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Reportaje:

Iberia y los pilotos, a cara de perro

La compañía y el SEPLA no consiguen ni formar la mesa de negociación del convenio

Tras cuatro años de tregua la tensión ha vuelto a surgir entre el sindicato de pilotos de Iberia, el SEPLA, y la dirección de la compañía. Cumpliendo lo que parece una maldita tradición, el convenio colectivo vuelve a enfrentar a ambas partes, que ni siquiera han logrado formar la mesa de negociación. El fin de laudo, además, provoca una situación inédita en la regulación laboral.

El sindicato pone como condición 'sine qua non' la presencia de sus asesores en la mesa de negociación, a lo que Iberia se niega
El fin de la vigencia del laudo ha situado la regulación de los pilotos en una especie de limbo jurídico por las diferentes interpretaciones
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Hay cosas que parecen inmutables por mucho que cambie su entorno. Y una de ellas pueden ser las relaciones laborales entre el sindicato de pilotos de Iberia y la dirección. Si se mira hacia atrás, a la compañía no hay casi quien la conozca, y, sin embargo, negociar el convenio de pilotos sigue siendo una de sus tareas más complejas. No vale siquiera que quienes lo tienen que hacer sean los mismos de hace casi diez años. La tensión manda.

Los pilotos de Iberia se encuentran en una singular situación. Finalizada la vigencia del laudo que puso fin, hace cuatro años, al enfrentamiento entre sindicato y compañía, no se sabe muy bien qué norma enmarca su relación laboral. Según el sindicato, finalizado el laudo el pasado 31 de diciembre, vuelve a estar en vigor el convenio colectivo anterior, el sexto convenio, y es en ese punto donde deben iniciarse las conversaciones para su renovación. Según la compañía, el laudo terminó con la vida del convenio y cómo también ha terminado la vigencia del laudo, las relaciones laborales, en este momento, quedan reguladas por el Estatuto de los Trabajadores y la normativa específica de Aviación Civil. En otras palabras, no hay convenio del que partir. Y unos y otros exhiben dictámenes jurídicos con sus respectivas posturas.

Sólo hay acuerdo en lo que expresamente dice el propio laudo, y es en que las condiciones económicas siguen siendo válidas, aunque éste haya expirado.

Haber dejado morir el laudo que impuso el Gobierno sin negociar antes las condiciones de trabajo que debían de regir a partir de este año ha colocado a los pilotos en una especie de limbo jurídico, inédito hasta ahora, y ha añadido muchas dificultades a lo que siempre ha sido un complicado proceso de negociación.

"Resulta desolador", dice un comunicado del sindicato, "comprobar cómo la dirección de Iberia, tras cuatro años de laudo arbitral, se ha mostrado incapaz de restablecer un marco estable de relaciones laborales".

Lo cierto es que la empresa y la anterior dirección del sindicato habían alcanzado antes de que finalizara el laudo un preacuerdo que nunca se llegó a firmar al haberlo rechazado los pilotos en asamblea. Desde ese momento, sólo ha habido una tregua para dejar que la nueva dirección del SEPLA-Iberia se asentara en sus cargos, y desde hace unos días, más desencuentros.

Duras críticas

La postura de Iberia de negociar todo el marco de relaciones laborales de nuevo -salvo los puntos que el laudo deja expresamente en vigor- ha sido duramente criticada por el SEPLA, que ha acusado a la compañía de "recurrir a una nueva maniobra cuyo único objetivo es minar las bases de los derechos de los trabajadores para partir desde una situación de indefensión de sus empleados".

En su comunicado, el sindicato alude, incluso, a lo que parecen viejas rencillas. "Nos sorprende que el consejero delegado de Iberia, Ángel Mullor, hombre de sólida reputación como histórico sindicalista, consienta este atropello de los derechos laborales más básicos", dice. "Lo que no nos sorprende es la actitud de la dirección".

En Iberia, oficialmente, reina el silencio. Pero, con la vista puesta en la elaboración de su nuevo plan director 2006-2009, no parece preocuparles mucho si la negociación tiene que partir del convenio que había antes del laudo o no. La dirección tiene en proyecto una redefinición completa de la compañía, y es en ella en donde enmarca las relaciones laborales. Tras un duro ajuste de costes durante los últimos años, considera, y así lo ha manifestado públicamente en multitud de ocasiones, que la única salida para sobrevivir es un aumento de la productividad, que ha convertido en el punto clave.

La idea es algo así como que da igual de dónde se parta, que lo importante es alcanzar un acuerdo que permita competir en un nuevo escenario marcado por la competencia de los trenes de alta velocidad y de las compañías de bajo coste, y con el combustible caro.

Cuando Iberia celebre la junta de accionistas el próximo día 26 presentará otro buen año, fortalecido por la venta de su participación en Amadeus. Pero en la empresa insisten en que el futuro está lleno de incertidumbres. En este sentido, garantizar la paz en las relaciones laborales para los próximos años es jugar una baza de importancia.

Las cosas, sin embargo, no han empezado bien. Dirección y sindicatos no han sido capaces, si quiera, de sentarse en la mesa de negociación, que todavía no se ha formado. El SEPLA ha puesto como condición sine qua non que en la mesa estén presentes sus asesores, a lo que Iberia se niega. Y unos y otros se refieren al Estatuto de los Trabajadores para defender su postura. La compañía afirma que la ley permite esa presencia sólo cuando se produce de mutuo acuerdo entre las partes. El SEPLA, por su parte, alude a la condición de equidad en que se debe negociar y considera que, sin asesores, no se da. "En la negociación", dice el jefe del SEPLA-Iberia, Bernardo Obrador, "se ponen sobre la mesa multitud de conceptos que no manejamos bien porque no somos especialistas. Es como si yo pongo a Mullor a volar".

La representación

Obrador afirma que si la compañía no deja sentarse a los asesores encargarán la negociación del convenio a un bufete de abogados, al que le darán la representación mediante poder notarial. Una posibilidad que Iberia también rechaza al manifestar que sólo negocia con los sindicatos, "que son los representantes de los trabajadores".

Entre unas cosas y otras, el limbo jurídico para el colectivo de pilotos -los demás empleados de Iberia no estaban afectados por el laudo y, por tanto, están sujetos a convenio- dura ya cuatro meses e Iberia parece impacientarse. Una fuente próxima a la dirección mantiene que la situación debería estar solucionada antes del verano. Pero, hasta ahora, no se ha planteado ninguna plataforma de negociación. Ni por unos, ni por otros. Sólo Iberia ha dado, verbalmente, su proyección de futuro, negativa si no hay cambios. Y Obrador mantiene que es, otra vez, "el cuento del lobo".

Ángel Mullor, consejero delegado de Iberia.
Ángel Mullor, consejero delegado de Iberia.LUIS MAGÁN

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