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LA CRÓNICA
Columna
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El debate monotemático

Soledad Gallego-Díaz

Los debates parlamentarios sobre el estado de la nación suelen tener mucha más importancia para la oposición que para el Gobierno, en el sentido de que es una de las pocas ocasiones en las que el líder de la oposición tiene la oportunidad de apuntarse un tanto con gran repercusión mediática. Y el éxito o fracaso de este discurso parlamentario radica, la mayoría de las veces, no sólo en la habilidad e impresión de credibilidad que sea capaz de transmitir el orador, sino también, y muy especialmente, en la elección de los dos o tres temas en los que base su ataque frontal al Gobierno y a su presidente. Por eso los jefes de oposición suelen preparar con mucho cuidado sus debates de la nación, mientras que, a veces, los jefes de Gobierno, que disponen de muchas más oportunidades mediáticas, descuidan lo que terminan considerando casi un simple trámite.

Los discursos parlamentarios de Rajoy suelen ser sus momentos políticos estelares. "Y casi los únicos", se lamentan en algunos medios del PP

En el debate de los próximos días 11 y 12, sin embargo, el jefe del Gobierno lleva demasiado poco tiempo en el despacho (un año) como para olvidar la importancia del encuentro. José Luis Rodríguez Zapatero cree que puede presentar un balance muy positivo del estado de la nación, como ya ha venido haciendo en los últimos días, y, sobre todo, que puede presentar un buen balance de cumplimiento de su programa electoral. El único apartado que le puede preocupar, afirman en su entorno, es el de la vivienda, donde, hasta el momento, han existido más polémicas que logros. Quizá por eso mismo es posible que Zapatero dedique algún esfuerzo a defender las actividades del ministerio, y de la ministra María Antonia Trujillo, en este periodo.

La parte más interesante del discurso de los presidentes del Gobierno en los debates del estado de la nación no es, sin embargo, la del recuento de sus logros, por mucho espacio que ocupen, sino la del anuncio de los siguientes pasos a dar, la agenda de los próximos meses desde un punto de vista legislativo y político.

En el caso de Rodríguez Zapatero, esa agenda tiene, previsiblemente, dos anotaciones importantes: la explicación sobre el proceso de reforma estatutaria y el desarrollo del capítulo de mejoras sociales, fundamentalmente la futura ley del seguro de dependencia, destinada a proporcionar nuevos apoyos a personas mayores y a los discapacitados. (Curiosamente, habrá que discutir al mismo tiempo si el Gobierno central se reserva esa competencia en su totalidad, como la Seguridad Social, o si forma parte de las nuevas transferencias a las comunidades autónomas, con su consiguiente trasvase financiero, como, lógicamente, desearían Cataluña y País Vasco, entre otras).

Dar vida a la oposición

Por parte de Mariano Rajoy, el debate del miércoles cumple todos los requisitos tradicionales: puede resultar fundamental para dar vida al jefe de la oposición no sólo dentro de su propio partido, sino también ante la opinión pública, algo que muchos asesores de Rajoy consideran imprescindible, o al menos "muy necesario", en estos momentos. De hecho, el fin del debate marcará casi el inicio informal de la campaña electoral gallega, en la que el PP se juega uno de sus pocos centros de poder real.

Rajoy tiene fama de buen parlamentario, y hasta ahora han sido precisamente sus intervenciones en el Congreso de los Diputados las que más le han ayudado a mantener la imagen de líder del PP y de la oposición. Sus intervenciones parlamentarias son muy apreciadas por los diputados populares y por la propia estructura del partido. "Son sus mejores momentos estelares", reconoce un dirigente del PP. "Y casi los únicos", apostilla con ironía otro veterano parlamentario popular, que se queja del escaso impacto mediático de su jefe de filas.

Parece claro que, desde el punto de vista de Rajoy, uno de los capítulos centrales del debate que se inicia este miércoles es el territorial. "Lo lógico es que Rajoy intente poner contra las cuerdas a Zapatero exigiéndole compromisos claros y declaraciones de principios respecto a los estatutos de Cataluña y el País Vasco", explica un dirigente regional del PP, que confiesa que la idea es "provocar contradicciones" dentro del PSOE y, sobre todo, con su socio catalán ERC.

El mismo dirigente considera, sin embargo, que Rajoy "cometería un error" si da la impresión de estar sólo interesado en el tema territorial y si no es capaz de abrir otros "frentes" ante la opinión pública. "Un debate monotemático sería perjudicial para nosotros", asegura. Un diputado popular que comparte ese análisis aventura la necesidad de "caracterizar la ineficacia y poca potencia de este Gobierno", así como su radicalidad. "Rajoy tiene que apostar por la idea de un PSOE dividido y un país dividido", sentencia.

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