Nuestro querido Villaverde
Un nuevo brote de incultura azota al madrileño barrio de Villaverde, un barrio que, sin duda, admite el calificativo de "olvidado". Validando el eterno conflicto centro-periferia, la perpetua desigualdad pudientes-no pudientes, nuestro barrio ha mostrado estos días su cara más vergonzosa.
Todos sentimos con dolor y tristeza la muerte, el pasado lunes, del chico de 17 años, Manuel G. C., a manos de un dominicano, que, sin embargo, bien podría haber sido peruano, ecuatoriano o español.
Y ante este hecho, la única respuesta dada es una especie de caza al tan necesario inmigrante que tiene exactamente la misma culpa de lo sucedido que todos los demás vecinos, es decir, ninguna. Resulta inevitable sentir una especie de cariño hacia el que ha sido tu barrio desde siempre, tus calles, tu gente, a pesar de sus carencias, pero ese cariño se ve golpeado fuertemente con olas de violencia racista como la que estamos viviendo.
La única forma de combatir el racismo -sea cual sea su forma de expresión- es la educación, algo de lo que Villaverde tiene mucha necesidad.
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