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El viejo tema de la apariencia y la realidad

Robert Wilson repite escenario en la novela Condenados al silencio. Está claro que Sevilla le interesa. Tiene muchas razones. "Es una ciudad con menos delitos que otras ciudades. Un inspector me ha dicho que en Sevilla hay 15 asesinatos al año. Eso no es nada. En Baltimore hay 15 asesinatos por minuto", explica Wilson. "Sevilla tiene una imagen tan fuerte con su belleza, con la alegría de la gente... Sin embargo, por debajo de esta superficie Sevilla tiene los problemas que sufren todas las ciudades del mundo: drogas, pobreza, tensiones raciales... El tema de mis libros, y de la novela negra en general, es un asunto que tiene mucha importancia en la literatura inglesa y en Shakespeare: el tema de la apariencia y la realidad. Y nuestra capacidad de distinguir entre los dos", comenta el novelista.

La primera vez que Wilson visitó Sevilla se sintió deslumbrado. "Llegué a Sevilla en la época de la Semana Santa y la Feria de Abril. La ciudad proyectó una imagen tan fuerte sobre mí, que era un joven de 27 años, que me dejó maravillado. Pero gradualmente he visto que Sevilla no es sólo la Giralda, el Arenal o el barrio de Santa Cruz. He visto que hay otros barrios más normales, con hábitos de vida parecidos a los míos. En El ciego de Sevilla confronté los tópicos de la Semana Santa y la Feria de Abril. Condenados al silencio trata un poco más sobre la ciudad real", dice Wilson, que, a lo largo de distintas estancias, ha pasado alrededor de seis meses en Sevilla.

"Me gusta mucho el ambiente de Sevilla, cómo los sevillanos entran en los bares a tapear y a tomar una cervecita con sus amigos. Porque yo ahora vivo en Portugal, donde el ambiente es mucho más tranquilo. Para un español, el ambiente portugués puede ser deprimente. Sevilla es una ciudad llena de vida, de pasión. Me gusta la diferencia de atmósfera que hay entre Portugal y Sevilla", concluye Wilson.

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