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La puesta en marcha del área verde de aparcamiento esponja el Eixample

La oposición y algunas plataformas de vecinos y comercios piden que se retire el plan

Más huecos en la calzada. El primer día de puesta en marcha del área verde de aparcamiento en Ciutat Vella y Eixample ofreció una imagen más propia de los fines de semana que de un lunes en Barcelona. En no pocas calles del centro de la ciudad, y de una forma más acusada fuera del tronco central, los espacios sin coches se veían manzana tras manzana. En el Ayuntamiento de Barcelona se vivió el estreno del área verde con cierto respiro. Hubo incidentes, como la rotura de parquímetros, y algunas protestas vecinales, además de peticiones de la oposición para la retirada del sistema.

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Además de los huecos en las calzadas y más orden en las esquinas de carga y descarga -más en la Esquerra del Eixample que en el otro extremo-, la regulación de todas las plazas que quedaban libres en los dos distritos centrales de la ciudad -12.398- llevó acompañada una percepción de que el tráfico era menor. "Se trata del primer día y es precipitado ir muy allá en estas evaluaciones", dijo el concejal de Movilidad del consistorio, Jordi Hereu. El sector del taxi opinó que el tráfico era el habitual. En los registros de las entradas a la ciudad, se percibieron ayer ligeros descensos, como el 0,8% menos por la calle de Aragó, o el 4% por la Gran Via. Por el contrario, hubo más tráfico en la Meridiana: el 2,6% respecto a otros días.

En la calle se veía que la mayor parte de los vehículos estacionados eran de residentes que ya habían colocado la tarjeta identificativa y el ticket de los primeros cinco días. El precio para el residente es de 0,20 céntimos al día o un euro a la semana en las 910 plazas exclusivas de Ciutat Vella -que no ofrecían huecos- y en las 9.203 de uso mixto del Eixample. Contados vehículos habían pagado la tarifa por una hora -2,75 euros- o dos -5,50 euros. Más concurridas estaban las plazas de zonas azules, que han pasado de ser 2.820 a 4.381 entre los dos distritos. Por el contrario, el espacio que han ganado las motos -se ha pasado de 5.778 plazas a 8.805- aparecía invadido por algunos coches en un intento de esquivar la raya verde o la azul. Igualmente estaba ocupada por algunos turismos la zona de carga y descarga.

Notas de aviso sin multas

Los 130 vigilantes que ayer controlaban las siete zonas en las que se ha dividido el aparcamiento en los dos distritos centrales pasaron buena parte de su jornada explicando el funcionamiento de los nuevos parquímetros en ambos distritos. "Hay un poco de despiste porque hay tres botones -zona azul, verde y residentes- y hay dudas sobre cuál escoger", explicaba una agente al pie de uno de los aparatos en la calle de Vilamarí. Las dudas provienen, sobre todo, de la falta de hábito de mirar el color sobre el que se estaciona. Los vigilantes no multaban a los vehículos que no tenían ticket en el parabrisas, pero sí notas de aviso acerca de la obligatoriedad del pago. "Y no se pondrán [las multas] durante la primera semana. Pero después no se será permisivo, salvo con los residentes", afirmó Hereu. Un primer análisis del área de Vía Pública del Ayuntamiento indicó que el porcentaje de plazas vacantes en el área verde ayer fue del 9%.El hecho de ver hasta una docena de huecos en el mismo punto del Eixample -en la calle de Vilamarí entre Aragó y Diputació- a las nueve de la mañana y a las dos y a las cuatro de la tarde, y verlas luego, a última hora de la tarde, ocupadas por vehículos de residentes -en su mayoría- refrendaba la tesis de los defensores del sistema de regulación como un buen istrumento para el residente y disuasor -por el precio y la limitación horaria- para el que no lo es.

