El misterio de la cabeza perdida
Francisco de Goya murió en abril 1828 en Burdeos (Francia). Y allí fue enterrado, en el cementerio de la Grande Chartreuse. Su cuerpo estuvo en Francia hasta el año 1919, cuando fue trasladado a la ermita de San Antonio de la Florida de Madrid.
El impulsor del traslado de los restos del pintor a España fue Joaquín Pereyra, cónsul en Burdeos en 1880. Un día, paseando por el cementerio, encontró casualmente la tumba de Goya, que había sido enterrado con su consuegro y amigo, Miguel Goicochea.
El diplomático estuvo guerreando durante años con las autoridades españolas y francesas para conseguir que el cuerpo del artista volviese a su país natal. Por fin, en 1888 se realizó la exhumación. El profesor Pedro Montilla explica que la sorpresa surgió cuando se abrió la tumba y en uno de los féretros faltaba la cabeza completa.
El ataúd era el que guardaba los restos de Francisco de Goya, según dijo en su tiempo el diplomático Pereyra, tesis que Montilla también comparte. Pero ¿quién o quiénes se llevaron la cabeza del pintor? Y ¿para qué? Montilla afirma en su libro que "la frenología pudo ser la causa principal de este extraño suceso".
Los frenólogos, seguidores de una seudociencia muy extendida en la época, "interesados por examinar las características anatómicas cerebrales en la relación con la genialidad y la locura pudieron ser sus ejecutores". Aunque, según el profesor de Bioquímica, Goya habría podido dar su consentimiento antes de morir para que un amigo realizara los correspondientes estudios frenológicos.
Lo cierto es que en la tumba madrileña de Goya no hay rastro de su cabeza. "¿Dónde estará ahora si no ha sido destruido el cráneo que alojó durante 82 años un cerebro pictórico tan genial?", se pregunta Pedro Montilla.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.