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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los nuevos dioses charlan en el Olimpo

Este nuevo libro de José María Aznar no parece tanto el desarrollo de un proyecto personal del autor como una recopilación más bien deslavazada de apuntes sobre personajes y momentos improvisada para cumplir un contrato editorial. El heterogéneo volumen recoge las semblanzas de la mujer, el padre y el abuelo paterno de Aznar; los retratos de tres políticos españoles (Fraga, Suárez y Pujol) y de una veintena de jefes de Estado y de Gobierno extranjeros; la rememoración de algunos episodios gloriosos (la cumbre de las Azores) o dramáticos (el atentado sufrido en carne propia el 19 de abril de 1995, los asesinatos de Gregorio Ordóñez y Miguel Ángel Blanco, el 11-M y los días posteriores) de su carrera política; y las charlas con seis personajes de la cultura, el espectáculo y el deporte.

RETRATOS Y PERFILES

José María Aznar

Planeta. Barcelona, 2005

380 páginas. 23 euros

El afecto y el respeto predominan en los cariñosos dibujos de Ana Botella y de Manuel Aznar Acedo. Esos sentimientos quedan reforzados por la admiración en el caso de su abuelo paterno, un periodista que comenzó su carrera como comentarista deportivo de una publicación nacionalista vasca, ocupó luego la dirección del diario El Sol y terminó de embajador de Franco en Santo Domingo, Buenos Aires, Rabat y Naciones Unidas. Aznar se extraña de que las reediciones de la Historia militar de la guerra de España de Manuel Aznar Zugigaray reproduzcan sin modificaciones la versión original de 1940; esa sorpresa tal vez se deba a la incomodidad que pueda producirle hoy la justificación dada a la sublevación militar de 1936 ("el Ejército se sintió llamado a su sempiterna función y dijo: !Aquí estoy! !Vamos a salvar a España!", volumen I, página 32) y el elogio a Franco ("para encontrar en la Historia de España un caso semejante de unión entre un pueblo y su Caudillo habría que remontarse a siglos muy lejanos", volumen III, páginas 357-358).

La visión de José María Aznar

del pasado de España es nítida cuando se aleja en el tiempo y confusa cuando se aproxima al presente. Hasta tal punto se enorgullece de la época imperial que en 1998 organizó una cumbre hispano-alemana en El Escorial para que Kohl "se diera cuenta de lo que había significado España en Europa" (página 116). Las páginas del libro están recorridas por el sueño de devolver a España el lugar de primera fila en el mundo que había ocupado hasta el siglo XVIII y que perdió como consecuencia del Congreso de Viena, momento a partir del cual "no fue más que un satélite de las potencias extranjeras, en especial de Francia". En el capítulo dedicado a la cumbre de las Azores (páginas 265-274), explica Aznar que la elección del lugar de la cita se debió a su negativa a aceptar el escenario de las Bermudas: el motivo fue que ese toponímico se asocia a "una prenda de vestir que no era precisamente la más adecuada para el momento en que nos encontrábamos" y para solemnizar el regreso de España "a donde tiene que estar". Porque la fotografía con Bush y con Blair testimonia la recuperación del lugar perdido por una "gran nación" con una "historia extraordinaria".

Las reflexiones sobre el simbolismo de ese episodio introducen a Aznar en un jardín laberíntico. Por un lado, afirma con rotundidad que "España estuvo en las Azores porque no pudo participar en el desembarco de Normandía, que es donde debíamos haber estado"; aquel error fue culpable de que España "llegara tarde" después a las citas de la Unión Europea y de la Alianza Atlántica. Pero el absurdo contrafáctico de la España de Franco -un peón de Hitler y Mussolini durante nuestra Guerra Civil- combatiendo en las playas francesas contra la Alemania nazi se da de bruces con el cínico comentario de Aznar sobre quienes reescriben la historia: "Como si los italianos dijesen que debían haber apoyado a los aliados antes de 1943", esto es, antes de que el desembarco aliado en Sicilia provocara la caída del régimen fascista y el abandono de su pacto de acero con Hitler. (Ocho años de gobierno, Planeta, 2004, página 89). En lo que respecta a España, Aznar distribuye cautelosamente los adjetivos sobre ese periodo: la II República fue "calamitosa"; la Guerra Civil, "terrible"; y la dictadura...

simplemente "interminable". Nacido en 1953, si bien la política le interesó a Aznar desde muy temprano, lo hizo "siempre como espectador, desde este lado del río": no se decidió a vadear la corriente hasta tres años después de la muerte de Franco (página 130).

El mayor número de páginas del volumen está dedicado a rememorar el selecto club de jefes de Estado y de Gobierno con los que se codeó Aznar durante sus ocho años presidenciales. Ese moderno Olimpo está habitado por dioses coronados, uniformados o elegidos en las urnas que deciden sobre el destino de los seres humanos, entablan amistades íntimas (mediadas por los intérpretes) nada más conocerse y pasan juntos -a veces con sus respectivas esposas- largos fines de semana en hermosos parajes charlando sobre el futuro del mundo. Pero las opiniones y las ideas que nos llegan desde esas alturas celestiales a través de los Retratos y perfiles de Aznar resultan más bien pedestres, obvias y previsibles.

El ex presidente de España José María Aznar visto por Loredano.
El ex presidente de España José María Aznar visto por Loredano.

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