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ELECCIONES EN EL REINO UNIDO

Un nuevo documento sobre Irak pone a Blair a la defensiva al final de la campaña

El texto señala que Bush tenía decidida la guerra en julio de 2002 y que Blair le apoyaba

A cuatro días de las elecciones británicas, un nuevo documento sobre Irak vuelve a poner en apuros a Tony Blair. Fechado el 23 de julio de 2002, y desvelado ayer por The Sunday Times, señala que EE UU había decidido entonces invadir Irak y tenía el apoyo de Londres. Es la minuta de una reunión del primer ministro con varios altos cargos en la que constatan "la debilidad" de los argumentos contra Sadam Husein. Pero en vez de proponer fórmulas para desarmarle, optan por buscar el modo de lograr el apoyo de la opinión pública británica para el derrocamiento del dictador iraquí.

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Se trata de una nota escrita por Matthew Rycroft, entonces asesor del primer ministro en política exterior y de defensa, y en la actualidad embajador del Reino Unido en Bosnia Herzegovina. El texto, con el encabezamiento secreto y estrictamente personal. Sólo para ojos del Reino Unido, tiene fecha de 23 de julio de 2002, es decir, ocho meses antes del inicio de la invasión. Se trata de la minuta de una reunión presidida ese mismo día por Tony Blair para discutir la situación en Irak y sus posibles alternativas. Además del primer ministro, estaban presentes en la reunión el titular de Exteriores (llamado Foreign Office en el Reino Unido), Jack Straw; el propio Rycroft; el entonces jefe del Comité Conjunto de Inteligencia, John Scarlett; el ministro de Defensa, Geoff Hoon; el fiscal general del Reino y asesor jurídico del Gobierno, lord Peter Goldsmith; el jefe del MI6, sir Richard Dearlove, y el jefe del Estado Mayor de la Defensa, el almirante sir Michael Boyce.

La minuta empieza, de manera algo alambicada, con las explicaciones de C, nombre en clave con el que se conoce al jefe del MI6, quien acababa de regresar de un viaje a Washington: "La acción militar se veía ahora como inevitable. [George W.] Bush quería derrocar a Sadam [Husein] a través de la acción militar, justificada por la conjunción de terrorismo y armas de destrucción masiva. Pero la inteligencia y los hechos se estaban determinando en función de esa política".

Luego detalla las diferentes alternativas militares que maneja EE UU y cuál podría ser la colaboración del Reino Unido. El ministro de Defensa explica que Washington aún no ha decidido la fecha de la intervención, pero que ésta puede ser en enero (fue el 20 de marzo). La minuta entra entonces en la parte que más daño político puede hacer a Blair justo en vísperas de las elecciones legislativas en el Reino Unido, que tendrán lugar el jueves: se recomienda la utilización de las inspecciones de Naciones Unidas no para desarmar a Sadam, como se defiende después, sino para justificar ante la opinión pública británica y mundial su posterior derrocamiento.

Justificación débil

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La minuta da cuenta de la intervención del jefe del Foreign Office, Jack Straw, quien advierte a sus compañeros de reunión de que "la justificación de la guerra era débil". "Sadam no estaba amenazando a sus vecinos y sus capacidades de armas de destrucción masiva eran inferiores a las de Libia, Corea del Norte o Irán. Deberíamos llevar adelante un plan para darle un ultimátum para permitir el regreso de los inspectores de armamento de la ONU. Eso podría ayudar también a justificar legalmente el uso de la fuerza", pone la minuta en boca de Straw.

Después interviene el fiscal general Goldsmith, quien subraya que "el deseo de cambio de régimen no era una base legal para justificar una acción militar" contra Irak y explica que existen tres posibilidades: defensa propia, intervención humanitaria o autorización del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Blair hace hincapié entonces, según la minuta, en que "si Sadam se negara a aceptar a los inspectores de Naciones Unidas supondría una gran diferencia en términos políticos". Y da algunas ideas más para conseguir ese respaldo político: "Cambio de régimen y armas de destrucción masiva están vinculadas en el sentido de que era el régimen quien las producía. Hay diferentes maneras de afrontar el problema de Libia y de Irán. Si el contexto político era el adecuado, la gente apoyaría el cambio de régimen. Las dos cuestiones clave eran si el plan militar funcionaría y si tenemos la estrategia política para dar al plan militar espacio para funcionar". En la intervención de Blair llama la atención que su principal preocupación es cómo justificar políticamente la guerra ante su opinión pública y que en ningún momento se plantea la cuestión de lograr el desarme por métodos políticos o diplomáticos.

El primer ministro intentó ayer restar importancia a ese documento, cuya difusión le ha obligado a centrarse en Irak por octavo día consecutivo en la campaña electoral pese a sus esfuerzos por llevar el debate a la economía. "La idea de que habíamos decidido definitivamente la acción militar a esas alturas es equivocada y queda desmentida por el hecho de que varios meses después volvimos a Naciones Unidas para conseguir una resolución final y en realidad el conflicto no empezó hasta cuatro meses después", declaró en el programa Desayunos con Frost, en la BBC.

El primer ministro justificó también que a esas alturas se estuvieran estudiando con detalle los preparativos militares: "El hecho es que, por supuesto lo que estás pensando todo el tiempo es qué ocurrirá si no puedes hacer las cosas por la vía pacífica".

"Ahora está claro que se pusieron de acuerdo con [George W.] Bush para un cambio de régimen ilegal y que fabricaron las circunstancias que les permitirían clamar que la guerra estaba justificada", denunció el número dos del partido de los liberales-demócratas, sir Menzies Campbell. "No tenían intenciones de aceptar un sí por respuesta. Tenía que haber guerra a toda costa", añadió. Este partido, tercero en liza, es el que mantiene una posición más clara contra la guerra y es que puede beneficiarse más del voto de los descontentos.

Blair se reúne con un grupo de jóvenes futbolistas en Watford, donde hizo campaña electoral ayer.
Blair se reúne con un grupo de jóvenes futbolistas en Watford, donde hizo campaña electoral ayer.REUTERS

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