Y mientras se veían huecos en el área verde, los aparcamientos privados o concesionarios no registraban un incremento de coches. SABA, que tiene unas 5.000 plazas en Barcelona por concesión municipal, tuvo unos niveles de ocupación habituales. Y lo mismo pasaba en no pocos aparcamientos privados. Entonces, ¿dónde estaban los coches? Los responsables municipales no quisieron aventurar conclusiones sobre un posible cambio de actitud, sobre todo porque el impacto real de la medida no se apreciará hasta el otoño próximo, cuando se aplique el mismo sistema en la segunda corona de la ciudad. O lo que es lo mismo, todo el perímetro que marca la Ronda del Mig hacia el interior. Así, unas 50.000 plazas quedarán reguladas. Sólo los distritos de Nou Barris y Sant Andreu se librarán de la regulación integral porque no tienen problemas de congestión de tráfico, en opinión del concejal de Movilidad.

Las preguntas y demandas de información sobre los abonos mensuales en los aparcamientos municipales se han incrementado a medida que se aproximaba la entrada en vigor del sistema. En especial, por la disponibilidad de plazas de la llamada P-mes en tres estacionamientos de la ciudad -en el Fórum, Vall d'Hebron y Joan Miró- con una tarifa de 39 euros por 12 horas de ocupación diarias.

El alcalde de Barcelona, Joan Clos, insistió, en la firma de un convenio con el RACC -que realizará un auditoría del sistema-, que la regulación del aparcamiento es una medida extendida en numerosas ciudades europeas para disminuir la congestión del tráfico, aumentar la disciplina "y, sobre todo, ganar espacio para los peatones si se consigue bajar de las aceras a las motocicletas".

Nada de eso opinan los líderes de la oposición en el consistorio. Xavier Trias (CiU) asistió a una concentración de vecinos y comerciantes opuestos a la regulación de los aparcamiento y afirmó que el área verde provocará una subida de las tarifas del resto de aparcamientos. CiU ha repartido 30.000 folletos con el lema Pagar por intentar aparcar. No gracias. Por su parte, Alberto Fernández Díaz (PP) reiteró que, en su opinión, la regulación es simplemente un instrumento de recaudación del Ayuntamiento, que quiere convertir "la ciudad en una inmensa zona azul, pero teñida de verde".

Esta información ha sido elaborada por Clara Blanchar, Blanca Cia y Lluís Pellicer.

Aspecto de la calle de Vilamarí, con numerosas plazas de aparcamiento vacías, a media mañana de ayer.
Aspecto de la calle de Vilamarí, con numerosas plazas de aparcamiento vacías, a media mañana de ayer.MARCEL.LÍ SÀENZ

"Por fin aparco cerca de casa"

- Residentes que estaban hartos de no encontrar aparcamiento cerca de casa.

En la concentración de protesta contra las áreas verdes en el barrio de la Sagrada Família hay un vecino que no está a gusto y que pide no ser identificado. "He venido porque si no más de uno me retira la palabra y por solidaridad con los comerciantes, que van a ser los perjudicados", asegura, "pero detesto que se proteste malmetiendo los parquímetros". "Antes no podía coger nunca el coche, porque a la vuelta nunca encontraba aparcamiento. Hoy ya he visto unas ocho plazas libres al lado de mi bloque. Es algo inédito. Por fin podré dejar el coche cerca de casa", explica. La medida, razona, tendrá sus pros y sus contras, pero está contento porque en verano podrá "ir a la playa tranquilamente". El vecino apunta otra ventaja: "Se acabó el chollo para los coches abandonados o que se dejan en la calle para venderlos". "Allí enfrente", señala, "había una furgoneta que llevaba un mes aparcada". Ayer la plaza que ocupaba ese vehículo estaba vacía.

- Usuarios de transporte público. "Hay quien debe estar enfadado, pero con esta medida yo salgo favorecida", asegura Marta Pérez, vecina de la calle de Sardenya. Pérez sostiene que sólo usa el coche para realizar desplazamientos largos o cuando sale por la noche. "Es mucho más cómodo y ecológico desplazarse en metro. En general, lo uso para todo, pero sobre todo para ir al trabajo", apunta. "Me pongo bastante nerviosa cuando hay mucho tráfico o cuando estoy dando vueltas porque no encuentro aparcamiento", confiesa Pérez. "Estaba buscando una plaza de aparcamiento privada, pero ahora no lo haré. ¿Cuánto me costaría alquilarla? 200 euros como mínimo. Ahora por cuatro euros voy a poder dejarlo en la calle", se felicita.

