"La producción agrícola puede ayudar a cumplir con Kyoto"

Los agrónomos están de aniversario. En 2005 se cumplen 150 años de la instauración de los estudios en España. Baldomero Segura (Huesa, Jaen, 1952) es decano del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Levante y dirigió, entre 1990 y 1998, la Escuela Superior del ramo en la Universidad Politécnica. El campo valenciano se benefició notablemente del trabajo de estos científicos durante el siglo XX, en terrenos como la investigación citrícola y el cooperativismo agrario.

El campo pierde peso y emplea ya únicamente al 3,6% de los trabajadores, lo que sitúa a la autonomía valenciana como la quinta menos agraria. El número de agricultores continuará disminuyendo a medida que aumente la productividad y la competencia. Segura destaca, sin embargo, que paralelamente crece el conjunto del sector agroalimentario, que incluye la transformación, la distribución, y los controles de calidad y seguridad alimentaria. En total, según sus cálculos, representa entorno al 12% del PIB.

El decano nombra, entre el resto de salidas profesionales para los estudiantes, el vino, cuya "filosofía" ha evolucionado desde el de mesa al de calidad; la modernización de los regadíos; la "agricultura no alimentaria" como las plantas y flores arómáticas u ornamentales, y, especialmente, "los temas vinculados al medio ambiente".

Los productores que se beneficien de la reforma de la Política Agraria Común (PAC) deberán cumplir parámetros ambientales. "Y eso exigirá auditorías" a cargo de ingenieros agrónomos. Otro de los nichos en los que queda espacio por cubrir es el de la producción ecológica, que no alcanza la envergadura de otros países europeos.

El decano pronostica su incremento con una fórmula que suena a keynesiana: "A medida que aumenten las rentas los consumidores pedirán, en primer lugar, calidad, y después alimentos más saludables y cuya producción sea menos impactantes con el medio ambiente".

¿Son fiables los distintivos que identifican a estos productos? Segura opina que sí, porque tanto a la federación del ramo como a las distribuidoras les interesa que existan garantías.

Baldomero cree que el número de agricultores seguirá disminuyendo hasta cierto punto y luego se mantendrá "en tanto se añada valor al proceso y se mantenga la protección de las rentas agrícolas".

En último lugar, agrega, existen otros dos motivos para que la sociedad mantenga los terrenos agrícolas. El primero es su valor como paisaje, "por ejemplo el de la huerta de Valencia". El segundo, su papel como equilibrador ambiental y fuente de oxígeno. Una vertiente que se reforzará a medida que los cultivos sean menos impactantes. "La producción agrícola", señala "puede servir incluso para Kyoto".