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FAMILIA

A menos agua, más conciencia

Lavarse los dientes, afeitarse, poner la lavadora… son gestos cotidianos y, a la vez, actos cívicos. Dejar correr el agua cuando no se necesita, utilizar el inodoro como papelera y tics similares hacen que derrochemos al año millones de litros de agua, un bien cada vez más escaso.

El 'oro azul'. La creciente demanda de agua potable en nuestro planeta ha dado lugar a una nueva denominación para un bien que debería ser un derecho básico: el oro azul. Un informe de la ONU de finales de marzo arroja cifras concluyentes: 4.000 niños mueren al día por falta de agua, 1.000 millones de personas se ven afectados por la carencia de agua, y 2.500 millones, por las aguas contaminadas.

Desde la comodidad de nuestras casas, estas situaciones pueden parecernos muy lejanas. No hay más que ver otras cifras: desde 1900, el consumo de agua aumenta sin parar, y desde 1950 se ha triplicado. Pero la captación de agua no puede seguir ese ritmo. Aunque ya empezamos a acostumbrarnos, este año el registro de lluvias en la península Ibérica está alcanzando "mínimos históricos". Un informe del Ministerio de Medio Ambiente al respecto resulta esclarecedor: "El cambio climático traerá un aumento de temperaturas y una disminución de las precipitaciones y de la disponibilidad de agua". El estudio prevé para los próximos cuarenta años una progresiva disminución de lluvias, que llegará hasta el 8%, provocando una reducción media de los recursos hídricos del 17%.

¿Cómo nos afectará todo esto? Aunque se están buscando medios para compensar el agua que dejará de fluir por la tierra, está claro que el precio del agua va a subir. Será por la fuerza, pero ante la subida de precios, las empresas, el sector agrícola y las familias (que representan un 10% del consumo de agua) reaccionarán y se esforzarán por gastar menos oro azul.

Freno al despilfarro. España es el país de la Unión Europea en el que más barata está el agua: 0,43 euros por metro cúbico (1.000 litros). En Alemania, el país más caro, cuesta 1,44 euros. Tal vez por eso, en España gastamos 400 litros al día por persona, según un estudio de Ricardo Petrella, presidente de la Universidad del Medio Ambiente, cuando, según la ONU, a una persona le bastaría con 50 litros.

La mayor parte del ahorro de agua deberá provenir de los usos industriales y agrícolas (según el mismo estudio, algunos sistemas de irrigación hacen que el 40% del agua se evapore antes de llegar al suelo). Pero desde los hogares también podemos ayudar, prestando más atención al agua que consumimos en cada estancia.

El baño: donde nadie nos ve. En una ducha de cinco minutos se van entre 60 y 100 litros. Es habitual dejar correr el agua mientras nos enjabonamos para generar vapor y no pasar frío. Si acabáramos con esta costumbre, ahorraríamos entre veinte y cuarenta litros por ducha. Teniendo en cuenta que España es el país de Europa en el que más nos duchamos, sumaríamos muchos millones de litros al año. Otra opción es instalar dispositivos que mezclan aire con el agua y permiten que en el tiempo del aclarado se pierda menos agua. Sobre si es mejor la ducha o el baño, no está claro. Depende de lo que dure una y otro, y de cuánto se llene la bañera. Por lo general, si la ducha dura menos de cinco minutos no consume más de 100 litros, mientras que el baño requiere entre 300 y 400 litros.

Actos tan cotidianos como el lavado de dientes o el afeitado siguen sumando, sobre todo si tenemos tendencia a dejarnos el grifo abierto. Por él se escapan 15 litros en cinco minutos. Un cepillado de dientes suele durar dos minutos, y un afeitado, cinco. Con dos cepillados, una persona poco concienciada estará consumiendo 12 litros al día. Y en el caso del afeitado, 15 litros por barba.

El lento goteo de la cisterna. Afortunadamente, cada vez son más los hogares que cuentan con cisternas de doble pulsador, para vaciar la cisterna completa o sólo la mitad. Una cisterna gasta entre 10 y 15 litros cada vez que se emplea. Para minimizar este gasto se puede solicitar a un lampista que ajuste el mecanismo de llenado para que se detenga antes o recurrir al viejo truco de colocar dos botellas en el interior de la cisterna, con lo que se ahorran dos litros en cada vaciado (el volumen que ocupan las botellas). Lo más lamentable es la de veces que se emplea el inodoro como cubo de basura, despilfarrando una cantidad ingente de agua. También son habituales las fugas en el interior de los inodoros: ese chorrillo inocente que nunca se acaba de reparar supone un consumo inútil de 200 litros diarios de agua. Tres meses en avisar al lampista son 18.000 litros.

Si se aplican las recomendaciones hasta ahora a una familia tipo con dos hijos, uno de ellos varón de más de 18 años, ya se habrían ahorrado 60.000 litros anuales.

Electrodomésticos a medio gas. Si el grifo del lavadero gotea, por ejemplo, diez gotas por minuto, en un año habremos tirado 2.000 litros de agua. Respecto a los electrodomésticos, los que más agua gastan son el lavavajillas, con 25 litros por lavado, y la lavadora, entre 50 y 100 litros. Es habitual poner lavadoras o lavavajillas a medio llenar, lo que duplica el gasto de agua.

Una gota de agua en un océano. La responsabilidad individual es lo único que puede arreglar algo. Utilizar el inodoro como papelera es una falta de solidaridad. Diez millones de hogares haciendo lo mismo a la par estarían acabando con 120 millones de litros de agua en un momento.

Dominique Lapierre le dijo en una ocasión a santa Teresa de Calcuta que la ayuda que él podía prestar al problema del hambre en el mundo era como una gota de agua en un océano. La madre Teresa le contestó: "Es cierto, pero, de no estar ahí, el océano echaría de menos esa gota". Con el problema del agua, como con el del hambre, basta con aplicarse el cuento.

Fernando Trías de Bes es profesor de Esade, conferenciante y escritor. Junto a Álex Rovira, ha publicado el libro 'La buena suerte', con casi dos millones de ejemplares vendidos en el primer año y los derechos adquiridos para 34 idiomas.

Regar con cabeza

Los jardines son otro elemento de gran consumo de agua doméstica. Lo mejor es plantar en el jardín especies autóctonas, que, al ser propias de ese clima, sobreviven con el agua de la lluvia y apenas precisan riego adicional. Recurrir a especies autóctonas en lugar de decantarse por plantas tropicales que necesitan agua a diario resulta también más barato, desde el mismo momento de su adquisición. Crear sombras en el jardín o proteger las plantas del viento reduce la cantidad de agua que se va a utilizar. Se recomienda elegir las noches o días de poco sol parar regar, ya que el agua se evapora más lentamente, con lo que hace falta menos para empapar la tierra. Entre los distintos métodos de riego, el riego por goteo es el que menos agua consume.

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