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Columna
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Barra cruda

Tomás Gutiérrez, presidente de La Viña, asociación de hosteleros madrileños, ha dicho esta semana que ese sector afronta en la capital "el grave problema de la falta de profesionales formados, sobre todo de camareros". Eso es algo que vienen detectando desde hace tiempo los tabernícolas del Foro, que son unos cuantos. En Madrid hay cerca de 30.000 negocios de hostelería, más que en toda Finlandia. El 76% son bares de diversa calaña, que siempre fueron el mentidero jocoso de la Villa pero que languidecen por falta de profesionales tras la barra (con excepciones, gracias al cielo). Esa profesión quema mucho, es esclava. Los vocacionales desaparecen y son sustituidos por aves de paso que ignoran o desdeñan los principios fundamentales de la camarería.

Hay bastantes camareros circunstanciales de ambos sexos cuya actitud es la de personas esquivas que te miran por encima del hombro y te transmiten tácitamente con mirada de besugo: "Yo no he venido a este mundo para servir cañas a la plebe. Yo vuelo más alto, ciudadano". Y te ponen una caña fofa, impresentable, porque esos tipos no tienen ni idea. Adoptan la pose de hidalgos orgullosos para disimular su crasa ignorancia del oficio, su ineptitud y su estupidez. Hay otros muchos que pasan delante de ti varias veces y hacen como que no te ven ni te oyen, los muy ceporros. Estas cosas espantan a los parroquianos y están acabando con algo tan elemental en una taberna como la afabilidad. Y si las tascas no son afables, que con su pan se lo coman. Además, las cañas, desde lo del euro, se han puesto por las nubes. No es normal que seis cervezas valgan lo mismo que el menú del día. Pero ésta es otra historia. También hay que señalar que la culpa de que ineptos sirvan copas no es de los ineptos sino de quien los contrata.

Hablando de hostelería, el PSOE ha presentado en la Asamblea de Madrid una proposición no de ley para animar a consumir más garbanzos. El diputado Antonio Chazarra dice que "según un libro hindú, los garbanzos son afrodisiacos". Esto dará vida a los mesones, si el cocido está hecho y servido por profesionales.

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