Maragall se equivoca con Andalucía
"Subsidio: Socorro, ayuda, o auxilio extraordinario de carácter económico". (Diccionario de la RAE)
¿Por qué frustrante razón el presidente de la Generalitat tiene que insultar a los andaluces para defender sus ansias recaudatorias? ¿Acaso Andalucía ha sido arrasada por un maremoto? ¿Sufrimos una hambruna o pandemia que desconocemos? Afortunadamente no es así. Entonces, ¿a qué viene acusarnos de ser una comunidad subsidiada y acomodada a esa situación?
Mal camino ha tomado el Ejecutivo catalán cuando para resolver sus problemas hace escarnio de comunidades que conviven en el mismo Estado. Resucitar el tópico de la Cataluña emprendedora frente a la Andalucía holgazana es una mentira irresponsable y, con todo el respeto, una majadería. La incontinencia verbal de Maragall no para de jugarle malas pasadas. Los ejemplos son muchos y no es necesario exponerlos aquí: sus propios compañeros de partido federado, el PSOE, están hasta la coronilla de sus meteduras de pata y a las hemerotecas nos remitimos. Alimentar enfrentamientos entre dos comunidades es trasnochado, hartible e indigno de personas supuestamente inteligentes.
Entendemos el problema de Cataluña para ampliar y mejorar su financiación porque es el mismo de Andalucía. Somos países grandes, con amplia población y necesidades de atención a nuestros ciudadanos igualmente importantes; incluso tenemos dificultades añadidas comunes, como atender a una ingente población flotante, ya sean usuarios de turismo residencial o inmigrantes que buscan en nuestra tierra cómo ganarse la vida. Por tanto, para ambas comunidades mejorar sus recursos redundará en mejores servicios públicos. Necesitamos que el Estado nos dé más recursos o que podamos recaudar más impuestos para aumentar nuestros presupuestos; esto es algo que la ponencia de reforma del Estatuto catalán ya está abordando y que nuestra comisión redactora tendrá que afrontar en breve. No existe profundización en el autogobierno sin mayores recursos y sin autonomía financiera suficiente.
Sin embargo, en la defensa de sus derechos el president ha cometido dos errores. Primero, obsesionarse con las balanzas fiscales -y su resultante, en este caso, el déficit fiscal- declarando que la fórmula que defiende "es obtener un nivel de servicios similar para un esfuerzo fiscal similar". Conclusión: las comunidades que más tributen deben tener mejores servicios. Pero en el criterio basado en el déficit fiscal hay un gran error: no tributan los territorios sino las personas, físicas o jurídicas.
En segundo lugar, el debate que interesa al ciudadano es el de una asignación de recursos fiscales equitativa para los habitantes de todas las comunidades. La solidaridad debe ser entre ciudadanos, no entre territorios. Las reformas necesarias para corregir las insuficiencias del actual sistema de financiación no derivarían de la balanza fiscal sino de la asignación equitativa de los recursos públicos (art. 31.2.CE), que los ciudadanos en situaciones semejantes tengan servicios públicos similares, residan donde residan. Maragall introduce en el debate la equivocada y perversa idea de que la carga impositiva esta fijada por el territorio, y no por el nivel de renta de cada persona física. Además, mezcla solidaridad, redistribución de la renta y subsidio, aderezado con la torpeza a la hora de exponerlo y con el insulto, provocando el agravio comparativo y la rivalidad endémica.
¿Cómo puede el Gobierno catalán caer en la simpleza de pensar que lo que se les da de menos a Cataluña se les da de más a Andalucía; que su problema es el exceso de solidaridad y no el problema global de la financiación autonómica? Tal obtusidad o corresponde a un prejuicio y a la correspondiente demagogia, o a una incompetencia supina.
Desde el Partido Socialista de Andalucía (PSA) apoyamos una reforma a fondo del sistema de articulación territorial, con la federalización del Estado; pero no que este proceso conlleve discriminación. Esperamos que el presidente de la Junta de Andalucía siga inamovible en este aspecto, ahí nos tendrá a su favor, e igualmente esperamos que haga valer su influencia para encauzar los desvaríos del Partido de los Socialistas Catalanes.
Ahora bien, en toda esta trifulca nos parece sorprendente la reacción del PP andaluz ante las declaraciones de Maragall, a fin de cuentas coinciden con sus diatribas alrededor del "voto cautivo" y de la "Andalucía subsidiada". Parece que los demagogos tienden a encontrarse en su simplicidad.
Pedro Pacheco Herrera es secretario general del PSA.
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