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Entrevista:Esther Pizarro | Escultora | HABLEMOS DE MADRID

"Es urgente un centro con recursos para artistas"

Rosa Rivas

"La carga y descarga es un infierno: para dejar una escultura tienes que cortar la calle. Luego, te das una vuelta y depositas otra cosa... La gente lleva mucha prisa, y a nadie le gusta que le corten el paso. Haces las descargas contando con la buena voluntad de los peatones y de los automovilistas". Quien así habla de los problemas de tráfico es la escultora Esther Pizarro.

Entre sus escapadas a Lisboa, donde prepara una exposición, y al centro de Alcobendas, donde participa con cuatro artistas más en un proyecto de arte efímero en las calles, Pizarro hace un alto en la zona de Huertas para reponer material en la galería que la representa (Raquel Ponce). Especializada en escultura, está situada en la llamada milla de oro del arte, entre los museos del Prado, Thyssen y Reina Sofía, cuyas estrechas calles están salpicadas de galerías. "El barrio de las Letras es muy agradable para el visitante, pero detrás del telón se esconden un montón de trabas para los que trabajan en galerías y comercios", comenta la artista.

"Huertas es agradable para el visitante, pero un infierno para la carga y descarga"
"Hay muchos sitios inutilizados. La ciudad es como un lienzo para poder expresarse"
"El colectivo de artistas se busca la vida. Nos avisamos de locales, compartimos espacio"

Pero además de la difícil accesibilidad -problema común a los transeúntes del centro histórico de la capital- los trabajadores del arte tienen otras preocupaciones. "Por un lado, Madrid es interesantísima a la hora del movimiento artístico que se produce en ella, ya que tiene mucha oferta cultural. Pero por otro lado, Madrid es una ciudad dura con vistas a cómo el artista puede trabajar y moverse dentro de esta ciudad", opina Pizarro.

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Escultora y doctora en Bellas Artes, profesora de Creación Artística y Teoría de las Artes en la Universidad Europea de Madrid, recoge no sólo su experiencia, sino también las opiniones de los estudiantes que quieren abrirse paso en el mundo de la creación.

"Lo primero que necesita cualquier recién licenciado en Artes es un espacio para trabajar, pero el alquiler está por las nubes, prohibitivo. Conseguir algo que sea más o menos accesible es complicado, porque tienen que ir a ver tu obra los galeristas, los críticos... Un estudio de un artista no es un espacio completamente aislado, sino que tiene que tener una cierta accesibilidad, por lo menos cuando uno está empezando. Encontrar un espacio en Madrid es casi una pesadilla porque no hay... y los pocos que hay son carísimos", se lamenta.

Además, "los escultores lo tenemos más complicado que los pintores, que pueden trabajar en un piso", añade. "Un escultor necesita una planta baja, produce ruidos, usa una maquinaria que no está permitida en una vivienda...".

¿Y qué hace la gente? "Pues se apaña con un estudio móvil: que te proporcionen temporalmente espacios las instituciones, que te concedan becas... A trancas y barrancas consigues hacer algo de obra. Yo misma no he podido alquilar un espacio decente hasta después de siete años de haber terminado la carrera", comenta la escultora. Ésta, pese a las penurias, logró prestigiosas becas como la de la Casa de Velázquez, de Madrid o la de la Academia de España en Roma, así como las estadounidenses Fulbright y Pollock-Krasner, que le han posibilitado investigar sobre el arte urbano y plasmar sus sensaciones. A lo largo de su carrera ha tenido la complicidad de otros profesionales, como los arquitectos Enrique Sobejano y Fuensanta Nieto. Con ellos ha realizado una Epidermis arqueológica, para el flamante Palacio de Exposiciones y Congresos de Mérida.

Ante las dificultades, hay que hacer acopio de imaginación y esfuerzo: "El colectivo de artistas se busca la vida. Nos avisamos de locales. Por ejemplo, hay un grupo trabajando en un pueblo en las afueras de Madrid en un antiguo gallinero. Otros han conseguido un alquiler económico de unas antiguas naves de Renfe... Hay naves en polígonos industriales, pero los precios son astronómicos, por eso los artistas tienen que agruparse y compartir espacio. Pero los polígonos ya están fuera de la ciudad".

Para una urbanita empedernida, el corazón de Madrid debería ser un lugar natural de actividad. Pero no es posible. "Las zonas industriales del centro se han reconvertido en zonas residenciales con lofts de lujo. El núcleo urbano va creciendo y va expulsando las actividades industriales cada vez más a las afueras, en una especie de efecto cebolla. Te sientes como que te van echando de la ciudad", se queja Pizarro.

