El genio enfermo de Goya
Pedro Montilla, profesor de la UCO, publica un libro en el que analiza la relación de la salud del pintor con su obra
¿Qué diferencia a los genios de los mediocres? ¿Dónde reside lo extraordinario? Para Pedro Montilla López (Valenzuela, Córdoba, 1939) la genialidad tiene un componente biológico. Acaba de publicar Enfermedad y envejecimiento en la creatividad de Goya: Enfoque neurobiológico, un libro en el que profundiza en la repercusión que pudieron tener los achaques del pintor aragonés en su evolución artística. Francisco de Goya vivió 82 años. Pero la mitad los pasó "en soledad", sordo. La primera crisis de salud severa la tuvo en el año 1792, cuando perdió el sentido del oído.
Se ha hablado de que Goya pudo ser víctima de la sífilis, de las fiebres tifoideas, de una intoxicación por quinina o por plomo, de alguna enfermedad mental como la bipolaridad... "En mi libro he ido descartando todas estas enfermedades atendiendo a los síntomas conocidos y se puede decir que hay bastantes posibilidades de que fuera la malaria", sostiene Montilla. Según este profesor del departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Córdoba y jefe clínico del departamento de Bioquímica del Hospital Reina Sofía, Goya podría haber contraído la enfermedad en alguno de sus muchos viajes a Aragón, su tierra natal: "La zona de Zaragoza estuvo muy afectada por el paludismo [como también se conoce la malaria] hasta 1940".
"Lo más seguro es que esta malaria se intensificara por la toma sin control de quinina. De hecho, la sobredosis de quinina puede provocar sordera", afirma. El pintor consiguió salir de esa crisis, aunque con la sordera que le acompañaría toda su vida. "A los 46 años ya empezó a envejecer". La enfermedad, según el profesor, también tuvo una repercusión fisiológica. El cerebro humano está dividido en dos hemisferios. El izquierdo es el del lenguaje, el de la lógica, "el que nos sitúa en el espacio y el tiempo; el más aristotélico". El derecho es el de la imaginación, el de las sensaciones, el artístico, "el que conecta con el mundo onírico".
Montilla cuenta que, a partir de los cinco años, los dos hemisferios empiezan a establecer relaciones y "a trabajar en colaboración". "En la cultura occidental, el hemisferio izquierdo es el que se acaba imponiendo", esgrime.
Pero el profesor sostiene que "posiblemente, en Goya, después de la primera crisis aguda, se pudo modificar la relación entre los dos hemisferios y su imaginación se pudo ver liberada". Esto explicaría, según Montilla, que Goya, a partir de 1792, pasara del costumbrismo a una pintura mucho más alejada de la realidad que terminó por desembocar en las llamadas pinturas negras. "Además, hay que tener en cuenta la sordera que le aisló de mundo y le hizo más introspectivo".
Pero Montilla no quiere ser categórico en la importancia del aspecto fisiológico y de la repercusión del paludismo en la genialidad del pintor. "Su genio no viene ni de la malaria ni de las enfermedades posteriores, es algo que él tenía ahí y que ya había apuntado antes. Lo que posiblemente hizo la enfermedad es ejercer de disparadero", afirma.
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