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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Reporteras contra el silencio

Flor Huilca quería ser periodista desde que puede recordar, pero la vocación le llegó de golpe a los 19 años, en 1992, ante la brutal visión del cadáver de su padre. Al dirigente sindicalista Pedro Huilca, secretario general de la CGTP, lo asesinaron matones a sueldo del régimen de Fujimori. "A partir de ese momento", cuenta esta peruana, menuda y de palabra fácil, "sentí la necesidad no sólo de averiguar la verdad sobre las cosas, sino de contarla. Intuí que únicamente de ese modo podría luchar contra las injusticias". Quince años después, Flor Huilca es una reputada redactora de la sección de información política del diario limeño La República. Sus artículos han destapado importantes casos de corrupción gubernamental.

La periodista bagdadí Mayssem S. M. Ameen está acostumbrada a trabajar con el ruido de las bombas de fondo

Bunmi Akpata-Ohohe, una de las poquísimas reporteras nigerianas en activo, decidió hace 10 años que, puesto que la dictadura militar del general Sani Abacha le impedía ejercer su oficio con libertad dentro de su país, lo mejor que podía hacer era denunciar, desde fuera, los abusos que el poder cometía impunemente. Se instaló en Londres -donde había estudiado la carrera- y hoy en día, aunque caído ya el dictador, ella sigue sin bajar la guardia, escribiendo, para la revista Africa Today, sobre temas sangrantes en su continente y no siempre lo bastante difundidos, como las masacres que continúan causando el sida, la malaria, el virus Ébola...

La periodista bagdadí Mayssem S. M. Ameen está acostumbrada a trabajar con el ruido de las bombas de fondo, lo que no significa que no las tema. Y a regresar a casa al ponerse el sol; hacerlo en la oscuridad equivale a jugarse la vida. Pero no solamente la aterroriza la guerra, hay algo que la asusta casi tanto: el integrismo religioso. Según explica, está creciendo en su país y perjudica sobre todo a las mujeres. Ella intenta, desde su tribuna en el diario Al Jareda y desde su programa de televisión, un espacio cultural en la cadena Al Hurra Irak, y también con su actitud personal -es independiente, culta, viste moderna, se maquilla...-, combatir esta peligrosa regresión.

Las tres han representado durante los dos últimos días en Barcelona a las numerosas mujeres que están ejerciendo el periodismo en situación de riesgo, sufriendo censura e insostenibles presiones, en las jornadas Mujeres contra el silencio, celebradas en el Centro de Cultura Contemporánea (CCCB), enlas que han participado también otras profesionales del ramo. Desgraciadamente, las que padecen las peores condiciones de falta de libertad de expresión ni siquiera han podido salir de sus países: China, la mayor prisión de periodistas del mundo, Cuba, Bangladesh...

Ello no quita, sin embargo, ni una pizca de interés a los valiosos testimonios de Flor Huilca, Bunmi Akpata-Ohohe y Mayssem S. M. Ameen, que encarnan a la perfección el activismo periodístico a favor de la libertad de prensa. Y lo hacen, además, desde su condición femenina, algo que en sociedades como las suyas -donde los derechos de las mujeres no siempre son respetados- es más valiente si cabe.

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Cada una de ellas desempeña el periodismo en ámbitos distintos. Flor Huilca se ha especializado en investigar corruptelas políticas y denunciar la vulneración de los derechos humanos en Perú; a Bunmi Akpata-Ohohe le gusta creer que sus crónicas actúan como altavoz de los graves problemas sociales de África, tanto dentro del continente como en el llamado Primer Mundo, y Mayssem S. M. Ameen está empeñada en contrarrestar, a través de la información cultural, el fanatismo islamista. Pero las tres comparten una inquietud militante en contra de los abusos de todo tipo.

"Mi país", defiende la peruana, "necesita saber la verdad sobre lo que sucedió en la etapa de Fujimori, pero también acerca de lo que pasa ahora, con Toledo, cuando supuestamente tenemos un régimen democrático, en el que debería estar garantizada la libertad de expresión y, en cambio, no lo está". Flor Huilca señala como la principal dificultad para su trabajo los continuos impedimentos gubernamentales al acceso a la información. "Toledo ni siquiera nos concede entrevistas. Sólo habla con los medios extranjeros", lamenta. La reportera nigeriana apunta que, si bien la democracia ha llevado a su país nuevos aires, "la libertad de expresión todavía es relativa". "Pero", se pregunta, "¿es que existe algún país en que la libertad de prensa sea total?". La iraquí advierte de que, para las mujeres, la libertad en su país es un bien escaso. Aunque se han anunciado iniciativas políticas en la línea de discriminar positivamente a las trabajadoras y mejoras sociales, por el momento la situación es extremadamente dura. "La religión está teniendo un efecto muy negativo en Irak, sobre todo para la mujer. Si vas vestida con ropas normales, puedes ser agredida en plena calle. Ya se han dado casos, y en la universidad más de la mitad de las chicas llevan la cara tapada, muchas de ellas no porque sean practicantes, sino simplemente porque están atemorizadas".

La coyuntura en Irak no ayuda precisamente a las mujeres a desempeñar el periodismo. Tampoco en Nigeria es fácil, en particular para las casadas. "Los maridos no lo permiten, no toleran que sus esposas viajen o hablen con hombres", se queja Bunmi Akpata-Ohehe. En cambio, en Perú el único inconveniente, señala Flor Huilca, es llegar a compatibilizar la vida familiar y la profesional. "Desde que nació mi hijo, que tiene 11 meses, siento que, por el hecho de ser mujer, se ha complicado mi dedicación al trabajo. Ya no puedo cubrir las jornadas de 12 y 14 horas como solía, ni viajar tan a menudo...". Una declaración que, seguro, comparten todas las periodistas del mundo.

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