Cámara de gas para gatos

¡Qué pena, qué pena tan grande!, mi Málaga, tan bonita, con su buena gente, con el poderío de su feria y de su calle Larios, sigue usando la cámara de gas para asesinar perros y gatos abandonados. Mi Málaga, que pide la capitalidad cultural, y yo me pregunto: ¿de qué cultura? No será la cultura del respeto a los animales.

Tuve que oír en un programa de Localia, cómo se leía un informe veterinario sobre la manera de sacrificar animales en Málaga. Escuché la gratuita crueldad de un método que ya en su momento patentó Hitler: gasear seres vivos en una cámara de gas. Volví a recrear una conversación que mantuvo la Protectora de Animales de Málaga con el alcalde y la concejala de Medio Ambiente, en la cual se les explicaba el cruel sacrificio de los animales, y su respuesta fue: "No sabíamos nada".

He vuelto a vivir otra entrevista en la que la concejala de Medio Ambiente nos decía que no la convencíamos, que el sistema de la cámara era más barato que la inyección y que eso era lo que había, que su jefa de sección (una veterinaria, aunque parezca mentira).

Con la Protectora, más de 17.000 malagueños le piden a su alcalde, al que hemos votado entre todos, que suprima la cámara de gas. El alcalde ya no puede alegar ignorancia, sabe lo que está pasando, lo sabe él y lo sabemos todos los malagueños que firmamos la petición de supresión de la cámara de gas.