muerte fueron especialmente dolorosas para mí, y era un problema que yo no había resuelto. El poema me llevó al relato, a la necesidad del relato y también a la idea para desarrollarlo. Comentando un día con Almudena Grandes una novela de mucho éxito que se publicó hace un par de años, ella me dijo que tenía ganas de leer una novela sobre la Guerra Civil en la que el héroe no fuese un miliciano subido en un tanque y entrando victorioso en París, sino uno de los millones de hombres o mujeres anónimos de nuestra guerra. Pensé que mi padre era uno de esos, que sólo tenía que novelarlo.

P. ¿Se han corrompido los sueños?

R. Un aforismo de un nuevo libro que espero publicar pronto dice: "La mejor manera de realizar un sueño es despertar". Pues eso, no es que los sueños se corrompan, es que uno despierta y el sueño se acabó y ahí nos espera la realidad con su belleza o su crudeza.

P. ¿Y algunos se cumplieron?

R. Afortunadamente, la realidad a veces, aunque sean muy pocas, se parece a los sueños. Yo he cumplido algunos, míos y de mi padre. Por ejemplo: ahora mismo estoy preparando una edición de la Poesía Completa de Rubén Darío. Este trabajo me hace muy feliz y cumple algunas de las expectativas que mi padre tuvo respecto a mí.

P. ¿A dónde quiere llegar Álvaro Salvador?

R. Nunca me he planteado esto como una carrera. Incluso me sigo sorprendiendo mucho, todavía hoy, cuando advierto que otros amigos y compañeros muy queridos sí se lo toman así. Tampoco estoy ya en posición de llegar a ninguna parte. Me gusta escribir, me divierte mucho y le sienta bien a mi espíritu. Luego, si hay personas que se emocionan, divierten o identifican con lo que escribo esto supone una satisfacción añadida que también me anima a continuar. Por fortuna, mi trabajo me proporciona una cierta independencia dentro de la sociedad literaria.

P. ¿Es un prosista muy poético o un poeta metido en otras faenas?

R. La primera vez que intenté escribir una novela tenía 24 años. No pude hacerlo hasta cumplir otros tantos, quizá por vagancia, quizá por falta de organización, quizá por servidumbres privadas o profesionales, pero siempre me gustó la novela. De cualquier modo, uno no es lo que quisiera ser sino lo que dice que es el rol que ya ha adquirido, y yo me temo que voy a seguir siendo un poeta que escribe novelas, del mismo modo que antes fui un poeta que escribía teatro.

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