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Entrevista:FATIHA OUTALEB | Mediadora intercultural

"La mujer está mal en todas partes"

Miquel Alberola

Pregunta. ¿En qué consiste su trabajo?

Respuesta. Soy intérprete y mediadora intercultural. Atiendo, con el resto del equipo, en sus servicios jurídico, psico-social y laboral, a los inmigrantes marroquíes y argelinos. Interpreto y traduzco al árabe y al francés en el Centro de Comunicación y Servicios Interculturales y para los 20 municipios de la Mancomunitat de L'Horta Sud, en sus servicios sociales, ambulatorios, colegios,...

P. ¿Qué tipo de necesidades plantea el inmigrante que usted atiende?

R. De todo. Hay gente que, para empezar, no sabe ni cómo sacarse la tarjeta sanitaria o qué debe hacer para empadronarse. La gente llega desorientada y lo primero que tenemos que hacer es que se ubique.

P. ¿Cómo les afecta el cambio de cultura?

R. Depende mucho de si una persona viene sola o con amigos o familia, con hijos o sin hijos, si es soltera o casada. Les cambia mucho la situación personal o familiar en la que se encuentran.

P. ¿Vienen más hombres que mujeres?

R. Al principio, sí, pero ahora se han hecho muchas agrupaciones familiares y empieza a haber inmigración femenina.

P. ¿En qué suelen trabajar?

R. En lo que pueden. Los hombres trabajan en la construcción y el campo; las mujeres, en los almacenes de fruta y en el servicio doméstico.

P. ¿Usted pasó por este centro como inmigrante?

R. Por fortuna, no. Aunque me hubiera gustado encontrar un centro como este. Yo llegué con mis papeles a estudiar desde Argelia. Sabía un poquito de castellano... No es lo mismo cuando una persona viene a estudiar con todo resuelto que cuando viene a la aventura. En ese caso, un centro como este es un alivio total. Muchas veces lo que buscan es sólo una referencia: una cara, el idioma... Hablar. Y es un alivio que te atiendan en tu idioma.

P. Antes de ser mediadora, ¿en qué trabajó?

R. En serigrafía y en un taller de madera.

P. ¿Qué le movió a emigrar de Argelia?

R. Me dieron una beca y me vino muy bien para salir, que es lo que quería. Vine con otras compañeras. Quería salir por motivos sociales. Algunos aspectos de la vida en Argelia no me gustaban.

P. ¿Ha sufrido alguna situación racista?

R. Racismo directo, no. A lo mejor, malos entendidos. No es un racismo directo, pero a veces me da la impresión de que a algunos les sorprende que sea argelina y pueda saber tanto.

P. ¿El 11-M cambió las cosas para los emigrantes árabes?

R. Sí, costó más encontrar trabajo tras el 11-M. Mucha gente me lo dijo. Y las chicas que llevan velo me dijeron que las miraban mal, como si fueran terroristas. Los árabes están peor vistos que otros inmigrantes.

P. Ser mujer no es fácil en cualquier cultura. ¿Es más complicado en la musulmana?

R. La mujer está mal en todas partes. Aquí y allá. La mujer árabe o musulmana tiene el sello de que es la sumisa, la tapada, la que traga con todo... Eso cambia mucho según si es de un medio rural, de un nivel cultural medio-alto, igual que aquí. Por ejemplo, en Argelia ha habido una candidata a la presidencia del Gobierno, que aquí no ha habido. No estoy de acuerdo con ese sello de "mora sumisa" que lo traga todo. Y menos cuando escuchas a tantas mujeres españolas que dicen que están tan mal, o que no pueden salir porque le tienen que hacer el bocadillo al marido. La diferencia es que aquí tenemos más medios, infraestructuras, se puede hablar...

EN DOS TRAZOS

Como el resto de sus compañeros, Fatiha Outaleb (Argel, Argelia, 1970) cree mucho en el trabajo de ayuda social que realiza. Diariamente atiende a un sin número de inmigrantes árabes en el Centro de Comunicación y Servicios Interculturales de la Mancomunitat de L'Horta Sud, al que llegó en 2001. En este centro único, que ofrece servicio integral a miles de inmigrantes (también de Valencia y de otras comarcas), aunque sufragado con penuria y sin subvenciones de la Generalitat, desempeña una silenciosa y meritoria labor de mediación intercultural.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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