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UN NUEVO PAPA

"Mi misión no es de honores, sino de servicio", afirma Benedicto XVI ante los cardenales

Un documento contra la relajación de la vida sacerdotal indujo a votar por Ratzinger

La era Ratzinger comienza a tomar cuerpo poco a poco en las primeras disposiciones y discursos pronunciados por el nuevo papa Benedicto XVI. Una era dominada por la continuidad con el inmediato antecesor, Juan Pablo II, aunque no exenta del sello personal del nuevo pontífice. Ayer, en el primer encuentro con los cardenales (electores y mayores de 80 años), Benedicto XVI solicitó su apoyo para llevar adelante su misión, de la que dijo que "no se trata de honores, sino de un servicio que se debe desempeñar con simplicidad y disponibilidad, imitando a nuestro Maestro, el Señor".

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A medida que pasan los días desde su elección, el pasado martes, Benedicto XVI va dejando atrás a Joseph Ratzinger, desprendiéndose de la severa imagen de guardián del dogma que le ha perseguido durante 24 años. El tono pastoral y ecuménico de sus primeros discursos y homilías como Papa representa un cambio sustancial respecto a pasadas intervenciones, especialmente la última homilía pronunciada en la misa Pro eligendo Pontifice, en vísperas del cónclave, una fuerte denuncia del acoso que sufre la Iglesia en el mundo de hoy, fuertemente secularizado.

Sin embargo, su decidida apuesta por el rigor y la purificación de la Iglesia habría inclinado a la mayoría de los cardenales electores a votarle. Ésa es, al menos, la conclusión del diario La Stampa, que ayer revelaba la existencia de un documento anónimo, con duras críticas a las malas prácticas sacerdotales, que habría circulado entre los cardenales electores días antes del cónclave, inclinándoles a favor de las posiciones de Ratzinger. Según el rotativo turinés, dicho documento, de unas diez páginas, en el que se presenta con tintes oscuros la situación del clero en Europa, África y América del Norte y se denuncia incluso la violación del secreto de confesión por parte de algunos curas, podría haber motivado las duras invectivas de Ratzinger contra "la suciedad en la Iglesia", leídas en las meditaciones del último Viernes Santo.

Se trata de una hipótesis, como hipotéticas son las revelaciones de otro diario (Il Giornale), que señalan al arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, como único serio contendiente de Ratzinger en el pasado cónclave. La prensa italiana especula también con el carácter marcadamente aperturista de las próximas decisiones del pontífice, basándose en la existencia de varios documentos, al parecer ya preparados por el ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, antes de abandonar su puesto. Se trataría, según el diario La Repubblica, de cuatro documentos doctrinales de enorme importancia. El primero de ellos aborda la posibilidad de recibir la eucaristía para los católicos divorciados que han vuelto a casarse.

Jubilación de los obispos

El segundo, implicaría una modificación del canon 401 del Código de Derecho Canónico, que fija ahora la jubilación de los obispos a los 75 años, y que sería pospuesta a los 80 años.

Ratzinger habría trabajado también en la redacción de otros dos textos teológicos destinados a servir de base en el diálogo interreligioso. Uno de ellos, sobre el ejercicio del oficio petrino y el otro sobre la naturaleza divina de Cristo. Lo único cierto, sin embargo, es que los primeros pasos del Papa siguen el camino trazado por su antecesor, Juan Pablo II, tanto en la apertura a las otras confesiones cristianas como al diálogo ecuménico. No es casual que uno de los primeros mensajes de salutación de Ratzinger haya sido para el rabino jefe de la comunidad judía de Roma, Riccardo di Segni.

La agenda diaria de Benedicto XVI se va cargando de audiencias y visitas. Ayer recibió a todos los cardenales presentes en Roma, según el arzobispo de Génova, Tarsicio Bertone, para aligerar la agenda del domingo, porque tradicionalmente este recibimiento a los purpurados se hacía en la misa de inauguración del pontificado. Hoy, el Papa se dirigirá por primera vez a los periodistas y el domingo, tras la solemne misa, atenderá a las delegaciones diplomáticas que acudirán a cumplimentarle. Roma se prepara para otro gran día, el que marca la inauguración del nuevo pontificado. Protección Civil y el Ministerio del Interior dan los últimos toques a un plan de seguridad similar al que se puso en marcha el día del funeral de Juan Pablo II, el viernes 8 de abril, aunque con una asistencia menos multitudinaria. Se prevé, como máximo, la llegada de medio millón de fieles (al menos 100.000 alemanes), y unas 150 delegaciones internacionales. Los Reyes de España estarán acompañados por tres ministros (los de Exteriores, Justicia y Defensa), así como por tres personalidades de la oposición.

Benedicto XVI saluda ayer al cardenal español Eduardo Martínez Somalo en el Vaticano.
Benedicto XVI saluda ayer al cardenal español Eduardo Martínez Somalo en el Vaticano.ASSOCIATED PRESS

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