Y tiene argumentos para contradecir a quienes piensen que los artistas nadan en el glamour y son una élite: "El que la gente crea que tenemos estudios maravillosos es un tópico tremendo. El artista trabaja en los espacios más inverosímiles. A veces no sé cómo sale la obra. Un espacio bueno se consigue después de muchos años. Pero, si estás realmente comprometido con tu trabajo, no puedes dejar que el espacio sea un condicionante. Nos tenemos que volver muy ingeniosos para ir solucionando cosas. Si no, muchos tirarían la toalla".

¿Y hay profesionales que tiran la toalla? "Te planteas muchas cosas, porque la ciudad es tremendamente ingrata. Hay gente muy valiosa que se queda en el camino. Seguir adelante es de kamikazes. Un artista, cuando empieza, lo que necesita son herramientas y espacio. Pero Madrid se muestra dura y hostil".

Los artistas tienen una petición urgente a las autoridades, asegura Pizarro: estructuras de producción, los llamados centros de recursos. "Las asociaciones de artistas están negociando con el Ayuntamiento madrileño para crear un centro con espacios temporales. Es decir, que un artista puede alquilar por meses, a precio módico, un espacio para desarrollar su proyecto. Es una idea muy común en Estados Unidos, Canadá y en Europa (París, Berlín), donde ya llevan funcionando años. Y también existe en Barcelona (Hangar) y San Sebastián (Arteleku). Eso es una carencia muy importante en Madrid".

"En el antiguo matadero de Arganzuela se supone que va a instalarse un centro para artistas. Parece que la cosa va a ir adelante", prosigue. "Pero no hay fecha, no nos han concretado cuándo se hará realidad este proyecto. Yo pediría a las autoridades madrileñas que se tomen en serio estas reivindicaciones". "No pedimos que regalen alquileres", aclara Pizarro, "sino que se faciliten infraestructuras reutilizables. No estamos hablando de que los artistas se apoderen de espacios para siempre. Cada vez hacen falta tecnologías más sofisticadas, que son carísimas. Lo ideal sería ir a sitios donde se puedan alquilar locales a un coste accesible y por un tiempo, porque lo más probable es que se utilicen para trabajos puntuales".

Otro deseo del colectivo de artistas es que la ciudad se deje moldear, que sus calles acojan experimentos creativos. "Por unos días, coincidiendo con la feria Arco, se hacen intervenciones en la ciudad, en Madrid Abierto. Pero serían oportunas más actividades de este tipo, para sacar el arte a la calle. Estas acciones tienen un componente social, de denuncia o de crítica de la propia ciudad, y el espectador percibe el arte de forma más inmediata y más evidente. Al ciudadano de a pie esto le hace cuestionarse cosas".

En una ciudad como Madrid que se ha vuelto tan agresiva y con tantas obras, ¿es posible que las intervenciones artísticas relajen un poco esta sensación de agobio? "Aprovechar con acciones efímeras espacios que no se usan debería ser obligado: daría oportunidades a los creadores y acercaría el arte a los ciudadanos. Hay muchos espacios inutilizados, intersticios urbanos que se quedan como espacios residuales. Estudiar esos terrenos de nadie es apasionante. Hay tantos soportes en la ciudad... Por ejemplo, las vallas de las obras. Parece que les interesa más llenarlas de reclamos comerciales, pero ¿por qué no usarlas con otro tipo de mensajes?", se pregunta la escultora.

"Ahora mismo, la ciudad es como un lienzo en el que el artista puede expresarse. El arte es versátil, es como un líquido que aprovecha todos los recovecos y se adapta al espacio que se va encontrando. Para esto no hace falta mucho dinero".

ESTHER PIZARRO, ESCULTORA

Madrileña nacida en 1967, su carrera se centra en la ciudad, que ella refleja en las esculturas. Ha explorado el cuerpo y las venas de París, Los Ángeles o Madrid, y entre sus obras de arte público figuran murales en las estaciones de metro de Francos Rodríguez y Arganda, y huellas en parques de Lavapiés, China y la República Dominicana.

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Sobre la firma

Rosa Rivas
Periodista vinculada a EL PAÍS desde 1981. Premio Nacional de Gastronomía 2010. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense. Master en Periodismo Audiovisual por Boston University gracias a una Beca Fulbright. Autora del libro 'Felicidad. Carme Ruscalleda'. Ha colaborado con RTVE, Canal +, CBS Boston y FoolMagazine.

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