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Reportaje:SINIESTRALIDAD LABORAL

Conciencia nula del peligro en Sevilla

Riesgo de caída en una obra de la capital

Seis trabajadores de Sevilla han muerto en los primeros cuatro meses por accidente laboral. Unas cifras que reflejan el día a día de la seguridad en las obras de la capital. Un paseo por una decena de ellas a la luz del día permite ver que ni trabajadores ni empresarios cumplen con las normativas. La conciencia es nula y muchos de ellos se toman a broma las recomendaciones de los técnicos de prevención de riesgos laborales que visitan las obras. "Aunque en la capital se cumple más la ley que en los pueblos, hay mucha irresponsabilidad por parte del trabajador y del empresario", señala Maite Gómez, técnica en Prevención del sindicato CC OO.

Gómez visita todos los días las obras de la capital y de la provincia. Cuando detecta irregularidades, las pone en conocimiento del encargado de la obra y, si se repiten, manda un parte a la Inspección de Trabajo. Junto a Gómez, cualquier persona puede darse cuenta que casi ninguna obra cumple con la normativa y que los obreros se toman como un juego su seguridad. Al ver a la técnico, entre ellos se avisan y se ponen el casco apresuradamente. Aunque el casco, según el secretario de Salud Laboral de Comisiones Obreras, Juan Martínez, es "a veces, un adorno" porque lo que más causa accidentes en el sector de la construcción es el trabajo sin ninguna protección en las alturas y las zanjas sin señalizar a ras del suelo.

Un obrero sin arnés recubre una plataforma a tres metros de altura
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Un vistazo a una de las obras en uno de los edificios de la Alameda de Hercúles de la capital andaluza da la razón al sindicalista: un trabajador sin arnés ni otra sujeción reviste de madera una plataforma a más de tres metros de altura. Lo hace desde el lado de fuera, de pie en una pequeña repisa, con el riesgo de sufrir un desmayo y caerse al vacío. La ausencia de barandillas, arneses o algún punto de sujeción cuando se trabaja a varios metros de altura es uno de los peligros más frecuentes. El otro son las zanjas que no están señalizadas o que están cubiertas por una fina madera que cede por el peso de los trabajadores. Incluso, la maquinaria se salta la normativa, según Gómez. "Muchas de las hormigoneras no tienen carcasa, las quitan para accionar el mecanismo más deprisa aunque corren el riesgo de aprisionarse". Andamios no homologados, escaleras mal sujetas, desorden del material, ausencia de señalizaciones o falta de cerramiento de huecos son otras de las trampas en las obras. Martínez apunta al empresario como responsable primero y último de la cara más amarga del boom inmobiliario. "El 70% de los empresarios desconocen la nueva normativa y muchas de las grandes empresas bajan la guardia cuando subcontratran a otras". Gómez coincide con su compañero en que hay "mucha gente sin ninguna experiencia al mando y que las prisas por terminar las obras presionan al trabajador y multiplican el número de accidentes y de muertes".

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