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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El origen de la antiglobalización

Enrique Gil Calvo

Los años bisiestos se caracterizan por traer mal fario y por las elecciones a la presidencia de Estados Unidos. Es lo que ocurrió el pasado 2004, que dio lugar a matanzas como el 11-M, a catástrofes como la del tsunami y a la reelección del presidente Bush, tras unos comicios que supusieron la división entre las "dos Américas" enfrentadas en torno a la guerra de Irak: la reaccionaria de los valores religiosos frente a la liberal de los valores progresistas.

En ese clima de antagonismo político se publicaron en Estados Unidos multitud de libros, pero entre todos destaca éste por su originalidad, pues plantea entre líneas un tácito paralelo entre 2004 y 1968: otro fatídico año electoral y bisiesto en el que tanto Estados Unidos como todos los demás países se dividieron en torno a otra guerra global como la de Vietnam.

1968. EL AÑO QUE CONMOCIONÓ AL MUNDO

Mark Kurlansky

Traducción de Patricia Antón

Destino. Barcelona, 2004

357 páginas. 22 euros

Pero aunque subliminalmente este libro suponga una crítica de la América de Bush, objeto indirecto al que dirige sus implícitos ataques, aparentemente no tiene nada que ver con ello, pues formal y materialmente se presenta como una crónica de aquel célebre año en que coincidieron a la vez el Mayo parisino, la primavera de Praga y la matanza de la plaza de las Tres Culturas en México, además de la Convención de Chicago y las Olimpiadas del Poder Negro, acabando con la ominosa elección de Nixon que cerró un año aciago. Para ello, el libro se divide en cuatro partes, una por cada estación del año, y a partir de las declaraciones de sus protagonistas (recogidas de la prensa de la época, pero también de las posteriores memorias), va narrando con agilidad los principales conflictos que jalonaron cada una de sus 53 semanas, de la primera a la última.

Por sus páginas desfilan todos aquellos héroes enragés, ya fueran franceses (Dany Cohn-Bendit, Alain Krivine, Jacques Sauvageot, Alain Geismar), polacos (Jacek Kuron, Adam Michnik), checos (Alexander Dubcek, Václav Havel), alemanes (Rudi Dutschke) o mexicanos (Roberto Escudero, Salvador Martínez de la Roca). Pero los que sobre todo aparecen como más destacados protagonistas son los líderes estadounidenses, tanto activistas negros del SNCC y el black power (LeRoi Jones, Stokely Carmichael, Eldridge Cleaver) como agitadores estudiantiles y contraculturales del SDS y la new left (Tom Hayden, Jerry Rubin, Mario Savio, Mark Ruud). Pues a diferencia de la mayoría de los libros del 68, que están sesgados por el etnocentrismo francés, esta crónica está dominada por el etnocentrismo estadounidense, elevando al papel principal de gurú o mesías del 68 al genial Abbie Hoffman, el gran payaso antisistema que se erigió en el modelo precursor del actual Michael Moore, como flagelo satírico del establishment conservador. De ahí que se dedique más atención a la ocupación de la universidad neoyorquina de Columbia (29 de abril) que a la mimética ocupación de la Sorbona parisina ocurrida inmediatamente después (2 de mayo), y también se presta más interés narrativo a la represión policial de la Convención demócrata de Chicago (28 de agosto) que a la simultánea represión soviética de la primavera de Praga (iniciada el 20 de agosto).

Así se compone un relato

con unidad de tiempo (el año 1968), de espacio (el escenario mediático global) y de acción (las movilizaciones activistas antisistema), cuyo sentido unitario es la historia natural (origen, auge y caída) de la primera revolución emprendida con alcance mundial. Pues si las anteriores revoluciones se celebraban a escala de un solo país (como la norteamericana de 1775 o la francesa de 1789) o de un solo continente (como la europea de 1848), la de 1968 prendió a la vez tanto en Norteamérica (California, Chicago, Nueva York y México) como en Europa (Varsovia, París y Praga), aunque en todas partes fuera una revolución abortada antes de nacer. De ahí que dejase en la memoria un aroma de nostalgia, conservando para la posteridad su romántica aureola de imposible causa perdida, demasiado bella para hacerse realidad. Por eso el hilo narrativo de este libro parte del ¡no a la guerra! como planteamiento inicial, prosigue con la propagación mediática de la epidemia mundial de activismo estudiantil como nudo argumental, y concluye con el fracaso último de las movilizaciones como clímax dramático.

Pero además de su carácter de crónica magistral, lo mejor del libro es su análisis del carácter inaugural del año 1968, el primero que interconectó mediáticamente al planeta en tiempo real para difundir en directo a los cuatro puntos cardinales de la aldea global no sólo las dramáticas imágenes de los conflictos estudiantiles, raciales y bélicos sino también el propio activismo militante, cuyas armas y estrategias de lucha cultural (lenguaje, retórica, símbolos y demás repertorios de acción y movilización) pasaron a propagarse a los cuatro vientos para ser readaptadas miméticamente por todas partes. Así fue como 1968, cuando todo el planeta se movilizó contra la guerra de Vietnam, se constituyó en el precedente destinado a inspirar las posteriores movilizaciones globales tanto contra la globalización neoliberal como contra la propia guerra de Irak.

Policías antidisturbios tras las revueltas en París en Mayo del 68.
Policías antidisturbios tras las revueltas en París en Mayo del 68.AP

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