Amor por Japón

Es una de las sorpresas del año. Su debut, Amar duele, no ha pasado inadvertido, aunque Falete y su cante intenso llevaban años recorriendo el globo en varias compañías. Y de entre todos los países que ha pisado, "el que más, más, más me gustó... Japón".

¿Qué es lo que más le llamó la atención?

La organización. Desde que me bajé del avión. Fui a recoger las maletas, y pensé: verás con el mogollón que somos... Pero no había ningún barullo. Son así para todo. Son máquinas. Pero máquinas con corazón, porque lo hacen todo con mucho amor.

¿Y por la calle?

Igual. En Tokio me compré unas zapatillas de deporte para estar cómodo y en mes y medio a mí las suelas no se me mancharon. Yo no he visto una limpieza tan enorme en mi vida.

¿Cómo se mezcla ese orden y la espontaneidad flamenca?

Bueno... Una noche nos juntamos varios en una lavandería y nos pusimos a hacer compás. Pues no pasaron ni cinco minutos y teníamos allí a una pareja de policías en bici. Llevan una vida súper controlada. Para lo bueno y para lo malo.

¿Y la afición japonesa?

Son los mejores. Cuando empezábamos el espectáculo, no aplaudían. Se acababa la primera parte y seguían sin aplaudir, pero cuando se bajaba el telón se pegaban 20 minutos sin parar y salíamos hasta siete veces a saludar. Es tanto el respeto que sienten, que temen desconcentrarnos. Aman el flamenco.