"Espero contribuir a que el mundo de '1984' jamás se haga realidad"
Lorin Maazel debuta, con 75 años, como compositor operístico en la adaptación de la novela de George Orwell 1984, cuyo estreno mundial tendrá lugar esta noche en la Royal Opera House, de Londres. El director estadounidense, nacido en París, ha invertido una fortuna personal de 400.000 libras (unos 580.000 euros) en este arriesgado proyecto, con libreto de J. D. McClatchy y Thomas Meeham, que lleva a escena el vanguardista artista canadiense Robert Lepage. Maazel dirigirá la orguesta en su bautizo como autor de ópera, con el barítono británico Simon Keenlyside y la soprano estadounidense Nancy Gustafson interpretando a la pareja protagonista.
Pregunta. ¿Cuáles son las claves de la adaptación de un texto tan complejo como 1984?
Respuesta. Quisimos extraer la esencia de la novela, sin cambiar absolutamente nada, y trasladar dicha esencia a otra forma artística. 1984 es una historia de amor. Trata de dos seres humanos que saben que su relación está condenada. Saben que serán sorprendidos, torturados y eventualmente asesinados porque en el mundo de 1984 no hay mayor crimen que el libre pensamiento. Toda palabra y acción deben ser una reafirmación de total obediencia y adhesión al régimen. Sólo está permitido amar al Gran Hermano.
P. ¿Relaciona la visión de Orwell con la coyuntura actual?
R. Elegí el título hace cinco años, y no pude imaginar entonces lo próximos que estamos hoy del concepto de Orwell de Estado policial regido por una causa única: preservar el poder sin otro fundamento que el puro poder. Se aprecia incluso una tendencia más dominante en el mundo actual a olvidar la filosofía política, enfatizar la importancia del poder y preservarlo asustando a los ciudadanos. Vivimos bajo una constante amenaza de ser atacados y no sabemos qué hace el Estado para protegernos. Cada vez que nos atacan, el Estado nos recorta libertades que nunca más recuperaremos.
P. ¿El Gran Hermano es ya una realidad?
R. Aún no ha sucedido completamente. Pero cada declaración que hacemos, cada paso que emprendemos... se supervisa, se graba, se registra. Tenemos la impresión de que no están utilizándose estos resortes en contra de nosotros, pero ¿cómo podemos estar seguros de ello y cuánto tiempo va a prolongarse esta situación? Quizá, esta noche, la gente salga del Covent Garden determinada a hacer todo lo posible para que lo que acaba de ver y escuchar no suceda jamás. Espero contribuir a que el Gran Hermano jamás se haga realidad. Ésta es la contribución que podemos aportar.
P. ¿Un objetivo político?
R. Es un deseo periférico. Nuestro objetivo se enfocó a escribir una buena ópera. No tenemos un interés político y, de hecho, hemos evitado ser específicamente políticos en la puesta en escena. Ni somos políticos, ni queremos tomar partido. La historia es, de por sí, una declaración política. Nosotros la contamos sin necesidad de añadir nada. Cuanto se ve en el estrado, está sucediendo en todos los países del mundo. Es una tragedia.
P. ¿Qué le llevó a encargar a Lepage la puesta en escena?
R. Le vi en Londres interpretar su obra The other side of the moon y quedé muy impresionado por su genio, frescura y forma saludable de ver con luz diferente una temática conocida. Trabajamos juntos, y también con los libretistas, en el desarrollo de la ópera, lo cual nunca se había hecho antes. Es importante colaborar desde una fase inicial. Creamos así una unidad compacta entre la música, el libreto y la escenografía.
P. ¿Cómo es la partitura?
R. Calidoscópica, panorámica, multifacética. Música que libera las tensiones dramáticas de cada momento particular de la trama. Compuse música al estilo de los años treinta, música folk, música de amor cálida y apasionada... Soy un entusiasta de Verdi, Puccini, Wagner y, aunque mi trabajo no es en absoluto derivativo, terminé creando una epopeya wagneriana con diferentes estilos musicales para cada situación y una temática entretejida que las enlaza en una unidad.
P. ¿Por qué ha demorado su debú como compositor operístico?
R. Nunca se me hubiera ocurrido escribir una ópera de no haber recibido el encargo. Nunca he tenido mucha confianza en mis habilidades como compositor, pero si otra gente confía en mi talento, acepto el reto. Aún no me creo que haya compuesto una ópera, pero debo decir que se está convirtiendo en la más importante experiencia artística de mi vida. He volcado en 1984 todo lo que conozco sobre la música y sobre la vida.
P. Su contribución económica ha sido determinante en el desarrollo del proyecto.
R. No era mi intención. Soy muy testarudo y cuando me comprometo con algo, debo cumplirlo. El principal accionista se retiró y decidí entonces involucrarme financieramente. Mejor gastar el dinero en una ópera que en un Rolls-Royce. Prefiero invertir en lo que realmente me apasiona.
Babelia
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