Japón quiere buscar gas en una zona marina en disputa con China
Tokio estudia ofrecer licencias para hacer perforaciones
Japón desafió ayer a China al anunciar que estudia ofrecer concesiones para hacer perforaciones para buscar gas natural y petróleo en la zona del mar del Este de China entre Shanghai y el archipiélago nipón de Okinawa, una zona en disputa con China en la que se cree que existen vastos yacimientos. Los analistas temen que la decisión sea vista por Pekín como una provocación y aumente la tensión entre ambos países.
La decisión de comenzar a analizar las peticiones de compañías privadas para hacer exploraciones en el lecho marino tiene como objetivo declarado el "proteger" los intereses nipones, pero puede hacer escalar aún más las tensiones entre los dos países, surgidas del deseo de cada uno de ellos por hacerse con el liderazgo en Asia.
Las rivalidades las pusieron de manifiesto las protestas violentas del pasado fin de semana en tres ciudades chinas contra bienes y ciudadanos nipones, las mayores desde que ambos países normalizaron sus relaciones en 1972. La excusa para las marchas fue la aprobación por el Ministerio japonés de Educación de manuales escolares de historia que minimizan el papel invasor y colonialista de Japón en la primera mitad del siglo XX en la región.
Varios medios de prensa nipones revelan que altos funcionarios habrían presionado al Gobierno para que tomase medidas sobre la exploración de gas. Así, el ministro japonés de Exteriores, Nobutaka Machimura, pudiera, durante su entrevista del próximo domingo en Pekín con su colega chino, Li Zhaoxing, forzar el fin de este problema diplomático entre Japón y China. Sin embargo, el primer ministro, Junichiro Koizumi, negó cualquier intencionalidad en que haya coincidido con un momento de grandes fricciones entre los dos países y con la visita de Machimura, prevista con antelación.
El ministro portavoz del Gobierno japonés, Hiroyuki Hosoda, aseveró: "Simplemente ocurrió que este proceso dio comienzo ahora". Hosoda expresó su convicción de que no dañará los lazos con China, "con la que estamos en contacto".
"Adoptamos esta decisión porque es de vital importancia garantizar los intereses nacionales de Japón debido al deterioro de los lazos bilaterales", dijo un portavoz del Ministerio de Comercio, que explicó que la zona prevista para las perforaciones tiene una extensión de 36.100 kilómetros cuadrados, situados al este de la división de las aguas territoriales chinas.
China y Japón, segundo y tercer consumidores de combustible del mundo, dependen de la importación de energía, especialmente China, cuya demanda se ha disparado debido a que su economía se ha triplicado en los últimos diez años, periodo en el que se ha estancado la de Japón.
Expertos chinos llevan años haciendo prospecciones en el fondo del mar del Este de China, sin ofrecer a Japón ningún dato sobre ellas, ni siquiera sobre sus resultados. Las compañías niponas llevan 40 años esperando obtener permisos para realizarlas. Finalmente, los obtendrán dentro de dos o tres meses, según avanzaron responsables del Ministerio de Comercio.
Japón evitó hasta ahora los permisos por no estar resuelta la cuestión de dónde se encuentra la división de las aguas territoriales de ambos países, dado que China considera que está más lejos de su costa que donde lo han establecido las autoridades niponas.
El Gobierno japonés denunció el pasado día 1 que el consorcio China National Offshore Oil Corp (CNOOC), el mayor productor chino de crudo en ultramar, operaba en la zona de separación de las aguas territoriales de cada país, con lo que podía extraer reservas de las estructuras geológicas que se extienden bajo el fondo marino de la zona nipona. Tokio instó a interrumpir esa operación, que debe alcanzar su pleno desarrollo el próximo agosto, y dio a Pekín una semana de plazo para contestar a su petición de compartir datos y resultados, pero las autoridades chinas aseguraron que efectuaban las perforaciones en su área y mantuvieron su negativa a ofrecer información. Ante esta situación, el 4 de abril Tokio amenazó a Pekín con permitir exploraciones si no respondía a sus requerimientos.
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