Sueños

Este lector entra en el libro con la sorpresa de que el narrador de Xavier y los sueños es nada menos que el secretario del cardenal Ratzinger, verdadero eje de las primeras páginas de esta novela, donde aparece revestido de la imagen conservadora que de él se tenía antes de que fuera nombrado Papa.

Ascondo ha entretejido una historia insuficiente en torno a los sueños de Xavier, un personaje bilbaíno. La novela se abre en Roma, en las dependencias de Ratzinger, donde el bioquímico norteamericano Arthur Nicholson, anuncia el descubrimiento de una máquina con la que, a partir de un poco de ADN, puede resucitarse a cualquier persona muerta, lo que lleva, desde la exageración del planteamiento, a poder preguntarse por la esencia de Jesucristo. Por desgracia es un sueño, un quiebro al pacto con el lector, a quien a partir del segundo capítulo se le propone una novela fragmentaria. En cada capítulo se ofrece un relato independiente que se refiere a géneros distintos: el sueño oriental en que se cita con Buda, el viaje político a Praga, el cuento de terror con Drácula, sueños intercalados con la vida del personaje en Bilbao, pero el autor no consigue unir los dos niveles de escritura.

El intento general y el objetivo marcado parece forzado y, acéptese la palabra en su sentido más general, voluntarioso. Algunas descripciones no carecen de fuerza, pero hace falta mucha voluntad para seguir el hilo conductor de la obra, porque tras la primera sorpresa, el resto de relatos no terminan de cuajar en una acción redonda. Existe sí un regusto en el personaje por una especial diversión en la exageración y un tinte culturalista interesante.

José Antonio Ascondo: Xavier y los sueños. Cavandoli. Bilbao. 2005. 2003. 192 páginas.