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Columna
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Banal

Con estas temperaturas, la decisión más sabia es considerar que, menos el calor, casi todo es banal. Es una decisión menos banal de lo que parece, porque en realidad equivale a aplicar a la realidad un tratamiento radical: poner a enfriar todo lo que nos llega ardiendo, que es prácticamente todo. Nos va en ello la posibilidad de sobrevivir, porque ahora mismo no hay nada en este país cuya temperatura no supere esos cuarenta y tantos grados que son como una siesta mal dormida que se arrastra toda la jornada.

La dieta de atracones de furia que se nos está administrando es sencillamente insoportable, y me parece legítimo, para empezar, evitar el roce con cierto tipo de realidades: sencillamente, son banales. ¿Me explico lo suficiente si digo que hay que darle la misma importancia que al Festival de Eurovisión al número que montaron la semana pasada en el Parlamento de Andalucía los diputados del PP? Si me apuran, quema más lo de Eurovisión, porque lo que TVE mandó allí -idiota de mí, que lo vi- iba en representación de España, y les aseguro que lo que mandaron es más indignante que todas las payasadas de Carod Rovira juntas. Lo del Parlamento, en cambio, sólo da algo de bochorno.

Respecto del PP andaluz, la solución es fácil: Arenas es banal, pero Enciso no. Vean el caso de Arenas: es jefe de una oposición pero no está donde está esa oposición, y para que se le oiga tiene que sobreactuar. Su afición a hablar con una impostación trágica ha tenido que ceder el puesto a un lenguaje mucho menos refinado, amasado con amenazas e insultos, impropio de quien ha tenido siempre primeros papeles. Pero la realidad no es lo que era y, sobre todo, la diferencia con Enciso es apabullante. Enciso habla como el que tiene el destino en las manos, y por eso lanza sus desafíos con una calma nada acalorada. Ayer le preguntaban en este periódico para cuándo un nuevo partido, y él contestó que para eso había que esperar al lunes, que es hoy. Tiene raza: "ni descarto ni asumo", dice, y añade que el error "fue intentar por parte de los dirigentes mandar sobre todo" (sic), que Amat, el alcalde de Roquetas y presidente del PP en Almería, "es fácil de manejar", que "José Añez [presidente de la Diputación] es intocable" y que: "Yo se lo dije a Javier en su momento, su papel no ha sido un buen papel". ¿No suena a una mezcla de Shakespeare y Sergio Leone?

Pero no conviene confundir asuntos como el de lo que está emergiendo en Almería, que es tremendo, con la piromanía verbal a que se ha entregado medio país. No podemos hacerles caso: no todo merece la misma indignación ni la misma atención. Tenemos problemas tan graves como el muro de hormigón en que estamos convirtiendo, entre todos, nuestras costas, el siniestro paraíso de la siniestralidad laboral que crece sin pausa, la desfiguración del mundo rural, la integración de gente muy diversa, etcétera. Eso es lo que importa. La política es lo que queda después de descartar lo banal. Y sería imperdonable enredarse en lo banal e ignorar la política.

Y es posible que el día de la política llegue cuando el presidente Chaves esté ya absolutamente solo en el mundo y no tenga nadie ante quien responder de nada. Él mismo debe temer ese día.

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