- Poder ir a comer a casa. Jordi, un técnico de informática que vive en la izquierda del Eixample, confiesa al volante de su vehículo que era escéptico respecto a las llamadas ventajas del área verde. Cada día hace cuatro desplazamientos desde su casa a las oficinas de su empresa -fuera de Barcelona -o a otras zonas de la ciudad. "Como tengo jornada partida y tres horas para comer, tengo la costumbre de volver a casa pero siempre me volvía loco dando vueltas y muchas veces lo dejaba de aquella manera. Igual es pronto para saber el resultado, pero creo que si el panorama del área verde es como el de hoy, entonces vale la pena pagar un euro a la semana por aparcar en la calle. Pero ya veremos".

- Más tranquilidad. Sin duda, un colectivo que puede verse beneficiado si el área verde consigue reducir el tráfico, o por lo menos no tener la sensación de estar a punto de ser pisados, es el de los peatones. Loli, una residente del Eixample ya jubilada, comenta que no le molestan los coches "pero el panorama está más tranquilo".

"Sólo quieren que paguemos"

Encendido estaba Juan Carlos, vecino del paseo de Sant Joan, por el nuevo sistema de aparcamiento. Por ello, a media mañana se enzarzó en un debate con un agente de la

Guardia Urbana que intentaba trasladarle los argumentos del Ayuntamiento.

"Se trata de fomentar la movilidad sostenible, y un euro a la semana es un precio

simbólico", señalaba el agente. "¡Sí hombre!Y ahora me dirá que el sueldo del concejal también es simbólico", respondía Juan Carlos, y criticaba: "Sólo nos quieren para pagar y pagar".

Los agentes comerciales solicitan un trato especial.

"Esto es un desastre, una aberración, por no decir una palabra más gorda",

exclamaba Andreu, comercial de profesión, antes de retirar el vehículo que pisaba

cinco plazas destinadas al estacionamiento de motos.

"Los comerciales lo tenemos fatal. Pagamos los impuestos, pagamos las licencias… y ya está bien de pagar. Llevamos años pidiendo un trato parecido al de los vehículos de carga y descarga".

Visitantes eventuales. Justo en la frontera del área verde por la parte de la izquierda del Eixample, Gemma y Lourdes remugaban ante el coche de la primera, residente de Vilassar de Mar. Salían de visitar a un familiar en el hospital de la Cruz Roja y, pese a que había plazas libres y a la buena intención, ni la una ni la otra habían conseguido sacar el ticket del parquímetro. "No funciona ninguno de los cuatro aparatos más cercanos", explicaba Gemma. Uno estaba averiado, otro no aceptaba monedas de dos euros y los dos restantes habían sido saboteados.

Turistas despistados.

Para la familia Contreras, de Tordera, la puesta en marcha del área verde fue toda una sorpresa. "No tengo ni puñetera idea de lo que es el área verde, perome parece carísimo, un robo", explicaba el cabeza de familia a pocas calles de la Sagrada Familia, poco antes de

visitarla. "Eso sí", reconocía, "hemos encontrado sitio en un momento".

Comerciantes.

La familia de Crístel Iglesias regenta una tienda en el barrio de la Sagrada Família desde

hace 35 años. "Somos igual de vecinos que los que viven aquí", afirmaba.

Pero no tiene distintivo de residente, porque vive en el distrito de Sarrià-Sant Gervasi.

Lo mismo le ocurre a Agustí Ramos, que trabaja en el Eixample pero vive en el Poblenou. "¡Es que ya se ha de pagar para salir de casa!", lamentaba.

Solidaridad entre vecinos.

Hay hábitos que cuesta cambiar, como el de muchos clientes de talleres de coches que dejan las llaves al mecánico al grito de "Ya me avisarás", o de otros que, simplemente, no van a

buscar sus vehículos. "Las

costumbres se modifican pero el peor parado soy yo, que tengo que venir en coche, y como no soy residente no puedo aparcar. Así que un vecino me deja su plaza de aparcamiento porque

la tiene vacía mientras yo estoy en el taller. Pero eso no puede ser". El lamento es de Joan Canton, propietario de un taller de la calle de Rocafort.

Esta información ha sido elaborada por Clara Blanchar, Blanca Cia y Lluís Pellicer.

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