Nunca tan lejos
Mañanita de niebla... tarde de paseo parlamentario. Ésa parece ser la divisa para esta jornada del martes 17 de mayo. Porque, después del debate sobre el estado de la nación sustanciado el miércoles y jueves de la semana pasada en el pleno del Congreso de los Diputados, hoy llegan las mociones de los diversos grupos para ser sometidas a votación. Todas ellas empalidecen frente a la que en solitario suscriben los socialistas en torno al procedimiento a seguir si se dieran las condiciones del fin definitivo de la violencia terrorista etarra. El texto es una pieza taraceada minuciosamente por Ramón Jáuregui con párrafos procedentes de las más nobles declaraciones. Han sido extraídos de los pactos más solventes e inatacatables por los ácidos, suscritos siempre a instancias de partidos constitucionalistas. Pero contar con el acuerdo del Partido Popular, pensar en que pueda concordar con sus propias palabras de otras veces, es impensable, una vez que ha optado por instalarse en el bloqueo bajo la extrema unción aznarista.
Convendría repasar cómo se ha llegado a esta escenificación de antagonismo exasperado. Pero es mejor reconocer que no se trata de una meta alcanzada, sino de un itinerario, que se ha ido apoyando en diferentes argumentos a partir del mismo día 14-M, tras el recuento de las papeletas de la derrota electoral. Imbuidos del mismo espíritu acreditado por los cánticos de Eto'o al proclamarse el Barcelona campeón de la Liga de fútbol, los dirigentes del PP sólo aceptaron a Zapatero como presidente accidental y sólo vieron en él la suma de todas las radicalidades y perversiones sin mezcla de bien alguno. Primero fue la retirada de las tropas enviadas a Irak y la comisión parlamentaria del 11-M, luego las reformas que restan valor académico a la asignatura de religión y las uniones de homosexuales; todo se ha considerado combustible en busca de la temperatura de incandescencia.
Pero veamos cómo cuenta Jota Pedro en ese volumen del desquite los anteriores contactos con ETA. Por ejemplo, en la página 429 refiere un almuerzo en Moncloa a primeros de octubre de 1998 con los directores de los principales diarios españoles. "Todos coincidimos", señala, "en que había que poner el límite en donde lo había puesto la declaración institucional que Aznar hizo el viernes 2 de octubre: la paz no puede estar sujeta a contrapartidas políticas. Cabían los acercamientos de presos, la concesión de beneficios penitenciarios o incluso la aplicación masiva y generosa de la figura del indulto -el Parlamento llegaría a pedir por unanimidad la flexibilización de la política penitenciaria-, pero lo que no cabía era admitir que las reivindicaciones soberanistas de los partidos de Estella se convirtieran en moneda de trueque para la no reanudación de los atentados".
El cronista oficial del aznarismo cuenta también que el 24 de octubre, en la jornada de reflexión que precedió a las elecciones autónomas vascas, dos etarras encapuchados aparecieron en la segunda cadena de la BBC apostando por la negociación y afirmando que "si no se halla una solución, no es que ETA se vaya a ver obligada a actuar militarmente, sino que nos podemos encontrar con que la próxima generación lo vuelva a hacer, se llame ETA u otra cosa". Jota Pedro señala que 48 horas después de los comicios vascos, es decir, el 27 de octubre, "Aznar hizo el lacónico anuncio de que había autorizado a sus colaboradores a iniciar contactos con el llamado MLNV a fin de acreditar que la voluntad de ETA era abandonar las armas. Lo inaudito", subraya nuestro autor de cabecera, "era el lenguaje. MLNV quería decir Movimiento de Liberación Nacional Vasco. Nunca un jefe de Gobierno español había llegado hasta el extremo de reconocer al entorno político de ETA con su propia autodenominación, en aras de obtener la paz. Yo me sentía orgulloso de la audacia política de Aznar y, tanto en público como en privado, no dejaba de animarle a seguir protagonizando lo que, en términos churchillianos, definí como su mejor hora". Entonces, ¿qué autoridad tienen ahora estos para negarle a Zapatero el intento? Otra cosa muy distinta es que pueda esperarse resultado alguno.
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