Lírica humanística

El cincuenta aniversario de la Agrupación Fotográfica de Navarra está siendo motivo para traer a su galería Contraluz de Pamplona notables firmas de la fotografía nacional e internacional. Durante este mes de mayo exponen una colección de Gerardo Vielba (Madrid, 1921-1992). Son alrededor de treinta fotografías en blanco y negro realizadas hacia los años sesenta y extraídas de la vida cotidiana. Imágenes para remover la nostalgia y rememorar un pasado de caminos difíciles y estrangulados.

Nuestro autor fue un hombre dinámico y polifacético. Ingeniero aeronáutico (militar y civil) de profesión, tuvo desde su juventud atracción hacia el dibujo y las artes plásticas. Su deriva hacia la fotografía fue hacia 1934, fecha de la que se conocen sus primeras fotografías. Su interés por esta actividad le llevó a ingresar en la Real Sociedad Fotográfica en 1954, una agrupación que, si bien se ocupaba del desarrollo de la fotografía en su vertiente artística, estaba marcada por unas tendencias enormemente conservadoras, muy propia de los tiempos que corrían. A los diez años de su ingreso se convirtió en presidente de la misma, un cargo que mantuvo hasta 1982. Con él quedaba atrás el predominio de las tendencias pictorialistas y el papanatismo imperante en las fotos de estudio (salón) y se abría el enfoque de los objetivos hacia territorios, conceptos y formulas más novedosos.

Por otro lado, con sus escritos y conferencias anima los todavía desamparados páramos de la historia, la teoría y la crítica fotográfica, algo marginal y recluido en clubes o agrupaciones de carácter gremial y marcadas por ritos e iniciaciones cuasi masónicas.

Si nos fijamos en sus imágenes, en primer lugar encontramos un interés especial por la gente. Es complicado encontrar en su producción fotografías donde falte la figura humana. Dentro de ello, su forma de encuadrar resulta un tanto formal: luces a cuarenta y cinco grados, puntos de fuga e interés bien definidos, e incluso una especial atención a la regla de los tercios son denominador común en muchas de sus imágenes. En esta línea, sus composiciones resultan delicadas, precisan los detalles y procuran bucear en la intimidad del momento y los personajes.

Estas miradas hacia el hombre, marcadas por un sistema restringido en su libertades, deben conformarse con ser una lírica humanística. Con todo, son tenues aproximaciones a la denominada fotografía humanista, aquellos testimonios gráficos realizados por autores como Doisneau, Ronis o Bishof, en Francia o EE UU, como defensa a ultranza de la dignidad inalienable de la persona. Un género peculiar que en España no pudo emerger hasta la transición democrática.