Superando los efectos secundarios
Los fondos que invierten en acciones de empresas de farmacia o salud están conociendo un año relativamente bueno. Si las cosas se desarrollaran de una manera estándar, podrían estar entre los de mejor comportamiento: la rentabilidad media que han venido acumulando en 2005 es del 7,14% medida en euros; una rentabilidad más que razonable si se tiene en cuenta que, a estas alturas de la jugada, todos los índices de renta variable norteamericana están en pérdidas, mientras que los europeos a duras penas se mantienen en positivo.
De hecho, los fondos de renta variable del sector farmacia y salud se sitúan por rentabilidad media en la posición decimosexta de entre un total de 151 clases en que se agrupan los fondos según la homogeneidad de sus políticas de inversión. Esto no es extraño ya que, de los 18 sectores en que se divide la Bolsa europea, el de farmacia y salud es el que acumula una mayor revalorización en 2005: un 9,4%.
¿Qué es lo que hace que este sector de fondos vaya, comparativamente, tan bien? La respuesta está en la apariencia de madurez que empiezan a adquirir el ciclo económico y el ciclo bursátil, que hace que las carteras de los inversores institucionales hayan empezado a fijarse en lo que suele considerarse sectores defensivos y, entre ellos, el de farmacia y salud. Estos sectores se ven menos perjudicados cuando el crecimiento económico empieza a desacelerarse dado que producen bienes o servicios cuyo consumo no puede suprimirse o aplazarse. Además, las empresas del sector farmacia y salud ven favorecido el mantenimiento de sus ingresos por el actual envejecimiento de la población. Sin embargo, no es éste un sector que esté libre de sobresaltos. Las compañías farmacéuticas realizan cuantiosas inversiones para la creación de nuevos medicamentos cuyo efecto beneficioso no es a veces tan evidente. Eso hace que su cotización en Bolsa se vea perjudicada por diferentes noticias adversas que van desde la no autorización de un medicamento nuevo por parte de las autoridades, hasta la retirada de uno ya autorizado y en circulación.
Todos estos inconvenientes, junto con el aumento en el uso de genéricos o la dificultad de conseguir avances significativos en el terreno de la creación de nuevas medicinas (por no hablar de la caducidad de las patentes), han supuesto a lo largo de los últimos años un freno a la subida de la cotización de las acciones de las empresas farmacéuticas. Pero ahora todo eso parece haber pasado a segundo plano. Y, con ello, la aprensión por estos valores. A menos que vuelvan a ser víctimas de la parte más temida de los prospectos, los efectos secundarios.
Juan Ignacio Crespo es director general de Finanduero.
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