_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Silencio

En su bloque de viviendas, a las seis de la mañana, hay alguien más despierto que él, o acaso hay alguien más despierto, aparte de él. Suena la cisterna de un aseo. Nervioso, se mete en la cocina para prepararse un zumo de naranja. ¿Quién puede ser él o ella, que se levanta a las seis de la mañana para trabajar? ¿O acaso es que tan sólo tira de la cadena? A veces se imagina que las puertas que se abren y se cierran son sonidos fantasmales de la noche anterior, tal vez ecos de una fiesta o de una velada amorosa. Pero, ¿quién? Todos los vecinos que viven en los pisos superiores son sospechosos.

Así, la madrugada es un juego de niños, de aquellos en los que se puede intercambiar cuerpos y cabezas, sin llegar a ningún resultado concreto.

¿Hay acaso alguien madrugador en su propia cabeza? Sí quizás sea él quien molesta, reconoce, mientras se bebe el zumo, que le sabe un tanto agrio. Hace tiempo que dejó de utilizar aquél absurdo exprimidor eléctrico que zumbaba como un demonio y cuyo ruido molestaba a los vecinos. Sin embargo, proseguía su búsqueda del silencio. Y cuanto más silencio hallaba, más silencio esperaba encontrar, en algún lugar de la casa, en el estudio, el baño, el dormitorio o en la propia cocina, agazapado en algún rincón de vacío, un silencio que pasaba inadvertido como un ratoncillo y que él estaba dispuesto a descubrir. Porque, ¿había algo más interesante que el ruido? Sin duda el silencio. La ausencia de voces, de vecindario, era mucho más misteriosa que su presencia.

Se fue convirtiendo poco a poco en silencio. Él ya no era un ser vivo a aquellas horas de la mañana, era una sombra, o mejor, un fantasma, que recorría la casa callada en busca de algún silencio que robar, que aspirar como quien hurta el alma de los ausentes. El silencio se fue transformando en una obsesión alimentada por los tapones para los oídos, pero, no obstante, cuando los usaba era menor el silencio que obtenía. Muy por el contrario, el silencio se tornaba un clamor, una orquesta agresiva de pensamientos que viajaban por su mente como flechas certeras, aunque, a veces, eran buques enteros de reflexiones los que, lentamente, pasaban de un hemisferio al otro de su cráneo, y surcaban su mundo, haciendo oír a los vecinos sus graves sirenas cuando hallaban tierra firme.

Después, cuando los vecinos se levantasen, vendrían los viajes sonoros de las aspiradoras, de las persianas, de los automóviles hacia los lugares de trabajo, de los bebés, los padres, los colegiales, los solteros y los abuelos, y la circulación de la ciudad bombearía en sus oídos con un ritmo parecido al de un corazón. Cuando eso sucediese, se metería de nuevo en la cama, se arroparía con las sábanas, y soñaría.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_