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HOLANDA | LA REFORMA SOCIAL

5.751 bodas en tres años

Isabel Ferrer

Hace cinco años, el Parlamento holandés aprobó por una amplia mayoría (107 votos a favor y 33 en contra) la ley que permite el matrimonio entre homosexuales y la adopción de hijos por parte de estas parejas. Avalada por el entonces Gobierno de centroizquierda, el hecho de que incluso algunos diputados de la oposición cristianodemócrata -hoy en el poder- se manifestaran a favor, evidenció el grado de consenso alcanzado antes del sufragio. Resultó inaceptable para los pequeños partidos de inspiración religiosa, así como para las iglesias católica y protestante, pero la norma es ya parte de la rutina jurídica. Los enlaces se celebran en cualquier ayuntamiento y están sujetos a los mismos trámites en caso de divorcio. También se anuncian en los periódicos sin problemas.

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La adopción sí presenta alguna característica singular. La pareja homosexual necesita demostrar antes de iniciar los trámites que lleva al menos tres años de convivencia. Los niños, por su parte, precisan la nacionalidad holandesa. Antes de la entrada en vigor de la ley en 2001, había unos 1.200 niños al año listos para ser adoptados. De estos, sólo 40 eran holandeses.

Según la Oficina Central de Estadística, para el año 2004 ya había unas 5.751 parejas homosexuales casadas. Y al menos una de cada trece del total de las parejas tenía niños, propios o adoptados.

José Antonio, español de Salvaleón (Badajoz) y Hans, holandés de Haarlem, se conocieron en Barcelona en 1991. La adopción no entra de momento en sus planes pero el matrimonio era un derecho al que no pensaban renunciar. Llevan casados dos años y mucho antes, en 1992, habían dejado constancia de su convivencia ante un notario. Dicho documento le permitió a José Antonio, hoy profesor de francés y español en la Escuela Internacional de Amsterdam, ver más a menudo a Hans, sobrecargo de la línea aérea holandesa KLM. Cuando aún no vivían juntos, sus encuentros dependían sobre todo de los días libres de Hans. Una vez instalado en la capital holandesa, José Antonio trabajó primero en la oficina española de turismo y luego como docente en el Instituto Cervantes. En 1997 empezó a hacer suplencias en la Escuela Internacional, donde enseña ya a tiempo completo. La pareja va a las fiestas escolares con padres y alumnos y lo mismo ocurre cuando viajan con los colegas de Hans. "Nos presentamos como pareja sin ocultar nada. Es una cuestión de sinceridad. La sociedad va en esto por delante de la política".

"En Holanda lo que choca es que los políticos moralicen. Son servidores del pueblo, no expertos en moral o religión", dice, refiriéndose a las reticencias del PP ante los nuevos enlaces. "Eso sí, ya era hora de que el PSOE cambiara las leyes. Más que legalizar el matrimonio homosexual, ha reconocido que casarse es un derecho universal. Con la Iglesia es distinto. Lo que enseña hoy no se corresponde con la realidad".

La madre de Hans fue juez de paz y, antes de jubilarse, los casó en 2003 en el Ayuntamiento de Haarlem. "No hubo menciones al género de los contrayentes, eso era un detalle minúsculo". Reacio al matrimonio por no considerarlo necesario, los roces surgidos en ambas familias por las herencias de unos tíos respectivos le llevaron a formalizar su relación para evitar problemas similares. Lo único que no se han planteado es la adopción. Por su modo de vida y lo mucho que viajan no lo consideran adecuado. Varios de sus amigos gays tienen hijos, en su mayoría biológicos. "Los estudios demuestran que son niños como los demás. Decir lo contrario responde a las convicciones morales o religiosas, no a los hechos reales", concluye José Antonio.

Una pareja homosexual muestra sus anillos tras casarse en el Ayuntamiento de Amsterdam (Holanda).
Una pareja homosexual muestra sus anillos tras casarse en el Ayuntamiento de Amsterdam (Holanda).ASSOCIATED PRESS

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