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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

No se aman

El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, saltó ayer a la plaza para explicarse: está más triste que enfadado por el comportamiento de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que dos días antes, en la conmemoración del Dos de Mayo, deslizó insinuaciones en el sentido de que el alcalde estaba siendo manipulado por el PSOE contra ella. Gallardón explicó sus criterios sobre las relaciones deseables entre instituciones, estén gobernadas por el mismo partido o por formaciones diferentes.

La rivalidad difusa entre Gallardón y Aguirre se hizo patente en torno al último congreso del PP de Madrid, en noviembre pasado. Aguirre se adelantó a presentar su candidatura a la presidencia del partido -algo que Gallardón no había hecho cuando presidía la Comunidad- y se negó a darle satisfacción aceptando a uno de los suyos como número dos. El pulso lo ganó por goleada. Los cuadros y militantes la prefieren, seguramente porque se identifican más con su agresividad frente a los socialistas. Pero Gallardón tiene mucho gancho electoral, precisamente porque su discurso centrista es capaz de conectar con sectores más amplios que los votantes fijos del PP. En las últimas elecciones, en mayo de 2003, el alcalde tuvo en la capital 40.000 votos más que Aguirre; y 65.000 más que Álvarez del Manzano en las anteriores, cuando él era candidato a la presidencia autonómica.

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El alcalde sostiene que una vez cerradas las urnas hay que gobernar para todos; con el programa propio como guía, pero para todos. Ello implica establecer relaciones de cooperación con todas las administraciones, cualquiera que sea su color. Inversamente, implica no convertir una administración en agente de oposición a otra administración. Gallardón ha sido bastante coherente con ese criterio en los cargos que ha ocupado. Aunque eso guste menos a los afiliados que a los electores, resulta más eficaz para sacar adelante proyectos como el de la candidatura olímpica de Madrid para 2012. Ése fue ayer su argumento principal. Que si se relaciona bien con el Gobierno en determinados aspectos es porque sin entendimiento entre las tres administraciones no habrá Juegos, ni otros proyectos.

Gallardón reiteró su disposición a evitar que razones personales se conviertan en obstáculo para una gestión eficaz. El tono con que lo dijo recordó al de Sterling Hayden cuando, en Johnny Guitar, le dice a Vienna (Joan Crawford): "Miénteme y dime que me quieres".

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