4.500 libros por hora

Algunos madrileños consiguieron ayer, seguramente por primera y última vez en su vida, entrar con su propio coche en la plaza Mayor. Para poder hacerlo, el requisito era llevar el vehículo literalmente lleno de libros. Era la única manera. ¿El motivo? Ayer se celebró en esta céntrica plaza la campaña Día del Libro Solidario, organizada por la Consejería de Cultura y Deportes de la Comunidad, en la que se pide a los ciudadanos que expresen su solidaridad regalando libros para un país en vías de desarrollo, Brasil este año. Algunos ciudadanos se tomaron el cometido muy en serio y aparecieron con sus automóviles llenos de obras, por lo que, excepcionalmente, la policía les permitió entrar en la plaza para no andar cargando cajas repletas de libros arriba y abajo.

Algunos metieron el coche en la plaza Mayor porque llegaban cargados de cajas

La Plaza Mayor parecía ayer La Meca de una peregrinación de intelectuales, todos con un libro bajo el brazo y todos con dirección a una gran carpa instalada para recogerlos. A las ocho de la tarde, pasadas 10 horas desde que abrió la carpa, los 150 voluntarios que trabajaron en esta sexta edición de la campaña habían recogido alrededor de 45.000 libros, según la Consejería. Alguno menos que en anteriores ediciones (las dos últimas rondaron los 60.000), pero con un mayor porcentaje de libros útiles. "Este año se van a aprovechar el 80%-90% de los libros, cuando otros años esta proporción era del 60%-70%", explica Álvaro Ballarín, director general de Archivos, Museos y Bibliotecas.

Muchos de los que se acercaron -sin un perfil definido: hombres, mujeres, familias, jóvenes, mayores- se sorprendían del país de destino. "¿Por qué a Brasil, si no hablan castellano?". Ballarín, de pie bajo la carpa, aguantando el intenso sol que bañó ayer Madrid, trataba de explicarlo: "Las zonas destinatarias son cuatro estados limítrofes con Argentina, Paraguay y Uruguay, por lo que sus habitantes son bilingües", decía. En total, 60 bibliotecas, elegidas "sobre el terreno", según la Comunidad, por estar vinculadas al programa Fome de Livro (hambre de libro) que desarrolla el Gobierno brasileño. Los principales destinatarios serán tanto los usuarios habituales de las bibliotecas como los estudiantes de español.

Muchos de los que se acercaron a donar sus libros son habituales de este tipo de espacios solidarios. "Aprovechamos las campañas para venir a dar libros", contaba un padre de familia que se acercó con su mujer y su hijo en dos coches repletos de cajas abarrotadas de libros a su vez. Y con tiempo, entre carrera y carrera, para protestar y aclarar el motivo de tanta prisa: "La policía ya podía ser más comprensiva, que nos han dejado entrar, pero de milagro. Tengo que sacar el coche corriendo que me ponen una multa".

La campaña Día del Libro Solidario surgió hace seis años como consecuencia de unas graves inundaciones que asolaron Venezuela. La Comunidad decidió entonces, explica Ballarín, organizar una recogida solidaria de libros para los afectados. De ahí a la celebración anual del evento, un paso. Desde entonces, Nicaragua, Perú, Ecuador y la República Dominicana se han visto beneficiados por esta iniciativa que los madrileños han acogido con entusiasmo, según demuestran año tras año.