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Reportaje:

La NASA se replantea salvar el 'Hubble'

El telescopio espacial necesita una nueva misión de mantenimiento para seguir funcionando

Miles de personas -aficionados, astrónomos profesionales e incluso algunos políticos estadounidenses- llevan meses presionando a la NASA para que reconsidere su decisión de cancelar las operaciones que necesita el telescopio espacial Hubble para seguir funcionando unos años más. Sin duda es el observatorio más popular de la historia de la astronomía. Pero el anterior director de la agencia espacial estadounidense, Sean O?Keefe, había dado prácticamente por zanjada la decisión respecto a su mantenimiento: los astronautas no volverían al Hubble a sustituir las piezas necesarias, y una operación automática, con robots, sería demasiado compleja y costosa.

Así las cosas, el destino del Hubble era seguir funcionando mientras durase, tal vez un par de años, y enviarle mientras tanto una nave automática para colocarle un sistema de propulsión capaz de dirigirlo controladamente hacia su fin, hundido en el océano terrestre.

El observatorio ha ayudado a calcular la edad del universo: 14.000 millones de años
En la columna de gas y polvo de la nebulosa del Águila nacen nuevas estrellas

Pero de repente, justo cuando el Hubble cumple 15 años en órbita, se ha abierto un hilo de esperanza en forma de unas declaraciones del nuevo director de la NASA, Michael Griffin: "Creo que la elección está entre volver a programar una misión de mantenimiento con el transbordador o una misión robótica muy simple para hacerlo caer. La decisión de no ejecutar la misión de mantenimiento planificada se tomó inmediatamente después de la pérdida del Columbia; pero cuando volvamos a volar [el sistema del transbordador], será esencialmente un vehículo nuevo que llevará asociado un nuevo análisis de riesgo. En ese momento creo que deberíamos volver a estudiar la decisión anterior y, a la luz de lo que aprendamos tras la reanudación de los vuelos, decidir de nuevo".

El telescopio espacial es de la NASA y de la Agencia Europea del Espacio (ESA), pero esta última, con una participación pequeña, poco tiene que decir en las misiones de mantenimiento, de las que se ocupa la agencia estadounidense.

Así las cosas todo depende de cómo se desarrolle ese regreso de los transbordadores al espacio, tras dos años y medio de permanencia en Tierra a consecuencia del accidente del Columbia, en febrero de 2003. Estas naves han sido sometidas a remodelaciones profundas para aumentar la seguridad de los astronautas, y el primer lanzamiento, del Discovery, está programado para finales de este mes o principios de junio.

Los muchos partidarios de prolongar la vida del Hubble habrán encontrado buenos argumentos en las fotografías conmemorativas del 15 cumpleaños, realizadas y elegidas con acierto por los responsables científicos del telescopio. Una es de la gran galaxia espiral Remolino (M51), situada a 31 millones de años luz de la Tierra, con estrellas jóvenes en sus brazos y astros más viejos en el centro amarillento; la otra es de la nebulosa del Águila, una región donde están naciendo nuevos astros en una columna de gas frío y polvo de 9,5 años luz de altura.

Ambos objetos habían sido ya observados por el telescopio espacial, pero la belleza y la calidad de estas nuevas imágenes, obtenidas con la cámara más nueva del telescopio (la ACS), parecen plantear: ¿Se debe abandonar ya este magnífico instrumento astronómico?

Casualmente el futuro del telescopio depende, por lo que ha dicho Griffin, de lo que pase con el mismo transbordador, el Discovery, que lo llevó al espacio hace ahora 15 años, el 24 de abril de 1990.

El Hubble, en su larga historia (comenzó su diseño en los años setenta), es una muestra de lo mejor y lo peor de lo que es capaz la NASA: primero cometer un error monumental al instalar en el telescopio un espejo (de 2,4 metros de diámetro) defectuoso y lanzarlo al espacio sin suficientes verificaciones; y luego realizar con rotundo éxito una de las más difíciles y complicadas operaciones encomendadas jamás a los astronautas de los transbordadores para subsanar el defecto instalando un dispositivo óptico corrector. Fue así, desde el principio, el telescopio de las pasiones, que recibió todas las condenas al descubrirse el fallo, y todos los elogios cuando logró funcionar.

En 15 años, el Hubble ha obtenido casi 750.000 imágenes de miles de objetos celestes desde su posición privilegiada en órbita, a casi 600 kilómetros de altura sobre la superficie terrestre, libre de la atmósfera que emborrona la visión de los astros desde el suelo. Su contribución al conocimiento del universo es una larga lista de hitos: desde las observaciones denominadas de campo profundo, que recogen todo lo que hay visible de aquí hasta los confines del universo en puntos escogidos de la bóveda celeste, hasta el estudio detallado de todo tipo de objetos (galaxias, entornos de agujeros negros, regiones de formación estelar, supernovas, nebulosas, planetas, lentes gravitacionales, etcétera). También ha cumplido satisfactoriamente lo que se definió como proyecto clave del telescopio: ayudar a calcular la edad del universo haciendo mediciones muy precisas de distancias en el cielo, edad que ha quedado determinada en unos 14.000 millones de años.

Desde la primera misión de mantenimiento (y en aquella ocasión, de reparación), en 1993, los astronautas han vuelto al Hubble en otras tres ocasiones, en 1997, en 1999 y en 2002, sustituyendo piezas y cámaras. La próxima visita estaba prevista para 2006, con el objetivo de instalar dos nuevos instrumentos (un equipo para analizar la luz de los astros y una nueva cámara de infrarrojo), así como para cambiar dispositivos de orientación del telescopio y las viejas baterías.

Sin estas operaciones, se estima que el Hubble, un cilindro de once toneladas, de 16 metros de longitud, 4,2 de diámetro (con el espejo de 2,4 metros), puede durar hasta 2006 o 2007. El argumento aducido por O? Keefe para cancelar la última misión de servicio es el riesgo que supondría para los astronautas. Pero muchas voces señalan más bien hacia el ahorro de los muchos millones de dólares que supone esta operación en el presupuesto de la NASA, que pretende abarcar, con recursos limitados, planes tan costosos como el mismo regreso al espacio de los transbordadores o el desarrollo de nuevos vehículos espaciales que los sustituirán dentro de pocos años.

Los astrónomos defienden no sólo la utilidad del Hubble en los próximos años, sino la conveniencia de que llegue a solaparse con el futuro telescopio espacial James Webb, cuyo lanzamiento está previsto para 2011. El Hubble, con su capacidad de ver el cielo en longitudes de onda visible, infrarrojo y ultravioleta, sería un complemento ideal para el infrarrojo James Weeb. Ahora Griffin les ha dado alguna esperanza.

Imagen de la nebulosa del Águila, en la Vía Láctea, tomada por el <i>Hubble</i> en noviembre de 2004 y presentada en ocasión de su 15º aniversario.
Imagen de la nebulosa del Águila, en la Vía Láctea, tomada por el Hubble en noviembre de 2004 y presentada en ocasión de su 15º aniversario.NASA / ESA
La galaxia Remolino (M51), fotografiada en enero de 2005 por el telescopio espacial <i>Hubble.</i>
La galaxia Remolino (M51), fotografiada en enero de 2005 por el telescopio espacial Hubble.NASA / ESA

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